¿Gastas más de lo que debes? Quizás sufres dismorfia del dinero

“Credit Karma defiende el progreso financiero para todos”. Y para “ayudarnos” en ese objetivo, la plataforma crediticia estadounidense ha inventado el término dismorfia del dinero que no tiene ninguna base clínica ni científica, pero del que se ha estado hablando las últimas semanas tras la publicación de una encuesta de la empresa Credit Karma.  

Tras hablar con 1.006 estadounidenses a finales de 2023, el estudio ha concluido que la generación Z y los millennials están obsesionados con ser ricos y eso podría conducir a una dismorfia del dinero. 

La dismorfia del dinero o por qué nos obsesiona la riqueza 

Dinero
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El término dismorfofobia es definido por la RAE como fobia a padecer algún defecto, anomalía o enfermedad que afecte estéticamente a una parte del cuerpo, especialmente al rostro, del que se deriva el trastorno dismórfico corporal vinculado a la vigorexia, un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo que podría afectar a más de siete millones de personas solo en Estados Unidos. 

Partiendo de las características de este trastorno, los responsables del estudio han denominado como dismorfia del dinero o dismorfia financiera la obsesión por compararse con los demás, especialmente con famosos, generándose “sentimientos de insuficiencia financiera”, en palabras de Courtney Alev, directora de producto y “defensora financiera” en Credit Karma. 

Por lo tanto, no se trata de ningún trastorno psicológico clínicamente certificado ni estudiado científicamente, sino más bien de un símil que busca llamar la atención sobre un comportamiento en relación con las finanzas personales que, en los casos más graves, sin duda, podría tener consecuencias psicológicas para el individuo. 

Alev señala una “distorsión entre la percepción y la realidad que puede impedir que las personas tomen medidas (adecuadas y responsables) para lograr sus objetivos financieros”, una inseguridad acerca de la situación financiera que no siempre es realista, sino que se basa en la comparación con supuestos “ideales financieros”.  

Así, mientras una persona que padece la dismorfia corporal se mira en el espejo y, por comparación con un supuesto ideal físico (que no existe en la práctica), se siente inseguro, deprimido y/o ansioso, la persona que “sufre” dismorfia del dinero mira su cartera o su cuenta corriente y, por comparación con los millonarios que siempre están en el candelero, se siente inseguro, deprimido y/o ansioso pese a que su situación financiera pueda ser moderadamente positiva.

Es decir, que no necesite más dinero para cubrir sus necesidades básicas y desarrollar un proyecto de vida normal que no incluya yates o aviones privados. Y, aún con todo, sentirse mal en relación al dinero que tiene.

Obsesionados con ser ricos: ¿por qué sentirse financieramente ‘fracasados’? 

Según la encuesta, casi la mitad de los encuestados (pertenecientes a la generación Z o millenialls, es decir, menores de 45 años) están obsesionados con ser ricos y se sienten atrasados financieramente. Entre ellos, un 37% tienen más de 10.000 dólares de ahorros y un 23% tienen más de 30.000 dólares lo que “está muy por encima de la cantidad media de ahorro de los estadounidenses que se cifra en 5.300 dólares”. 

¿Y a qué se debe está insatisfacción financiera a pesar de tener más ahorros que la media? Parece que es debido a la comparación con los famosos, a la influencia de las redes sociales, de todos esos personajes que exhiben su riqueza a través de Internet o por televisión y que poco tienen que ver con las vidas cotidianas del “ciudadano medio”. 

La era financieramente ‘irresponsable’ va a acabar…

Gastar dinero - Fuente: Pexels
Gastar dinero – Fuente: Pexels

Una nueva encuesta de Credit Karma publicada en marzo se complementa con la precedente sugiriendo que la obsesión por ser rico y la inseguridad financiera de la generación Z y los millennials parece haber tenido otra consecuencia: un 73% de los encuestados que han sido financieramente irresponsables dice que su era financieramente irresponsable, valga la redundancia, ha terminado. 

¿Qué supone esto? Que uno de cada cinco miembros de la Generación Z y los millenials participarán “en el año de «no compra» en 2024”, es decir, que dejarán de gastar más de lo que deben.

Y es que según la encuesta un 33% de los estadounidenses menores de 45 años admitía ser adicto a las compras, culpando el 69% de los mismos a las redes sociales por alimentar sus malos hábitos, acumulando el 18% deudas de más de 5.000 dólares. 

Paradójicamente, casi el 50% de los miembros de la Generación Z y los millennials señalan que las tendencias de financias personales en las redes sociales los han motivado a adoptar buenos hábitos financieros, como presupuestos elevados y “años sin compras”, dejando de comprar “artículos de lujo” y artículos de tendencias en redes sociales. 

Finalmente, un 28% de los encuestados señala sentirse cansado de vivir por encima de sus posibilidades. Entonces, ¿el 72% de los encuestados aún no está cansado de vivir por encima de sus posibilidades? 

¿Queremos ser ricos o ser libres? ¿Queremos riqueza o dignidad? 

Billete de dólar - Fuente: Pexels
Billete de dólar – Fuente: Pexels

Más allá de las conclusiones que se pueden sacar de esta doble encuesta que ofrece datos difíciles de cotejar y que no deja en muy buen lugar la capacidad de raciocinio del estadounidense medio, cabe peguntarse por la causa de esa supuesta dismorfia del dinero que no es otra que la obsesión por ser rico. ¿Pero se trata de una obsesión con ser “rico”, o una obsesión con tener el dinero suficiente para construir un proyecto de vida básico que, incluya, por ejemplo, una casa en propiedad? 

Porque si necesitas dinero para comprar una casa, pero esa casa tiene un precio indecente, el fracaso no está en tu cuenta corriente, sino en el sistema que permite que una gran cantidad de ciudadanos no tengan “dinero suficiente” para acceder a una vivienda. 

Así que no te sientas fracasado por no tener suficiente dinero o no ganar lo suficiente. El fracaso, en todo caso, es general, social, de todos, por permitir que el dinero se haya convertido en una obsesión debido a la injusticia y la desigualdad social.  

Y sí, esa obsesión derivada de la injusticia y la desigualdad social puede derivar en problemas psicológicos graves, pero no en una dismorfia del dinero, que no es más que un símil que nos puede servir, en primer lugar, para llamar a la “responsabilidad y sensatez” financiera individual.  

Y, en segundo lugar, y más importante, debe servir para llamar a la reivindicación social por una sociedad más justa, también desde un punto de vista económico, una sociedad en la que un individuo nunca se sienta fracasado por no tener dinero para pagarse una casa y no tenga que soñar con ser “rico” para comprársela, sino que asuma que es un fracaso social general que una persona tenga que ser “rica” para comprar un bien básico (y constitucional) como una vivienda. 

Otra cuestión a analizar y diferente a la anterior, que dejamos para más adelante, es ¿por qué aquellos que ya tienen suficiente dinero para desarrollar un proyecto de vida quieren seguir acumulando más dinero aún? ¿Por qué queremos más dinero, aunque no lo necesitemos realmente?

Tal vez por esa dismorfia del dinero (y de todo lo demás), esa insatisfacción permanente, no solo con nuestras finanzas, sino con todo. Siempre queremos un poco más, lo que convierte en paradójico, al fin y al cabo, que reclamemos igualdad cuando solo queremos ser iguales a los que están por encima… nunca a los que están por debajo. ¿O no?



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