¿Tienen sentimientos los insectos?

No os estamos tomando el pelo ni pretendemos rizar el rizo de la humanización de los animales. No se trata de eso, sino de investigar más a fondo la naturaleza de los insectos. Y es que el propio Darwin ya dijo en su día que los insectos podían vivir algo similar a estados emocionales. Pero, ¿a qué se refería exactamente? 

170 años después de que se publicara La expresión de las emociones en el hombre y los animales, acudimos a los últimos estudios científicos que abordan aspectos aun poco investigados en los invertebrados, particularmente los que tienen que ver con la fisiología de los insectos y su posible vinculación con los sentimientos y las emociones. 

Las emociones de los insectos 

Una mosca - Fuente: Pexels
Una mosca – Fuente: Pexels

En 2017, Clint J. Perry de la Escuela de Biología y Ciencia Químicas de la Universidad Queen Mary de Londres presentó un estudio que reunía lo que se había hecho hasta ese momento en relación a la investigación de las emociones en los invertebrados.  

En su introducción, Perry es muy gráfico a la hora de exponer el estado de la cuestión: “tradicionalmente se ha descartado la posibilidad de que los insectos sientan emociones ya que estas se definen con frecuencia en relación a la experiencia subjetiva humana, y a menudo se considera que los invertebrados no tienen los requisitos neuronales para habilidades tan sofisticadas”. 

Y esta es una de las claves del misterio sobre las emociones de los insectos. Por un lado, ¿tienen capacidad neuronal para sentir emociones? Y, por otro, ¿son sus “emociones” (en caso de sentirlas) equiparables a las “sofisticadas” emociones humanas?  

Perry trató de responder a ambas cuestiones con un experimento que llevó a cabo usando abejorros, los cuales se sintieron más “positivos” cuando recibían azúcar que cuando no lo recibían. “No estamos diciendo que las abejas se sientan felices como las personas después de comer un dulce pero sí que una golosina puede cambiar el estado del cerebro de una abeja para que sea más rápido a la hora de buscar una recompensa”, dijo Perry al New York Times

El propio Perry también concluyó investigando los experimentos precedentes que se ha demostrado que caracoles, cangrejos, moscas y hormigas muestran varios fenómenos cognitivos, conductuales y/o fisiológicos que indican estados internos que recuerdan lo que consideramos emociones.  

Pero también puntualiza: “La arquitectura neuronal es limitada en muchos invertebrados”, lo que sin duda conlleva que las “emociones” de los insectos, si se producen, no sean equiparables a las de los humanos.

¿Abejas estresadas? 

Una abeja succiona líquido de una lata - Fuente: Pexels
Una abeja succiona líquido de una lata – Fuente: Pexels

Seis años antes de que Perry presentara este estudio, la profesora de la Universidad de Oxford y directora del Laboratorio de Abejas de dicha universidad Geraldine Wright experimentó con el estrés en abejas para comprobar si estos insectos podían “deprimirse” ante una situación estresante y cambiar su comportamiento, al igual que está probado que los perros, los monos, los estorninos (y, evidentemente, los humanos) cambiamos nuestro modo de proceder según el nivel de estrés que sentimos

Como invertebrados, animales sin columna vertebral, las abejas forman parte de un grupo diverso que representa más del 95% de las especies animales. Pero muchos científicos, como citaba Perry, consideran que los insectos no son más que máquinas de comportamiento rígido y preprogramadas genéticamente. ¿Por qué? 

Se albergan muchas dudas sobre su sensibilidad porque carecen de amígdala, un órgano clave en la gestión emocional, además de otras muchas estructuras cerebrales claves en las emociones humanas. Pero, no obstante, Wright considera que algunos invertebrados poseen los rudimentos de nuestro sistema de respuesta al estrés.  

Y la profesora de Oxford puso a prueba está hipótesis con un experimento en el que se agitó a una serie de abejas en una máquina para mezclar productos químicos: las abejas “estresadas” por el movimiento fueron, efectivamente, más reacias a reaccionar positivamente ante un olor ambiguo que las no estresadas que eran más “positivas” ante el mismo. Así pues, el equipo de Wright concluyó que el exceso de estrés puede inducir a una suerte de emoción pesimista en las abejas.  

El dolor crónico de las moscas de la fruta 

Un estudio de 2019 publicado en Science abordaba la posibilidad de que los insectos sintiesen dolor crónico, en particular las moscas de la fruta. Los investigadores de la Universidad de Sídney en Australia advierten de que “no se sabe nada sobre el origen molecular del color crónico” proporcionando su estudio la primera evidencia de lesión nerviosa que conduce a una sensibilización neuropática crónica en insectos

En concreto, los investigadores quitaron una pata a una mosca. Una vez que se curó por completo, se confirmó que la pata contralateral se había vuelta hipersensible. La pérdida de inhibición central observada en la mosca es consistente con algunos estados neuropáticos en roedores y humanos: las respuestas neuropáticas pueden haber sido originalmente beneficiosas ya que el elevado estado de vigilancia que exhiben los invertebrados lesionados puede haber proporcionado una ventaja protectora evolutiva después de una lesión grave

Cautela ante la humanización (científica) de otros animales 

Una libélula - Fuente: Pexels
Una libélula – Fuente: Pexels

Un estudio de la Universidad de Toulouse y el Laboratorio de Etología Experimental de la Universidad de París reclamaba mayor “cautela” a la hora de identificar estados “similares a las emociones” en animales no humanos. A pesar de que los insectos (abejas y moscas), tal y como hemos visto, parecen cumplir los requisitos básicos del comportamiento emocional, algunos trabajos recientes “van un paso más allá al adoptar terminologías y marcos de interpretación que podrían haber sido considerados como crudo antropocentrismo y que ahora parecen aceptables en la literatura científica sobre el comportamiento y la cognición de los invertebrados”. 

Los investigadores sostienen que se debe mantener una “precaución” antes de atribuir estados emocionales a las abejas y los abejorros, sugiriendo que muchos de estos hallazgos puedan tener un “sesgo menos antropocéntrico y más cauteloso, al menos hasta que experimentos más cuidadosos justifiquen el uso de una terminología relacionada con las emociones”. 

Y es que el estudio de las emociones y los sentimientos es todo un desafío ya que su propia definición se torna muy compleja y ambigua, incluso en el caso de los humanos. De hecho, las emociones y los sentimientos no son sinónimos, siendo los sentimientos una interpretación de las emociones, la experiencia subjetiva de las mismas, mientras que las emociones son reacciones psicofisiológicas que ocurren de manera espontánea y automática.

¿Son los insectos capaces de “reflexionar” sobre sus propias emociones? Esta es una pregunta “antropocéntrica” irresoluble, al menos de momento. Pese a ello, Clint J. Perry anima a las personas a que vean a los insectos como algo más que máquinas diminutas e irreflexivas. Piénsalo la próxima vez que te enfrentes a una cucaracha o a un mosquito.  



1 Comment

  1. Sería interesante que aquellos propietarios de mascotas que se reclaman animalistas, veganos y antiespecistas hicieran extensiva su empatía a TODOS los seres vivos sin limitarse a los vertebrados: animales, vegetales y demás reinos biológicos. por de pronto, sería un gran avance que dejaran de exterminar parásitos de perros y gatos.

    Y si no, que dejaran de predicar discursos intelectualmente dignos de una ameba.

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