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Fernández resucita el fantasma de las Malvinas

Argentina desclasifica un informe crítico con la intervención militar

ANA DELICADO

Tras 21 días de convalecencia médica por una operación en la tiroides, la presidenta argentina, Cristina Fernández, ha reasumido sus funciones y no ha perdido el tiempo a la hora de recuperar el que ha sido el mayor asunto de controversia durante su ausencia: el conflicto con Reino Unido por las islas Malvinas, que fueron invadidas por los ingleses en 1833 y cuya soberanía reclama desde entonces el país latinoamericano.

Durante su primer acto oficial, Fernández no dejó pasar el calificativo de 'colonialista' que días antes le había adjudicado a Argentina el primer ministro británico, David Cameron. 'El año que viene se van a cumplir 180 años de la usurpación que hizo el Gobierno de Reino Unido [del archipiélago], que echó a los argentinos que estaban allí y trasplantó ingleses aquí', recordó.

Desde la Casa Rosada, la mandataria anunció la desclasificación de un documento, protegido hasta ahora como secreto de Estado, que juzgaba el desempeño de las Fuerzas Armadas durante la ocupación argentina de las Malvinas en 1982. El informe Ratten-bach fue elaborado por una comisión castrense a solicitud de la Junta Militar que gobernaba el país por entonces.

Este expone las responsabilidades de la precipitada intervención que terminó por hundir la dictadura. Sin embargo, Augusto Rattenbach, coronel retirado e hijo del presidente de la comisión, confesó en su día a la prensa que había sido adulterado. 'La historia del informe es bastante espuria. La Junta ordena su confección, pero ni lo usa, ni lo difunde, ni siquiera lo da a conocer a las Fuerzas Armadas'.

Muy seria al respecto, Fernández indicó que el reclamo de la soberanía argentina que tanto molesta en Reino Unido 'abarca la defensa de nuestros recursos naturales, porque están depredando nuestro petróleo y nuestra pesca'. 'Pero nadie le pide a los habitantes de las Malvinas que dejen de ser ingleses, como no se lo pedimos a ningún español, ni a ningún italiano, ni a ningún ucraniano', aclaró.

Fernández descartó cualquier tipo de intervención militar y explicó que su Gobierno seguirá con la política de recordar 'a nuestros muertos', y de reclamar 'que se cumpla la resolución de Naciones Unidas para que Reino Unido se siente a dialogar y a negociar sobre esta cuestión'.

También se mostró molesta por los comentarios suspicaces que se originaron cuando su equipo médico certificó, después de ser operada, que lo que había diagnosticado como un carcinoma papilar en la tiroides era un tumor benigno. 'Faltó que opinara la Organización Mundial de la Salud', afirmó. 'Yo le agradezco a todos los que no se alegraron, que se ve que son más'.

Con una clara cicatriz en el cuello, dijo que no había cubierto la herida con un pañuelo porque, si lo hiciese, el diario Clarín iba a escribir: 'Esta no se operó'. E, irónicamente, añadió: 'Saben que la estética me puede, pero la política está antes que la estética'.

Fernández contó también cómo se sintió cuando le comunicaron que no tenía cáncer: 'Me senté con unas fotos, esas típicas mías con él [su difunto marido, Néstor Kirchner]. Me dijeron que no habían encontrado células cancerígenas en los nódulos, pero sí otro nódulo que no había aparecido antes. Ese fue el único momento en que me puse a llorar'.

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