Un atentado mortal en la provincia de Xinjiang despertó ayer el alarma en Pekín a sólo cuatro días de la inauguración de los Juegos Olímpicos. El ataque contra una comisaría en la ciudad de Kasghar costó la vida a 16 policías y otros 16 resultaron heridos.
En Xinjiang, en el noroeste del país, viven ocho millones de musulmanes de la minoría étnica uigur, que ha protagonizado actos violentos contra la opresión por el régimen chino.
Las autoridades chinas se apresuraron ayer a asegurar que los visitantes de los Juegos no corren peligro. 'Hemos reforzado la seguridad en todas las instalaciones y en la Villa Olímpica', dijo Sun Weide, portavoz del Comité organizador de Pekín 2008 (BOCOG).
El mortífero ataque pone a prueba la eficacia del enorme despliegue de fuerzas de seguridad por todo el país llevado a cabo en el último mes. Uno de los mayores temores del Gobierno es que durante el evento se produzcan ataques violentos o revueltas protagonizados por algunos de los grupos más descontentos con el régimen comunista, como los tibetanos y los uigur, víctimas de una fuerte represión y discriminación cultural por parte de las autoridades.
'Estamos preparados para gestionar cualquier tipo de amenaza a la seguridad y confiamos en que tendremos unos Juegos seguros y en paz', subrayó Sun Weide.
A pesar de las promesas de los organizadores, el atentado de ayer puso de manifiesto que las tensiones domésticas en el gigante asiático son un riesgo de cara a los Juegos. Según la agencia oficial Xinhua, el ataque fue perpetuado por dos hombres armados con granadas que arrasaron con un camión un puesto de la Policía paramilitar en la ciudad de Kasghar, a más de 2.000 km de la capital.
La Policía informó de que los dos atacantes han sido arrestados -sin especificar si eran de etnia uigur. Tampoco mencionó si se trataba de un ataque terrorista por parte de un grupo separatista uigur. Si esto se confirmara, se trataría del peor ataque mortal cometido en Xinjiang contra las autoridades desde los años 90.
Pekín lleva meses insistiendo en que el grupo separatista uigur Movimiento Islámico del Turkestan Oriental, (ETIM), planeaba atentados terroristas contra los JJOO. Aunque China y EEUU califican al ETIM como banda terrorista, varias organizaciones internacionales denuncian que Pekín exagera la amenaza terrorista para justificar la represión policial en Xinjiang, donde existen controles frecuentes y la prensa extranjera tiene el acceso restringido.
Desde principios de año, Pekín ha informado del arresto de decenas de uigures sospechosos de terrorismo, o de atentados abortados, incluido uno con bomba a un avión de pasajeros, pero sin especificar detalles concretos.
En una visita a Pekín en julio, la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, alertó a China de que la seguridad durante los JJOO no puede ser una excusa para aumentar la represión sobre disidentes políticos. Durante los meses previos al evento, los populares vendedores uigur de pinchos de cordero, o de pasteles de frutos secos, han ido desapareciendo de las calles de Pekín y se han cerrado numerosos restaurantes musulmanes.
La falta de transparencia del Gobierno al informar sobre posibles ataques contribuye a crear un clima de incertidumbre informativa y a cuestionar la política antiterrorista de Pekín. Hace dos semanas, dos explosiones en sendos autobuses mataron a dos personas e hirieron a otras catorce en Kunming en el sur del país. Un incidente parecido ocurrió en mayo en Shanghai, cuando una explosión en un autobús mató a tres personas.
Hace dos semanas, un grupo separatista uigur difundió un video en el que reconoce que planea atentar contra los JJOO y reinvindicó los atentados en Kunming. La Policía, sin embargo, ha descartado su veracidad. Hace cuatro días, el vicepresidente de Xinjiang, Kuexi Maihesuti, dijo que la amenaza terrorista uigur no debe exagerarse, ya que la mayoría de atentados son abortados antes y que los grupos existentes no tienen capacidad para preparar ataques masivos.
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