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La abulia: el peligro mental del verano

El término “abulia” es definido por la RAE como “pasividad, desinterés, falta de voluntad”: es esa falta de voluntad la que caracteriza la abulia desde un punto de vista psicopatológico.  

Porque si la voluntad es la intención o el ánimo de hacer algo, la falta de voluntad a nivel psicológico nos puede convertir en seres indiferentes, pasivos e inertes, coqueteando con la depresión y a merced de la voluntad de otros. 

A continuación, te explicamos por qué la abulia es especialmente peligrosa en verano cuando diversos factores se alinean para poner a prueba nuestra voluntad, nuestro ánimo y nuestra energía. 

La abulia como alerta psiquiátrica 

mujer
Pixabay

Ya os explicamos en su día por qué cuesta más trabajar en verano y cómo este hecho influye en la aparición de la abulia: el calor, la desmotivación, las vacaciones escolares, el horario estival, entre otras circunstancias, contribuyen a que no podamos ser igual de productivos en verano.  

Pero la abulia puede ser un problema mucho más espinoso que un considerable descenso en la productividad de nuestro rendimiento. En este sentido, como la define la Clínica Universidad de Navarra en su diccionario médico, la abulia es un trastorno neuropsiquiátrico caracterizado por la falta de voluntad o incapacidad para iniciar y persistir en actividades dirigidas a objetivos. 

Y claro, esta incapacidad no solo es perceptible en el trabajo, sino en cualquier otra actividad cotidiana. Se trata, por tanto, de una forma de apatía extrema, una falta de interés general por participar en cualquier actividad, no solo en las que se requiere un cierto esfuerzo (como trabajar), sino también en las actividades que en algún momento fueron agradables para el individuo. 

Por ello, la abulia o falta de voluntad es un síntoma habitual de diversos trastornos como la propia depresión. Es muy habitual que las personas depresivas no logren animarse, ni siquiera para participar en actividades “divertidas”.  

Pero, además, la abulia también acompaña otras enfermedades neurológicas y psiquiátricas, como la esquizofrenia, la depresión mayor, los trastornos del espectro autista y diversas formas de demencia, incluyendo la enfermedad de Alzheimer

Abulia veraniega o cómo la voluntad se ‘derrite’ en verano 

¿Por qué en verano no queremos trabajar?
Cansancio

De cualquier forma, la abulia no siempre es síntoma de un trastorno grave, sino tan solo una etapa por la que pasa el ser humano en algunas fases de su vida… o en algunos periodos del año, como el verano.  

Y es que esta época del año es, como vimos, campo abonado para la falta de voluntad y la apatía por los cambios que vive tanto nuestro cuerpo debido a los propios cambios meteorológicos, como a las propias alteraciones de nuestros ritmos cotidianos, incluyendo las “temidas” vacaciones que son para no pocos trabajadores fases de abruptos cambios de costumbres. 

Teniendo en cuenta que muchos vivimos bajo la tiranía de un horario muy riguroso, con la llegada del verano nos debemos adaptar a otro ritmo diferente lo que no siempre es bien llevado ni por nuestro cuerpo ni por nuestra mente que no suelen adaptarse muy bien a los cambios bruscos.  

Muchas ciudades “duermen” en verano de forma que esa calma que contrasta con el dinamismo del resto del año puede alterar a los individuos más inquietos que necesitan ese ritmo alto de actividad para sentirse animados.  

Así como nos contagiamos de las prisas de los demás en un contexto “dinámico” también nos podemos contagiar de la falta de actividad en un contexto de “calma chicha”.

Lo que puede ser un descanso más que necesario para la mente tras meses de actividad frenética también puede suponer un arma de doble filo: nos amodorramos en nuestra apatía veraniega, mientras el calor derrite nuestra voluntad de acción… Y cuando llega septiembre cuesta un mundo volver al ritmo frenético habitual: es el temido síndrome postvacacional

¿Cómo superar la abulia veraniega? 

Una mujer observa un niña en un pueblo con mar - Fuente: Unsplash
Verano – Fuente: Unsplash

Ya sabrás que el truco para (casi) todo está en la moderación. Luchar contra la abulia veraniega no debe suponer una oportunidad más para convertir la vida en un imposible y estresante schedule de actividades. Pero tampoco debemos convertir el verano en una etapa indolente y perezosa, si esa forma de vida no va con nuestro carácter. 

  • Lo primero, por tanto, conócete a ti mismo y no te dejes arrastrar por el ritmo que te impongan los demás, ni siquiera las ciudades dormidas. Si el resto del año tampoco quieres ir corriendo por el Metro como si siempre llegaras tarde, es probable que tampoco necesites tirarte a la bartola en una hamaca de julio a septiembre. Decide tú el ritmo al que quieres vivir el verano… siempre que el calor lo permita. 
  • Organiza el verano. Un mínimo de organización nunca viene mal, aunque no sea muy romántico. Si vives todo el año pegado a una agenda y cuando llega el verano la tiras a la basura, el tiro te puede salir por la culata y tal vez acabes rebuscando en la basura tras una semana de apatía extrema.  
  • Adáptate a los cambios horarios que conlleva el verano, especialmente en relación al trabajo, manteniendo aquellas actividades que son fundamentales para ti (y tu mente), como el ejercicio físico, por ejemplo, siempre adaptado al calor, por supuesto. 
  • Aprovecha el verano para esas actividades que siempre quedan en el tintero el resto del año, si es que realmente tienes tiempo para ello. 
  • Pero no conviertas el verano en una agenda plagada de actividades: las vacaciones no deben ser “productivas” como nos dicen que debe ser el trabajo. No llevemos la jerga laboral a todos los órdenes de la vida.  
  • Si lo tuyo no es detener en seco la actividad, no lo hagas: es la mejor forma de superar el síndrome postvacacional que tanto afecta a aquellas personas cuya vida vive un abrupto cambio con la llegada de septiembre.  
  • No confundas apatía extrema con “no hacer nada” u holgazanería. Un holgazán tiene la voluntad de no hacer nada, y no siempre no hacer nada es sinónimo de holgazanería, sino al contrario: en ocasiones, la inactividad (física) es la mayor de las actividades mentales. Recuerda: la abulia es la incapacidad de motivarse para hacer cosas, es decir, aunque quieras, no puedes. Pero si tu voluntad es la de “no hacer nada”, adelante, estás en tu perfecto derecho, por supuesto.  


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