Otras miradas

Grande-Marlaska en la frontera: 'Algunos Hombres Buenos'

Guillermo Zapata

Escritor y guionista

Tom Cruise como Daniel Kaffee en 'Algunos Hombres Buenos', de Rob Reiner (1992)
Tom Cruise como Daniel Kaffee en 'Algunos Hombres Buenos', de Rob Reiner (1992).

En 1992, Rob Reiner dirigió Algunos Hombres Buenos. Aaron Sorkin escribió el guion que adaptaba su propia obra de teatro. Algunos Hombres Buenos cuenta el juicio por la muerte de un soldado en la base aérea norteamericana en Guantánamo, pero funciona, sobre todo, como el enfrentamiento entre dos racionalidades.

Una es la del Coronel Nathan Jessup, interpretado por Jack Nicholson. Nicholson representa el orden social del Estado, definido por la clásica división entre los fines y los medios. La forma en la que de manera más clara se expresa esa división es en una de sus intervenciones finales: "Vivimos en un mundo lleno de muros y esos muros tienen que custodiarlos hombres armados. ¿Quién va a hacerlo sino? ¿Tú? Tengo una responsabilidad mayor de la que puedes imaginar. Tú maldices a los marines, pero tienes el lujo de no saber lo que yo sé. Que mi existencia, aunque grotesca e incomprensible para ti, salva vidas".

Frente a Jessup está Daniel Kaffee, interpretado por Tom Cruise, que pasa del cinismo sobre sí mismo y sobre el mundo a creer en sí mismo (y por el camino a creer en el mundo) y que, básicamente, le tiende al Coronel Jessup una trampa. La trampa es la siguiente: "usted que dice que diferencia entre medios y fines, en realidad no diferencia entre medios y fines, usted está orgulloso de lo que hace. Está orgulloso de la crueldad, está orgulloso de reproducir la autoridad del estado sobre los demás (en el caso de la película, sobre otro soldado al que ha mandado castigar y el resultado del castigo es que lo han asesinado) Es decir, usted, no es un cínico. El cinismo sería ocultar ese orgullo". Jessup responde afirmando que, efectivamente, no es un un cínico, expresa el orgullo de sus acciones y con eso se incrimina.

Esta semana hemos conocido que la justicia ha considerado ilegales las devoluciones de menores marroquíes ordenadas por el ministro Grande-Marlaska en 2021. La política de frontera realizada por el ministro continúa sin matices la llevada a cabo por el Partido Popular en legislaturas anteriores. Una política plenamente alineada con el Pacto Migratorio y de Asilo Europeo aprobado hace apenas unos meses y celebrado por Vox como un avance que lleva su sello junto el de otras fuerzas de extrema derecha.


Marlaska no ha asumido responsabilidad alguna por los hechos. Bien por el contrario, a pesar de asumir el contenido de la sentencia (no le queda otra) ha mantenido que las expulsiones se hacían por el bien de los menores y de acuerdo con Marruecos. Eso es, muy resumido, lo que diferencia a Marlaska de Jessup. Dónde el primero se presenta siempre como la contraparte autoritaria, seguramente desagradable, pero en cualquier caso necesaria. Marlaska se presenta a si mismo como un campeón de los derechos humanos. Un liberal.

Viendo Algunos Hombres Buenos, el ministro de Interior nunca se pensaría como el Jessup de Jack Nicholson, sino como el Daniel Kafee de Cruise. La figura que pasa del cinismo a una suerte de idealismo pragmático.

Entre 1995 y 2009, el maestro de la novela negra James Ellroy escribió su Trilogía Americana, compuesta por América, Seis de los Grandes y Sangre Vagabunda, que tiene como objetivo poco disimulado, destrozar la mitología fundacional de la izquierda demócrata estadounidense. Dicho de otra manera, matar a los ídolos. Ellroy dedica una importante cantidad de tiempo a retratar todo lo que está podrido en Camelot. Camelot es el nombre mitológico con el que la administración Kennedy ha quedado solidificada en el ámbar de la nostalgia. Un reino mágico que Ellroy destroza sin piedad (y con no pocas veleidades reaccionarias).


La América de Ellroy y la de Algunos Hombres Buenos no podría ser más diferente. Dónde la primera se dedica a dinamitar todos los lugares comunes sobre un periodo que parece incuestionable, la otra construye una fábula idealista en la que los valores son más fuertes que el sistema.

No necesitamos un Ellroy que nos recuerde que no vivimos en Camelot, pero si tenemos la obligación de mantener la atención para que el brillo del idealismo no nos haga confundir a Nicholson y a Cruise, a Jessup y a Kaffe o una sentencia del Tribunal Supremo por violar derechos básicos de menores con una sana y responsable acción gubernamental.

A veces es tan sencillo como identificar quién tiene poder y quién es vulnerable. En Algunos Hombres Buenos, esta tensión entre la función social (vigilar la frontera) y el mínimo de valores para saber lo que es justo, se resume de forma magistral en una conversación entre dos de los personajes secundarios de la película que acompañan a Cruise en el equipo jurídico de la defensa.

En un momento, uno de los miembros del equipo, interpretado por Demi Moore le pregunta a otro: "¿Por qué los odias tanto?", dice refiriéndose a los Marines que han abusado de un compañero hasta matarlo accidentalmente. Él lo piensa un segundo y le dice "Porque abusaron de alguien más débil".

A veces no es más que eso. Todo lo demás es Camelot.

Más Noticias