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Amores de verano: así los explica la ciencia

Dopamina, oxitocina y serotonina. No suena muy romántico, pero así se llaman las hormonas responsables de buena parte de los instantes más intensos que vive el ser humano. También del amor. Porque si nos ponemos la bata blanca de científicos dejando a un lado la poesía, el amor no deja de ser una feliz combinación química. Y si hablamos de amores de verano, el cóctel se vuelve explosivo gracias al sol, las vacaciones, y hasta la comida y los olores. 

Ya seas un romántico empedernido o el más funcionarial de los amantes, a buen seguro que tienes una bonita historia de amor de verano que cada mes de julio vuelve a tu memoria con una cerveza en la mano y los pies enterrados en la arena de la playa. Pero, ¿qué dice la ciencia sobre ese recuerdo idealizado? ¿Cuerpo y mente aman con mayor intensidad en verano?  

¿El verano nos pone de buen humor? Depende

Asistentes a un concierto - Fuente: Unsplash
Asistentes a un concierto – Fuente: Unsplash

Cualquier época del año es buena para el amor… si se dan las circunstancias adecuadas, pero cuando el calor aprieta, el trabajo da un respiro y los días no terminan nunca, parece que estamos más predispuestos a “lo que surja” que en los grises días de otoño o durante el blue monday.

Tal vez no necesitemos un estudio científico para certificar que la climatología afecta al estado del ánimo y este, a su vez, predispone a las relaciones sociales, pero los hay. Por ejemplo, este de la Universidad de Míchigan que aborda el papel de los efectos del clima en el estado de ánimo pero también en la cognición y la memoria.

Un conjunto de tres estudios involucró a más de 600 personas en Estados Unidos ofreciendo conclusiones no muy sorprendentes: los participantes que pasaron más a tiempo al aire libre durante los días cálidos y soleados mostraron mejor estado de ánimo que los que pasaban más tiempo en interiores… mientras los demás están disfrutando de la vida fuera.

No obstante, el estudio avisa de lo que sucede cuando el buen tiempo se vuelve demasiado “bueno”: el verano tuvo el efecto contrario entre los participantes que viven más al sur donde las altas temperaturas son cada vez más desagradables. Sería el colmo, que el cambio climático acabase también con los amores de verano

No obstante, los investigadores tienen clara la receta para estar de mejor humor, siempre que la climatología sea moderadamente buena: pasar más tiempo en el exterior. Así lo atestiguó el propio líder del estudio, que dejó la fría Míchigan en invierno para “inspirarse” con un viaje a México. Entonces recordó que “la vida está llena de color y es divertida… es fácil olvidar eso en invierno”. 

La descarga hormonal del verano 

Un trozo de sandía con forma de corazón - Fuente: Unsplash
Un trozo de sandía con forma de corazón – Fuente: Unsplash

Estamos más contentos y relajados pasando tiempo al aire libre si el clima es agradable. ¿Y si ese entusiasmo y relajación “entrara” a través de nuestra piel? Esta posibilidad es la que estudió un equipo de investigadores de varias universidades de Estados Unidos: Luz solar, serotonina y piel: ¿una explicación parcial de los patrones estacionales en psicopatología? 

Tal y como sucede con la astenia primaveral o el trastorno afectivo estacional, los investigadores partieron de la hipótesis de que existen una serie de síntomas y/o trastornos psiquiátricos que tienen el potencial de sufrir exacerbaciones estacionales, como los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. ¿Tiene la luz solar impacto en estas “exacerbaciones estacionales” de determinadas reacciones psicológicas? 

Como dicen los investigadores, la segregación de serotonina —hormona clave en el estado de ánimo— puede ser activada por la luz solar, no solo a través de la retina, sino también a través de la piel: “Las investigaciones indican que la piel tiene la maquinaria serotoninérgica para realizar esta tarea. Esto puede explicar el atractivo popular de tomar el sol, viajar durante los meses de verano y estar al aire libre bajo el sol”. 

Una mayor presencia en nuestro organismo de serotonina fruto del contacto con el sol mejoraría nuestro estado de ánimo, lo mismo que sucede con la oxitocina —conocida elocuentemente como la “hormona del amor”— y la dopamina —la “hormona Tinder”— que forman en conjunto un cóctel explosivo que definiría ese estado pletórico habitual del verano. Como si tuviéramos la “barrita energética a tope” lista para ser consumida viviendo experiencias. ¿Y que experiencia puede ser más intensa que el amor? 

Amor y verano: como el viento y la ola

Dos personas en una playa - Fuente: Unsplash
Dos personas en una playa – Fuente: Unsplash

Los amores de verano son inolvidables aunque no hayan transcurrido exactamente como recordamos. ¿Pero eso a quién le importa? Para el ser humano es más relevante su memoria que la verdad, porque somos adictos a las leyendas. Y el amor tiene mucho de legendario. Pero para amar también se necesita tiempo, y eso es lo que a menudo sobra cuando llegan las vacaciones. 

Porque si la descarga de serotonina, dopamina y oxitocina te coge tecleando en un ordenador en la oficina o subido al andamio, va a ser más difícil que se traduzca en un amor de verano. Se necesita también un escenario propicio para establecer relaciones sociales diferentes a las rutinarias. Las vacaciones, la playa o los viajes son esos contextos en los que la descarga hormonal del verano es mucho más efectiva. 

Porque hasta el verano sabe y huele diferente. Variamos nuestra dieta para adaptarnos a esos contextos diferentes y las mayores satisfacciones culinarias también estimulan nuestros deseos. ¿Quién no se ha sentido pletórico en la sobremesa de una buena paella al borde del mar?  

Y el olor. Si los centros comerciales utilizan los olores para estimular a los consumidores y pasar ante un Starbucks nos recuerda que la vida es más bonita con un café en mano, qué podemos decir del olor a verano. Vale, que el verano también tiene otros olores menos agradables, pero pensemos en crema solar, barbacoa y cerveza. Solo tienes que probar un día de invierno a cerrar los ojos y oler una crema solar que tengas por casa. ¿Qué sientes? Nostalgia de aquel verano.  

Pero, aunque el verano y el amor se entienden tan bien como la ola y el viento, ni la oxitocina, ni la crema solar, ni siquiera la cerveza pueden esclarecer por completo el amor de verano: eso solo lo entiendes cuando, ya sin bata blanca de científico, te bañas en los labios más húmedos de una noche de verano. 



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