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No, pasarlo mal no te hace más fuerte

“Dichosos son los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria”. No hace falta acudir a un líder mediático de la generación Z ni a un influencer para encontrar una frase que resuma la perniciosa idealización del dolor como paso previo indispensable para fortalecer el carácter.  

Jorge Luis Borges, autor de esa frase, no es un miembro de la generación de cristal y nunca escribió un tuit en su vida, pero también sabía que el sufrimiento no es condición sine qua non para alcanzar la madurez emocional. Y perdió la visión muy joven así que supo lo que era “sufrir”.  

El problema está en que hemos vivido durante muchos siglos en una sociedad que romantiza el sufrimiento, el sacrificio extremo y hasta las experiencias traumáticas como medio de catarsis imprescindible para el crecimiento personal. Y no, no es así. Al contrario, el sufrimiento, el dolor extremo y las experiencias traumáticas no son ninguna corona de gloria y pueden arruinar la salud mental de una persona… para siempre.  

En nuestra mano está evitarlas y, si no podemos evitarlas, —porque la vida también es sufrimiento, por supuesto— saber manejarlas sin idealizarlas ni creernos superiores moralmente por el hecho de haber sufrido más que el vecino… o que nuestro hijo. Tal vez tengamos más experiencia, pero no somos “mejores”.

¿Por qué no es bueno idealizar el sufrimiento? 

En diferentes ámbitos, el dolor, el trauma y el sufrimiento parecen inevitables, y es cierto que nos tropezamos con ellos en numerosas ocasiones, pero son una experiencia más, como las positivas, que hay que saber manejar.

El sacrificio heroico del genio artístico 

Una bailarinas de ballet - Fuente: Pexels
Unas bailarinas de ballet – Fuente: Pexels

Si has visto un biopic cinematográfico sobre artistas alguna vez en la vida ya te conocerás al dedillo su desarrollo narrativo: crecimiento, caída y redención. Desde Ray Charles a Hank Williams, pasando por Tina Turner o Pollock. Todos crecen sacrificándose hasta el extremo por su arte, tienen una monumental crisis vital (más o menos a mitad de película) para terminar purgando sus heridas y redimiéndose en su actividad artística en el gran clímax final. 

Poco importa que la realidad de sus vidas no haya sido así, que hayan sufrido menos (o más) y que no se hayan redimido en absoluto. Pero así es como consideramos que nace la genialidad: sufriendo, sacrificando, tal vez con una o dos adicciones y alguna cura de desintoxicación y, por supuesto, aguantando estoicamente maltrato emocional (incluso físico) por parte de parejas, agentes, representantes o fanáticos. O siendo tú el que actúa así con las personas de tu alrededor. Ese es el genio… en la ficción. 

Pero la realidad no es así. Para empezar la genialidad no existe como tal, sino que existe el talento y el trabajo: cuando se juntan estas vertientes en un grado considerable, tal vez aparezca eso que entendemos como genio. Pero ni hace falta sufrir, ni permitir el maltrato por parte de nadie, ni engancharse a la heroína ni al Jack Daniel’s para alcanzar una alta dosis de brillantez en una disciplina artística

Así que, si estás pensando en desarrollar una carrera artística, te recomendamos que solo te creas un 5% de lo que lees y ves en películas sobre esos genios que tanto admiras. Porque la mayor parte es mentira y/o exageración. Sacrifícate en relación proporcional con lo que exige tu actividad tomando en consideración el resto de dimensiones de tu vida a las que afecta esa actividad. Ni más, ni menos.  

Sufrir para tener éxito en el trabajo 

¿Cómo detectar a una persona tóxica en el trabajo?
Una mujer se lamenta frente a un portátil – Fuente: Unsplash

En relación al ámbito anterior, pero de una forma menos ampulosa, también existe la creencia de que para alcanzar éxito laboral debemos hacer un enorme sacrificio que conlleve horas extras no pagadas, descuido de nuestra familia, incluso agachar la cabeza ante las presumibles humillaciones de nuestros superiores.  

Por suerte, esta idealización del éxito laboral como un camino plagado de minas que atentan contra la salud física y emocional del trabajador cada vez está más puesta en duda. Nadie va al trabajo para sufrir a cualquier precio por un salario que a menudo no se ajusta a su labor. Todo para algún día conseguir el puesto soñado. 

¿Que todos tenemos malos días en el trabajo, que a veces nos hartamos de los compañeros, que en ocasiones lanzaríamos el ordenador por la ventana? De acuerdo, todo eso entra dentro de lo normal y soportable. Pero existen líneas rojas que todos conocemos. Si sufres más de la cuenta en tu trabajo durante un tiempo prolongado y todo ello empieza a amenazar tu salud mental, no lo dejes pasar como algo “normal” porque no lo es. Ningún trabajo vale una depresión ni una crisis de ansiedad

Y no hay que olvidar que, si hilamos fino, podríamos concluir que la aceptación del sacrificio extremo como parte del crecimiento en el trabajo no deja ser una consecuencia de nuestro sistema económico, en el que un alto porcentaje de trabajadores se sacrifican para que un mínimo porcentaje de los mismos cobren un poco más trabajando un poco menos… y “sufriendo” un poco menos también.  

Romantizar el dolor en el amor 

La teoría del sufrimiento de Scheler
Una persona con las manos en la cara – Fuente: Unsplash

Pero si hay una vertiente en la que está más que aceptado el sufrimiento como parte de un proceso de aprendizaje es con las relaciones sentimentales. Aún estamos pagando el precio del mito del amor romántico más peligroso, aquel que exige sufrimiento como condición indispensable para mantener una relación.  

Que en una relación sentimental no todos los días son maravillosos y que para asentar una relación a largo plazo (si es nuestra intención) hay que aprender a comprender y empatizar con nuestra pareja son hechos innegables. Pretender que desde el primer minuto todo sea perfecto y que esto dure eternamente es un imposible y esa es la razón por la que muchas relaciones no pasan de la primera fase caracterizada por una pasión exacerbada. Pero esa pasión se atempera con el tiempo y empieza la convivencia.  

Pero que una relación sentimental tenga sus altibajos no supone que debamos aguantar lo que todos sabemos que no se puede aguantar. Que nadie cruce tus líneas rojas por mantener vivo el “hechizo” del amor romántico.  

Madurez emocional y generación de cristal 

Ecoansiedad - Fuente: Pexels
Una chica mira un lago- Fuente: Pexels

Mucho se está hablando en los últimos tiempos de la denominada generación de cristal en relación a su desafección con respecto al sacrificio, su rechazo del sufrimiento y su inestabilidad emocional. Y es que ya lo dice esa popular frase: los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres.  

El choque generacional entre padres e hijos ha existido siempre, y siempre se ha minusvalorado de alguna forma la capacidad de las nuevas generaciones para abordar determinados retos. Y estas polémicas con respecto a la generación de cristal y sus presuntas dificultades para madurar emocionalmente no tienen nada de excepcional. Siempre ha sido así

Pero, un día, la generación de cristal, ya endurecida, tendrá hijos, y más que probablemente, los mirará con una mezcla de incomprensión, recelo, temor y sobreprotección. Porque todos los padres quieren que sus hijos sean autónomos, independientes, responsables, maduros y muy felices. Pero el proceso para alcanzar esas cualidades no siempre es sencillo. Hay que darles tiempo.  

Las generaciones más jóvenes se enfrentan a los mismos retos a los que se enfrentaron sus padres, pero en un contexto diferente marcado por una sociedad que no es la misma que hace 30 o 40 años, empezando por el cambio radical que suponen las nuevas tecnologías.  

¿Qué es probable que estos jóvenes sean menos “robustos” emocionalmente que la generación precedente? Es una posibilidad, como lo es que las personas de mediana de edad de la actualidad sean mucho menos maduras emocionalmente que lo fueron sus padres a su edad. Y así podríamos seguir.  

Sea como fuere, el sufrimiento, como decía Borges, no es una corona de gloria, no es algo que haya que buscar para fortalecer nuestra cristalina y frágil inocencia. El sufrimiento y las experiencias dolorosas existen y aportan conocimiento y aprendizaje, es un hecho. Pero nunca se debe idealizar el dolor, así como tampoco rehuirlo como si fuera una peste, como si cualquier problema que nos ponga tristes durante unos días supusiera un grave problema de salud mental. Para catalogar los problemas de salud mental están los profesionales de la psicología, no lo olvidemos.  

Porque el dolor y el sufrimiento tampoco son enfermedades mentales en sí mismas, —ni cualquier sacrificio un acto heroico— son dos componentes más como otros tantos que, en su justa medida y manejo, contribuyen al desarrollo emocional. Vivir sin sufrir (de vez en cuando) no es posible; vivir idealizando el dolor, tampoco. 



3 Comments

  1. El punto que se romantize el sufrimiento, són idioteces, creo que es falta de control de sus pensamientos y ignoracia al romantizar este tipo de cosas, pero el punto que quiero llegar es que las peores situaciones són duras y como humanos sentimos el dolor y no es poco, es mas, cambias más al tener peores condiciones, por ejemplo el rapero Eminem vivía en Detroit junto con su madre ya que su padre lo abandono. Y tuvo que trabajar duro para ello, recibía bulling por parte de los niños en la escuela. Es cuando llegas en un punto que dices basta y comienzas a cambiar, es lo bueno de esforzarse en las peores situaciones. Creo que debemos ser bendecidos por la vida que nos concedio al llegar al mundo. Y aprovechar lo que tengamos, para mejorar nuestras vidas y de los demás. Aparte, si persigues el placer te llegará el dolor, y si persigues el dolor llega el placer, pero de forma saludable. Como hacer ejercicio, esforzarte en leer. En nuestra era la gente lee menos, me encanto. Muchísimas gracias

  2. Es cierto, no hace falta dorarse, beber hasta delirar, sufrir palizas, trabajarar hasta la extenuación por un sueldo mísero, no hace falta lamerle los zapatos a los superiores, para s7bir, no hace falta tener una manga para que en la sanidad, justicia, etc, siquiera atiendan tu sicitud.
    NO HACE FALTA?
    Pero no seré yo quien te ponga la toma a tierra y te descubra el gran secreto. Tu exposición aparente positiva y muy ingenua, demuestra que tienes esperanza. Mantenga, porque es lo único que mantiene en pie al 98% de la población. Suerte

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