Dios, el delincuente y la fiscal, por Ana Pardo de Vera

publicado el 08 de Noviembre de 2024


En su primer y único debate con la demócrata Kamala Harris, Donald Trump, presidente electo de EE.UU., acusó a los migrantes de Springfield de comerse a las mascotas de los estadounidenses puros, si es que hay alguno en el país: los migrantes se comen a los perros y los gatos, soltó ante la estupefacción de la mayoría del planeta. Y nos reímos, claro, qué disparate. El de las mascotas ingeridas solo es uno más de los bulos soltados por Trump. La prensa norteamericana ha contabilizado más de 30.000 mentiras, de hecho, soltadas por el presidente electo en campaña. Todo en él es una mentira, para empezar porque es un delincuente condenado por eso, por mentir y tratar de tapar la verdad extorsionando a una actriz porno que tuvo sexo con él. Otros delitos penden sobre él, entre ellos, el de instigar a sus votantes para atacar el Capitolio, el Congreso de EE.UU. el 6 de enero de 2021, cuando Biden ganó las elecciones y Trump se negó a reconocer el resultado, alentando teorías falsas fraudes, conspiraciones y otras barbaridades. Murieron cinco personas en este asalto por negación de la democracia, porque el negacionismo democrático también mata.
Trump es el líder de los negacionistas, y hoy se confirma que volverá a gobernar aun con más apoyos que en 2017. Tras conocerse esta victoria -que ‘curiosamente’ él no cuestiona- Trump proclamó, en referencia al atentado que sufrió durante un mitin: “Dios me ha salvado la vida para que yo salve a EE.UU.”. Las autocomparaciones con fuerzas divinas, la religión como justificación política, por cierto, son un clásico entre negacionistas de la ciencia y la razón, entre dictadores y autócratas, sean de este siglo o del pasado; en Europa lo sabemos bien, tanto como las consecuencias dramáticas que provocan.
“Un delincuente ha ganado a una fiscal”, describía el escenario electoral muy acertadamente la politóloga Cristina Monge. En esta frase está todo dicho sobre la foto que nos traslada EE.UU., a la que se suma el aplauso de todas fuerzas autoritarias europeas por el triunfo de Trump: Orban en Hungría, Le Pen en Francia, Meloni en Italia y, por supuesto, Vox en España. También Netanyahu en Israel, Bukele en El Salvador o Milei desde Argentina han vitoreado el triunfo de Trump.
“¿Cómo se puede votar a un delincuente mentiroso como Trump?”, nos preguntamos algunas. La respuesta, sin embargo, la tenemos aquí al lado, aquí mismo y mientras tratamos de recuperarnos de los efectos de la peor catástrofe en décadas en medio de una campaña de desinformación obscena por parte de la extrema derecha y los negacionistas del cambio climático para meter el dedo en la llaga de la incertidumbre. Cadáveres que no existen, bombardeos de nubes, destrucción de presas, ... Mentiras, mentiras y mentiras utilizando el sufrimiento y el miedo de tanta gente afectada, con centenares de muertos en morgues improvisadas y decenas de desaparecidos. Desinformación negacionista, redes sociales que le dan una rápida difusión, dios en la punta de la lengua y la ciencia en la basura,
 hombres superiores a mujeres, heterosexuales por encima de personas LGTBI+, sangre pura americana (o española, si es que tal cosa existe) que se impone sobre migrantes, raza blanca superior a todas las demás,... Fuerza por encima de todo, no digamos por encima de la vulnerabilidad. Nada nuevo, ya lo decía aquel: “Ante Dios y el mundo, el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad”. ¿Y quién era aquél? Pues Hitler, quién si no...