Este rincón es el lugar más mágico de Aragón

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Historia, arte, gastronomía y naturaleza. Un monasterio, un hotel y un jardín histórico. El Monasterio de Piedra lo tiene todo, por eso se ha convertido en un lugar de peregrinación en la Comunidad de Calatayud, comarca al suroeste de Zaragoza, en la frontera con Soria y Guadalajara. 

¿Te apetece conocer el origen del chocolate a la taza, caminar por uno de los jardines históricos más sensuales de España o alojarte en uno de los monasterios más relevantes de la Orden del Císter? Pues acompáñanos en este viaje hasta el municipio zaragozano de Nuévalos para conocer el Monasterio de Piedra, un lugar mágico de Aragón.

Un bendito retiro en el Monasterio de Piedra 

Monasterio de Piedra - Fuente: Depositphotos
Jardín del Monasterio de Piedra – Fuente: Depositphotos

Son más de 800 años de historia los que suma este conjunto arquitectónico al que se le unió en el siglo XIX un parque-jardín que terminó por dotarle de un ambiente único en España.

Pero mucho antes de que el empresario catalán Pau Muntadas i Campeny aprovechará la reciente desamortización para hacerse con los terrenos del monasterio, un grupo de 13 frailes, también procedentes de Catalunya, se enamoraron del lugar. 

Monjes blancos en Nuévalos 

Monasterio de Piedra- Fuente: Depositphotos
Monasterio de Piedra- Fuente: Depositphotos

En 1150, el conde Ramón Berenguer IV dona a la abadía de Fontfroide cerca de Narbona unas tierras en la Conca de Barberà donde se asienta una comunidad de monjes blancos pertenecientes a la recién inaugurada Orden del Císter que aboga por una reacción frente a la supuesta relajación de los preceptos de la regla benedictina, la propugnada por San Benito de Nursia que dio origen a la vida monástica. 

Cuatro décadas más tarde, Alfonso II de Aragón y su esposa Sancha de Castilla donan a los monjes de Poblet unos terrenos de su propiedad: 13 frailes catalanes ponen rumbo a Aragón donde comienzan las obras del futuro monasterio en torno al río Piedra, un afluente del Jalón en la cuenca del Ebro al que el monasterio debe el nombre. 

A nivel estético, nos encontramos en un momento de transición del románico al gótico, aprovechando el monasterio de este último sus hallazgos estructurales como las bóvedas de crucería y los arcos apuntados para generar espacios más diáfanos. Pero los monjes blancos prefieren la contención en la decoración y por eso el Monasterio de Piedra se presenta como un conjunto limpio y austero.  

Con el paso del tiempo, el monasterio vive diversas ampliaciones como la que se produce en el XVIII ocultando algunos tesoros que han sido redescubiertos en épocas recientes gracias a las últimas restauraciones. 

Pero en el XIX, el Monasterio de Piedra cae en desgracia, primero con la supresión de la comunidad en 1808 en plena guerra de la Independencia y después tras el saqueo de la abadía que se transforma en hospital. El decreto de desamortización de 1835 significa el fin definitivo de la comunidad monástica en Piedra. Hoy, el viajero puede visitar los restos de la iglesia que permanece en ruinas, el claustro, la sala capitular, el calefactorio y el refectorio.  

El chocolate y el vino del Monasterio de Piedra 

Monasterio de Piedra - Fuente: Depositphotos
Claustro del Monasterio de Piedra – Fuente: Depositphotos

Pero los monjes no solo oraban, también disfrutaban de algunos pequeños placeres mundanos. Cuenta la leyenda —y la exposición de la cocina conventual del monasterio— que el primer chocolate a la taza del continente se elaboró tras los muros del Monasterio de Piedra.  

El monje cisterciense Fray Jerónimo de Aguilar, que acompañó a Hernán Cortés en América, habría enviado un saco con semillas y una receta a Antonio de Álvaro, abad del Monasterio de Piedra: las semillas debían ser trituradas y mezcladas con vainilla, canela y/o azúcar para mitigar su amargor. Et voilà, tenemos el primer chocolate a la taza en Europa. Imaginamos que los monjes blancos tuvieron que rezar unos cuantos padres nuestros tras el clímax de poner los labios en aquel elixir divino. 

Como divino es también el vino de la comarca de Calatayud que forma parte de su historia desde el siglo II a. D. y que podemos conocer en el Museo del Vino D.O. Calatayud que acoge el monasterio. 

El jardín del Monasterio de Piedra 

Monasterio de Piedra - Fuente: Depositphotos
Parque del Monasterio de Piedra – Fuente: Depositphotos

A pesar de su relevancia, hasta ahora hemos recorrido un monasterio como hay muchos en España. Pero lo que completa este lugar convirtiéndolo en un enclave único es el cambio que vive a partir de mediados del XIX cuando Juan Federico Muntadas Jornet hereda la propiedad de su padre. Diputado y abogado, destacó también como poeta y dramaturgo creando una guía de su propio monasterio publicado en 1871. 

Y es que el Monasterio de Piedra es reconocido como uno de los primeros centros turísticos de España y pionero del turismo sostenible al dinamizar un lugar deprimido y un conjunto arquitectónico en ruinas para convertirlo en eje de atracción turística

Convirtió la huerta preexistente en un jardín paisajista siguiendo los patrones del Romanticismo que comenzaban a dominar tanto en Inglaterra como en Europa central. De hecho, en sus viajes a Alemania toma nota de las piscifactorías que proliferan allí y, teniendo en cuenta la gran calidad del agua del río Piedra, crea el primer laboratorio de análisis y la primera piscifactoría en España en 1867

De su experiencia viviendo en Inglaterra tomó influencias del paisajismo inglés que pudo concretar cuando pudo subir por fin a la cascada de la Cola de Caballo en 1860 después de numerosas tentativas. Una década más tarde se descubre el Lago del Espejo que empieza a tomar fama de tener propiedades curativas: es el origen de la hidroterapia del Monasterio de Piedra que ha continuado en el moderno spa

Monasterio de Piedra - Fuente: Depositphotos
Cascadas en el Monasterio de Piedra – Fuente: Depositphotos

Hoy, el recorrido por el parque-jardín ubicado al oeste y al norte del monasterio es una experiencia para los sentidos. Un mapa con los principales hitos del parque te lleva desde el vergel de Juan Federico Muntadas a un paso del monasterio, en ascenso por diferentes grutas como la de la Pantera, de la Bacante o del Artista hasta la Cascada de La Caprichosa, para después conocer la Gruta Iris y el pie de Cola de Caballo, sin olvidarnos de la Peña del Diablo y el venerado Lago del Espejo. 

Eso sí, hay que pagar por vivir esta experiencia: 18 euros por la visita para un adulto y 12,50 para los niños mayores de cuatro años. En cuanto a las habitaciones del hotel, todas con vistas a la entrada del monasterio o al claustro, rondan los 150 euros por noche. Y si quieres visitar el parque siendo huésped, siete euros más. 

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