Este es el pueblo más bonito de la Costa Brava

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Sabemos que no es el pueblo más solitario de la Costa Brava, pero es lo que tiene la belleza, que nunca pasa desapercibida. Así que, aunque no estarás solo en tu visita a Calella de Palafrugell, especialmente en temporada alta, este pueblo siempre merece la pena porque es uno de los más bonitos y características de la costa de Girona

Acompáñanos en esta ruta por el litoral del municipio de Palafrugell, en pleno Baix Empordà, disfrutando de inolvidables calas, puertos pesqueros y paisajes naturales. 

Calella de Palafrugell, el Mediterráneo de Serrat 

Calella de Palafrugell - Depositphotos
Calella de Palafrugell – Depositphotos

Ya sabes lo que dice la leyenda, que Serrat compuso su oda al Mediterráneo desde el hotel Batlle en Calella de Palafrugell. Así que pocos lugares encontrarás en Catalunya que resuman la esencia de mediterránea mejor que este trocito de paraíso costero. 

Pero antes de pasar bajo les Voltes en el Port Bo, arrancamos nuestra ruta por este entorno un poco más al sur, en Castell, en el municipio de Palamós, siguiendo la etapa 8 del GR 92 en dirección inversa, el Sendero del Mediterráneo que conecta Andalucía con Catalunya. 

Tras disfrutar una vez de Cala Estreta, una de las calas “escondidas” más icónicas de la Costa Brava, pasar ante la Cala del Crit en el municipio de Mont-ras, transitamos un rato por el interior para conocer los Jardines de Cap Roig, uno de los tesoros de Palafrugell: 17 hectáreas con 800 especies botánicas rodeando un castillo de cuento.  

El casco histórico de Calella: Les Voltes y Port Bo 

Calella de Palafrugell - Depositphotos
Calella de Palafrugell desde el mirador de Manel Juanola i Reixach – Depositphotos

Es en los Jardines de Cap Roig donde se inicia el tramo dos del Camino de Ronda, el cual recorre buena parte del municipio de Palafrugell, el cual que incluye los núcleos urbanos de Llafranch, Tamariu o la propia Calella, además del centro del municipio, al interior, donde se concentra buena parte de su población. 

Este tramo ya nos acerca al casco histórico de Calella que comenzó a configurarse desde el siglo XVII cuando los primeros pescadores se asentaron aquí pasando su tiempo entre redes, señuelos y cañas y mirando de reojo al horizonte por si los piratas hacían de las suyas.  

Dos siglos y medio más tarde, otros invasores, menos agresivos, pero igual de entusiastas, llegaron a la zona: los turistas. Pero, a diferencia de otros enclaves de la Costa Brava, la fisionomía urbana de Calella ha sabido resistir los envites del turismo masivo, como podemos comprobar en Les Voltes, el icono de la localidad que fue inmortalizado por Josep Pla: “El mar visto a través de una arcada… ¿Existe algo más prodigiosamente bello?”. 

Calella de Palafrugell - Depositphotos
Calella de Palafrugell – Depositphotos

El “prosista más importante de la literatura catalana contemporánea”, que tiene su fundación en Palafrugell, nos recordaba que la mejor manera de disfrutar de este pueblo “prodigiosamente hermoso”, es desde el mar, desde una barca, donde apreciamos este abigarrado caserío de paredes blancas y tejados rojos, entre los que despunta la torre de la iglesia de San Pedro

Entre Port d’en Calau y Les Voltes, se ubica Sa Perola, antiguo local de pescadores que alberga la oficina de turismo y centro de interpretación de la gastronomía de Catalunya: y es que Calella es también una referencia de la cocina catalana más tradicional y marítima. 

Tras pasar el Port de Malaespina, con una de las diferentes calas con forma de media luna del litoral de Calella, llegamos al brazo rocoso que alberga el mirador de Manel Juanola i Reixach, sí, el creador de las pastillas, que también era de aquí: una de las postales más típicas de Calella. 

De la playa del Canadell al faro de San Sebastián 

Llafranc - Depositphotos
Llafranc – Depositphotos

El último tramo de nuestra ruta por la costa de Palafrugell nos lleva al norte del municipio, primero pasando ante la playa del Canadell, otro símbolo de Calella por los sótanos de la misma, antiguos porches que usaban los pescadores de la zona para guardar sus aparejos de pesca como también vimos en la playa del Port Pelegrí, al sur de la Platgeta, antes de Port Bo. 

Y más hacia el este llegamos a un tramo de escaleras que conduce a los Tres Pins donde ahora se ubica el Hotel La Torre, nombre que homenajea la vieja torre de vigilancia de Calella, construida a finales del XVI para lidiar con los ataques de los piratas.  

El Camino de Ronda continúa desde Els Tres Pins pasando por la Punta d’Blanc y el mirador de Llafranc, hasta esta localidad que forma parte del municipio de Palafrugell como Calella. Su playa y su puerto deportivo son otro must de la Costa Brava, como lo es también el Conjunto Monumental de San Sebastián de la Guarda. 

Faro de San Sebastián - Depositphotos
Faro de San Sebastián – Depositphotos

No es mal plan visitar este lugar para recordar que esta costa brava ya estaba aquí mucho antes de que la convirtiésemos en la Costa Brava: hace más de 2.600 años se desarrolló en este enclave un poblado íbero donde también encontramos una torre vigía del XV, la ermita y hospedería del XVIII y el faro del XIX. 

Desde 2017 encontrarás aquí el centro de visitantes de la montaña de San Sebastián, donde tendrás una de las mejores vistas de toda la Costa Brava: un último vistazo a la belleza del litoral de Palafrugell.

Y si tienes ganas de más, el Camino de Ronda continúa hasta Tamariu, aún dentro del municipio de Palafrugell, al norte de donde encontrarás la cala d’Aigua Xelida, otro símbolo de la Costa Brava. ¡Si es que la brava belleza de esta costa no amaina nunca! 

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