Este artículo se publicó hace 4 años.
Los acuerdos secretos entre China y Vaticano
Ambos países no tienen relaciones diplomáticas desde hace más de 70 años, cuando Mao Tse Tung tomó el poder en China.
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Aparentemente, pertenecen a dos mundos radicalmente opuestos. Uno es el gigante asiático, el otro el Estado más pequeño del mundo. Uno es ateo por definición, el otro teocrático desde hace siglos. Uno es una superpotencia económica global, el otro un referente simbólico milenario. Estas dos entidades, antes o después, están destinadas a entenderse. De hecho, lo hacen cada dos años. El nuevo acuerdo, que estaba previsto para los próximos meses, se ha visto detenido por la crisis sanitaria del coronavirus, que lo ha cambiado todo. Esto, igualmente, no modificará las conversaciones entre ambos.
China y Vaticano posponen sin fecha su nuevo acuerdo bilateral secreto. La dificultad logística derivada de la crisis médica de la covid-19 ha complicado las nuevas negociaciones, destinadas a renovar las relaciones formales entre ambos países. Los actuales acuerdos caducan el próximo mes de septiembre, pero las consecuencias de la pandemia impiden, tal como informa la prensa italiana citando a fuentes del Vaticano, que se desarrollen los encuentros necesarios para generar un nuevo documento bienal. Así pues, según se aprende de los expertos, es muy probable que todo sea aplazado al próximo año 2021. Pero ambos Estados tendrán que dar su visto bueno acerca de ello.
Según los analistas vaticanistas, lo que está ocurriendo últimamente en Hong Kong no tendría que afectar a las relaciones entre la Santa Sede y Pekín. "Vista desde el Vaticano, Hong Kong es lejana y no sólo geográficamente", explica el prestigioso periodista italiano Massimo Franco, en el diario Corriere della Sera: "Los ecos de las protestas y de la represión en la isla no cambiará la estrategia de la Santa Sede acerca de China".
Lo llamativo acerca de las relaciones entre China y Vaticano, actualmente, es que el vigente acuerdo bilateral es secreto, por voluntad de Pekín. De modo que, por el momento, sólo los Gobiernos de ambos Estados conocen con detalle el contenido del mencionado acuerdo. Según algunos vaticanistas transalpinos, el interés mutuo está destinado a perdurar en el tiempo. Teniendo en cuenta la crisis sanitaria del coronavirus, que empezó precisamente en China; es "improbable", explica Massimo Franco, que el Vaticano se pronuncie acerca del "puño de hierro" de Pekín en Hong Kong o de los retrasos de China para informar al resto del mundo acerca de la existencia de la covid-19.
¿Qué saca el Vaticano con China?
La geopolítica del papa Francisco apunta claramente a un esquema global, donde ningún país –aparentemente– periférico es realmente tal. Y aunque China, para Roma, es la frontera en términos evangélicos; como actor geopolítico internacional, Bergoglio no quiere prescindir de un diálogo con la superpotencia que hoy representa Pekín, por mínimo que sea, en el actual "orden" mundial. Entre otras cosas, porque la Iglesia Católica del Santo Padre latinoamericano no sólo no comulga con el occidentalismo clásico proestadounidense, sino que dicha tendencia o sentimiento es cada vez más difícil de sostener desde que el inquilino de la Casa Blanca es Donald Trump. Por otra parte, el Vaticano apunta además a reforzar su actividad pastoral en el país asiático, donde hay unos 10 millones de católicos. Quién mejor que un pontífice jesuita, acostumbrado a la frontera, para ese objetivo.
¿Qué saca China con el Vaticano? Pekín desearía contar con el apoyo de la Santa Sede para suavizar las hostilidades de la comunidad internacional hacia el régimen chino y en relación a su gestión de la pandemia. Pero este hecho no puede darse por descontado, ya que hay muchos contrarios al Vaticano en el Partido Comunista Chino y hay numerosos escépticos entre las filas católicas, en primer lugar el cardenal Joseph Zen, el arzobispo de Hong Kong, quien, como bien recuerda el Corriere della Sera, apunta el dedo contra Pekín como principal responsable del coronavirus. Sin embargo, a mediados de febrero, una semana antes de la aparición de la covid-19 en Europa; el Vaticano envió 700.000 mascarillas a China como gesto humanitario de buena voluntad.
El gran cambio, respecto al actual acuerdo China-Vaticano, firmado en septiembre de 2018; es que desde entonces los obispos católicos en China ya son elegidos por la Santa Sede y no por el régimen de Pekín. Como en cualquier país. Esto en los últimos dos años, ha supuesto una simbólica señal en la que la China de Xi Jing Ping ha estado dispuesta a ceder algo de soberanía para poder estar más cerca del Vaticano y viceversa. Al fin y el cabo, es innegable el poder geopolítico de la Santa Sede ante escenarios como fueron la Guerra Fría o en el descongelamiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, en este caso con el propio Papa Francisco como árbitro.
El Vaticano y China no tienen relaciones diplomáticas formales desde hace más de 70 años, cuando Mao Tse Tung tomó el poder en 1949 y el nuncio –embajador– de la Santa Sede en China estuvo obligado a marcharse dos años más tarde. Pero hoy los tiempos han cambiado: China es una potencia económica global, la rivalidad con Estados Unidos es cada vez más evidente y el Vaticano del Papa Francisco mira mucho más a las fronteras y a las minorías respecto a sus predecesores. En los próximos meses, el coronavirus jugará un papel fundamental, sobre todo desde un punto de vista físico y logístico, pero la diplomacia sigue. Y ahora, tanto los ojos de China como de Estados Unidos, están sobre la isla de Hong Kong. Y el Vaticano, a lo mejor, tendrá mucho que decir.
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