Dice un proverbio africano que si quieres llegar rápido, ve solo, pero si quieres llegar lejos, hazlo acompañado. Una buena definición de viajar con amigos, ¿verdad? Porque seguro que llegarás más rápido y directo a tu destino sin compañía, pero si compartes la experiencia viajera, todo resulta más sustancioso y memorable.
Y es que también se dice que no conoces bien a alguien hasta que no viajas con él, hasta que no compartes con él esos momentos de alta tensión e intensidad que suelen vivirse en los viajes. Es entonces cuando mostramos rasgos singulares de nuestro carácter… y no todos son buenos. Pero eso también forma parte de nuestra personalidad.
Porque, aunque descubras que ese amigo tuyo puede convertirse en un energúmeno con pocas horas de sueño, tal vez él descubra de ti que puedes ser un pequeño dictador si te ceden el bastón de mando. Pero ambos descubriréis también que, a pesar de todo, los (buenos) viajes crean un vínculo tácito entre los (buenos) amigos, un vínculo que no se romperá si seguís estos consejos.
Planificad y estableced prioridades
Es uno de los grandes debates viajeros: ¿hasta qué punto hay que organizar un viaje? Nuestra experiencia nos dice que, cuánto mejor esté planificado un viaje, mejores serán las improvisaciones. Porque, no te preocupes, siempre habrá lugar a la improvisación, siempre surgirán ocasiones en las que dejarse llevar y cambiar el plan a última hora para adaptarse a un imponderable. Pero solo se puede cambiar un plan, si se tiene un plan. Y cuando viajas con amigos sin tener plan, los problemas pueden multiplicarse.
Y dentro de esa planificación os debéis poner de acuerdo para establecer prioridades, los must-see, aquellos lugares o destinos que hay que ver sí o sí. Un truco: cada amigo tiene derecho a elegir el mismo número de must-see. Una buena manera de tener a todo el mundo motivado para el viaje.
Sed flexibles… sin romper la cuerda
Es el consejo number one para viajar con amigos, con pareja, o incluso solo. La flexibilidad es la mejor garantía de un viaje sereno, el mejor antídoto contra los conflictos. Porque un viaje está a merced de numerosos contratiempos y alteraciones del plan original que pondrán a prueba vuestra capacidad para ceder en beneficio del “bien común”, que debe ser el propio viaje.
El problema es la definición de “bien común” en un viaje en grupo. ¿Es hacer siempre lo que quiere el amigo “protestas” especializado en hacer pucheros si no se le hace caso, el que amenaza con quedarse sin respirar si no se va por su ruta? La flexibilidad debe ir en todas direcciones, no solo en una, porque si no, se rompe la cuerda. Para eso están los must-see, las prioridades y la planificación, para evitar que el pucheritos del viaje termine por chantajear al resto.
Resolved conflictos con mano izquierda
Este término suena demasiado serio: no, no hace falta sacarse un título homologado para viajar con amigos. Tan solo nos referimos a la necesidad de estar preparado para los conflictos que puedan surgir en los que deberemos tirar de paciencia, flexibilidad y conocimiento del carácter de cada cual. Por ejemplo, si un amigo pierde los papeles y no suele comportarse así, tampoco es cuestión de rasgarse las vestiduras: todo el mundo tiene derecho a una pataleta y más en un viaje en el cual el estado físico no suele ayudar a mantener la mente clara.
La cuestión es no eternizarse en la resolución de los conflictos que puedan surgir, porque el tiempo corre y más en los viajes. De nuevo, no se trata de dar la razón a quien no la tiene, pero al menos mostrar diplomacia por el bien común que, recordemos, es el propio viaje: su continuidad en el mejor de los términos posibles.
No forcéis la máquina
Los pucheros, los enfados y las pataletas crecen exponencialmente cuando estamos más cansados, tanto física como mentalmente. Así que el mejor antídoto contra los conflictos es el adecuado descanso, que pasa por una buena alimentación y un número suficiente de horas de sueño.
Y nos diréis que, quién come bien y duerme lo que debe en un viaje con amigos. Cierto. Pero, aún con todo, se trata de ser un poco responsable y conocer los propios límites, incluso los límites de tus amigos. Si pretendéis estar una rave hasta las 8 de la mañana y al día siguiente, en un par de horas, estar visitando un conspicuo museo de historia naval, no va a poder ser. Hay que elegir.
Forzar la máquina en un viaje es la peor decisión: hay que saber cuándo hay que parar, cuándo hay que desconfiar de la euforia viajera, que en grupo suele ser aún más intensa y seductora. Si hay que tachar alguna actividad (la rave, seguramente) del planning por el bien del viaje, habrá que hacerlo.
Manejad los altibajos
Aunque finalmente no hayáis acudido a la rave a costa de los pucheros del fanático de la música electrónica, los altibajos son moneda común en cualquier viaje que se precie. Incluso aunque estés viviendo la experiencia de tu vida, el nivel de asombro de un viajero tiene un límite: es normal tener un bajón en determinadas fases del viaje.
Lo bueno es que estos bajones no suelen llegar a todos a la vez, así será responsabilidad del que esté más motivado animar a los embajonados que, en según qué casos, tratarán de embajonar al resto por contagio. Resiste, ya sabes que estas fases casi siempre son temporales y cuando menos te los esperes ya habrán recuperado su ánimo habitual y a lo mejor les tocará a ellos animarte a ti.
Repartid responsabilidades y tareas
Pero, ¿no te encargabas tú de la comida? ¿Y ahora qué comemos? ¿Ganchitos y Coca-Cola? Un básico de los viajes en grupo es aclarar por adelantado las responsabilidades y las tareas que, por lo general, suele ser un proceso bastante natural.
Está el que disfruta cotejando horarios de transportes y comprando billetes de autobús, el cocinillas que se encarga de mantener el estómago de los viajeros de buen humor, el redes sociales que siempre encuentra el mejor bar de la ciudad… y el que nunca hace nada porque no tiene una habilidad especial, o porque es un poco jeta, pero se le quiere igual porque es colega. Mientras no encargues al jeta las tareas más imprescindibles, no habrá problema.
El liderazgo de los viajes
Como decimos, todos suelen asumir un rol en los viajes, y no solemos tener mayor problema por ello, salvo que muchos peleen por el rol de jeta. Sin embargo, el rol de líder suele ser compartido, especialmente en los viajes. Aunque siempre hay alguien que tiene tendencia a dirigir al grupo, sucede que, en ocasiones, este líder puede tener sus altibajos y necesitará ayuda o incluso una sustitución temporal.
El problema de la falta de liderazgo en un viaje es que el mismo no avance si nadie quiere asumir la responsabilidad. Porque votar las decisiones más importantes es aconsejable, pero votar hasta dónde se desayuna puede ralentizar un poco el viaje. Creemos que la figura del “líder” es importante en un viaje en grupo siempre que ejerza su labor con eficacia contribuyendo a que el viaje fluya con mayor naturalidad. Y es que, si nadie muestra iniciativa en un viaje y todos miran a otro lado a la hora de tomar decisiones, no os moveréis del sitio.
Evitad las discusiones por dinero
Desgraciadamente, incluso entre amigos, el dinero puede ser motivo de discusión. ¿Cómo evitar estos conflictos que, en las peores ocasiones, pueden ponerse verdaderamente desagradables? Pues de nuevo con planificación y reparto de responsabilidades.
Decidid previamente cómo se va a gestionar el dinero, si tendréis un tesorero de confianza que maneje el bote o cada una pagará lo suyo siempre que sea posible. O si todos esperarán que lo pague todo el típico amigo que tiene ese trabajo tan bien remunerado. Pero tampoco es cuestión de exprimirlo, ¿no? Recuerda que los mejores amigos y familiares son capaces de discutir como bestias por dinero. Es triste, pero es así. Evítalo planificando y organizando los gastos y el método de pago.
Tened tiempo libre
Junto a la flexibilidad, creemos que la mejor arma para evitar conflictos serios en un viaje con amigos es tener un poco de tiempo libre… de amigos. Que corra el aire un rato. No es imprescindible hacerlo todo juntos a todas horas. Tal vez uno quiera echar la siesta y otro prefiera ir a comprar unos discos. No hay ningún problema en querer separarse un rato cada día. Lo mismo que sucede con las parejas o con los hijos, sucede con los amigos. Y más en los viajes donde se pasa mucho tiempo juntos y se viven situaciones muy intensas.
Tomároslo con humor
El último consejo que os podemos dar en relación a cómo viajar con amigos es tomároslo todo con un poco de sentido del humor recordando el objetivo del viaje: disfrutar y reír con tus amigos. Que no todo en un viaje son risas y diversión, por supuesto, pero hasta los peores momentos, salvo hecatombe, pueden ser gestionados con humor.
Perder un tren porque alguien ha ido a hacer pipí en el peor momento, cenar ganchitos con Coca-Cola porque nadie ha ido a comprar, acabar en la rave en vez de en el museo naval, que el tesorero quiera ser jeta y el jeta líder, que haya que sacar a un embajonado de la cama con arrumacos, que alguien se pierda en un bar y no aparezca hasta la mañana siguiente, o que el tipo más generoso del mundo, de repente, y con solo dos horas de sueño, le entre un terrible ataque de avaricia y reclame ipso facto una auditoría. Todo es posible en un viaje con amigos. Y todo será un recuerdo memorable si se toma con humor.