A este pueblo de España se accede por una cueva

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¿Atravesar una cueva de 300 metros de largo con estalactitas, estalagmitas y coladas con nombres como “las barbas de Santiago” o “la lengua del diablo” como único camino para llegar a un pueblo? Todo es posible en Asturias.  

Como no podía ser de otra manera, la cueva se llama “Cuevona”, sufijo habitual en el Principado para designar todo aquello que es grande o emblemático, y el pueblo se llama Cuevas del Agua, o Cueves en asturiano. Pertenece a la parroquia de Junco dentro del concejo de Ribadesella y ofrece al viajero un sensacional paseo por la Asturias rural, muy cerca de una de las localidades más turísticas de la Costa Verde. 

Cómo llegar a la Cueva de Cueves 

Uno de los extremos de La Cuevona - Fuente: Depositphotos
Uno de los extremos de La Cuevona – Fuente: Depositphotos

Si vienes desde Gijón, te llevará menos de una hora llegar a la Cuevona. Sigue la A-8 en dirección este, y toma la salida 326 a la altura de Bones, para circular un par de minutos por la AS-341 hasta que veas la salida a la derecha para coger la RS-2 en dirección Samiguel y Sardalla y poco después la RS-3 donde verás un cartel que pone “Cueves, 4”. Ya no hay pérdida: en tres kilómetros te encontrarás La Cuevona.  

Si vienes de Ribadesella, debes cruzar el puente del pueblo —la meta del Descenso del Sella— y coger la RS-2 en dirección al Centro de Arte Rupestre de Tito Bustillo: una señal te indique en este caso “Cueves, 7”. Pasas también la Cuevona de Ardines y llegas a la misma rotonda de antes a la altura de Sardalla que te conduce a la RS-3 en dirección Cueves: son poco más de 15 minutos en total. 

Por último, y si no tienes coche o prefieres no usarlo, tienes la posibilidad de tomar un tren de Cercanías de Renfe (la antigua FEVE) de la línea Oviedo-Santander y bajarte en el apeadero de Cuevas, tras pasar Arriondas, Fuentes y Toraño, antes de Llovio y Ribadesella. 

Y bien, ya hemos llegado a la Cuevona. Una de las peculiaridades de este singular paraje es que puedes atravesar la cueva con el coche debido a su gran anchura. El piso está asfaltado y la mayoría de los habitantes del pueblo así lo hacen para dejar sus vehículos aparcados en las inmediaciones de sus casas.  

Pero lo recomendable es hacer uso de uno de los dos aparcamientos que se han habilitado en las inmediaciones de la cueva, justo antes de entrar en la misma: es la mejor manera, atravesar la cueva a pie y después dar un paseo por el pueblo. 

Cruzando la Cuevona 

La Cuevona - Fuente: Depositphotos
La Cuevona – Fuente: Depositphotos

Aunque ya hayas visto la cueva en fotos o redes sociales, la sensación de adentrarte a pie por este paraje es indescriptible, porque el propio nombre lo indica: no estamos ante una cueva cualquiera, una suerte de galería de paredes rocosas que se atraviesa sin más. Son casi 300 metros de ancho y húmedo túnel pétreo amenizado con una sintonía acuática: la del arroyo que fue el responsable de tallar durante miles de años esta cueva en la base de la montaña. 

Buena parte de la misma conserva su estructura original de formación calcárea, con esas estalactitas, coladas y estalagmitas que sorprenden a los recién llegados. Los locales que ya se conocen la cueva como la palma de su mano no tardaron en encontrar ciertos parecidos a alguna de las formaciones rocosas: surgen así “las barbas de Santiago” o “la lengua del diablo”. 

Dadas las condiciones de humedad e iluminación de la cueva, también puedes encontrar musgos, helechos y hongos, además de salamandras, ranas y algunos murciélagos que, no obstante, cada vez son menos por la presencia humana. 

Y es que esta cueva se ha convertido en un hito turístico del concejo de Ribadesella desde fecha reciente. De antiguo, los locales comenzaron a atravesar esta cueva como la forma más rápida de comunicar ambas vertientes de la montaña, pero su habilitación fue lenta y cruzarla no era una experiencia tan sugerente como ahora

La Cuevona - Fuente: Depositphotos
La Cuevona – Fuente: Depositphotos

Cuenta algunos habitantes del entorno de la Cuevona que, cuando pasaban las vacas de un lugar a otro, debían llevar un palo para guiarse en la oscuridad o ir cogidos de la cola de los animales que actuaban como lazarillos para llegar al otro lado. 

Su carácter secreto (y oscuro) también fue de ayuda en determinadas etapas históricas, como cuando, durante la Guerra Civil, diversos combatientes la usaron para resguardarse y dormir durante meses. 

Con el paso del tiempo se comenzó a mejorar el piso y, finalmente, teniendo en cuenta la importante anchura de la cavidad, y tras estudiar la solidez de la estructura natural de la roca para evitar percances, se decidió asfaltar el piso para facilitar la circulación de los vecinos de Cueves, el pequeño pueblo que se ubica al otro lado de la Cuevona. 

La Cuevona - Fuente: Depositphotos
La Cuevona – Fuente: Depositphotos

Atravesar hoy en día la Cuevona es una experiencia muy diferente a la de hace décadas por la iluminación que permite divisar las diferentes formaciones calcáreas con mucho más detalle, además de los curiosos efectos de la combinación de luces y sombras.  

A pesar de que se puede recorrer a pie cómodamente, incluso con niños, se recomienda precaución con los vehículos que deben moderar su velocidad… no olvidemos que estamos en una cueva pese a la anchura de la mayor parte del recorrido. 

Un paseo por Cueves 

Cueves - Fuente: Wikipedia
Casas de Cueves – Fuente: Wikipedia

Y una vez que pasamos la Cuevona llegamos al pueblo que ha tomado el nombre de su singular acceso. Durante muchas décadas, este fue un pueblo entregado a las laborales agrícolas y ganaderas, algunas de las cuales se siguen manteniendo hoy en día. Pero como dicen los más viejos del lugar, de un tiempo a esta parte, el pueblo “sin apenas críos” se ha llenado de viajeros, especialmente en verano, atraídos por la Cuevona, convertido en icono turístico. 

Las viviendas tradicionales, los hórreos y la ermita de Santiago son los atractivos de esta pequeña localidad de la parroquia de Junco. La ermita se ubica poco antes del apeadero del tren y no es coincidencia que esté dedicada a Santiago, que también ha dado nombre a una de las formaciones rocosas más famosas de la Cuevona. 

Cueves - Fuente: Wikipedia
Panera en Cueves – Fuente: Wikipedia

En cuanto a los hórreos, actualmente se conservan cinco. Hay que tener en cuenta de que se trata de una arquitectura tradicional protegida, por lo que los poseedores de la misma están obligados a mantenerla en buen estado en la medida de sus posibilidades, aunque cuentan con subvenciones para sus restauraciones: los hórreos y las paneras (estas con seis pegollos o pies) tenían una función clave como almacén de alimentos para preservarlos de la humedad y de los animales.  

Por último, y si estás bien de tiempo, la visita a este paraje único de Asturias se puede completar con la Ruta de los Molinos de unos 10 kilómetros conociendo los molinos de agua de esta zona plagada de arroyos como el que dio origen a la Cuevona, muchos de los cuales terminan nutriendo al Sella.   

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