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Sincericidio: ¿realmente es una buena cualidad decir siempre la verdad?

Ir de frente, ser directo, decir siempre la verdad. Parecen buenas cualidades, ¿verdad? Pero ser directo, yendo de frente y decir toda la verdad a alguien puede provocar más daño que beneficio. Es en estos casos cuando los actos de “sinceridad” se consideran sincericidio, una forma de expresar las consecuencias negativas de una actitud aparentemente honesta.

A continuación, os proponemos una serie de sencillos consejos para responder a la gran pregunta: ¿cómo saber cuándo es mejor no decir la verdad? ¿cómo mantenerse dentro de los límites de la honestidad sin cometer sincericidio? 

Los grados de la verdad 

Verdad - Fuente: Pexels
Verdad – Fuente: Pexels

Existen un puñado de valores universales que no admiten duda, que son “verdaderos”. Uno de ellos es nuestro rechazo a la mentira, nuestra devoción por la verdad. No es necesario explicar a qué nos conduce un mundo plagado de mentiras y el valor de la verdad en sus diferentes acepciones. Porque es evidente que hay diferentes grados de verdad, desde las verdades absolutas hasta las subjetivas o relativas. 

Así mismo, existen otras “verdades” que no son tal, sino que son conceptos que forman parte de nuestra ideología y que pueden chocar con las “verdades” del prójimo. Son, por supuesto, el germen de diversos conflictos, desde irrelevantes discusiones en redes sociales, hasta grandes enfrentamientos políticos. 

Como sabemos, no decir la verdad sobre un hecho muy significativo puede tener desastrosas consecuencias. Sirva de ejemplo un juicio en el que un testigo no dice la verdad y, como consecuencia, se condena a un inocente a morir.  

Sincericidio: las verdades crueles 

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Una persona con una mano en la cabeza – Fuente: Pexels

Pero el sincericidio como faceta psicológica no se vincula a estas verdades que hemos descrito, sino que está más asociada con las relaciones sociales cotidianas, en la familia, en el trabajo, en la pareja, etc. No son verdades universales ni verdades ideológicas, son más bien pensamientos que pueden ser relevantes para nosotros y las personas de nuestro alrededor pero que no van a cambiar el mundo para mejor o peor, no son esa clase de grandes verdades.  

En este sentido, el sincericidio surge cuando una persona transmite información veraz sin filtros, sin empatía, como un acto egoísta que no tiene en cuenta el estado de ánimo de los demás, que se ampara en el supuesto valor intachable de la verdad para hacer daño, ya sea de forma deliberada o inconsciente.  

Es, en suma, la verdad cruel ejecutada generalmente por individuos inmaduros, egocéntricos, brutos e indolentes que no miden las consecuencias de sus actos y que optan por la vía rápida, directa (y cómoda) de la verdad cruel antes de elaborar la información de un modo más respetuoso, empático y comprensivo. 

¿Cuándo es mejor no decir la verdad? 

Gestión de la incertidumbre
Una persona pensando – Fuente: Unsplash

La experiencia y la sensatez son la mejor guía para descubrir por nosotros mismos cuándo es mejor no decir la verdad, pero existen diversas formas de valorar una situación para asumir que lo más adecuado es no decir la verdad. 

Si la verdad es más dañina que beneficiosa 

A la hora de evitar el sincericidio, debemos poner en una balanza los beneficios y los perjuicios de una información veraz. ¿Qué vamos a conseguir diciendo la verdad, tanto para nosotros como para las personas afectadas por esa información? Si nuestra “honestidad” trae más daño que beneficio, podemos caer en el sincericidio

Un ejemplo sencillo es una comida. Nuestra pareja, no muy ducha en la cocina, ha pasado toda la mañana haciendo albóndigas. Y a la hora de probarlas… pues bueno, no son las mejores del mundo. Y entonces llega la pregunta: ¿qué tal están? Dilema: ¿digo que son probablemente las peores albóndigas que he tomado en mi vida o resalto una cualidad positiva de las mismas tratando de salvar el escollo? Hay que ser comprensivo con el esfuerzo, la dedicación y la falta de experiencia de este cocinero novel: nos destruyas su autoestima con un sincericidio culinario. 

¿Una verdad destructiva o una “mentira” constructiva? 

En relación con lo anterior, muchas verdades destruyen más que construyen, sobre todo autoestimas, como hemos visto. Por eso es mucho más sensato elaborar la información, filtrando determinados rasgos delicados de la verdad que pueden ser destructivos, de tal forma que lo que transmitamos tenga la capacidad de servir de acicate para mejorar.  

Un ejemplo. Tu hijo lleva meses esforzándose con la pintura, pero no consigue avances significativos, a pesar de estar muy ilusionado. No le vas a decir que pinta regular y que sus posibilidades de llegar a emular a Piero della Francesca son casi nulas, tendrás que ser un poco más comedido y tratar de decirle tu opinión sin herir sus sentimientos: el talento es solo un 5%, el otro 95% es trabajo, así que sigue trabajando.  

Tal vez los porcentajes estén un poco distorsionados, pero no has mentido, porque conviene recordar que no decir (toda) la verdad no es lo mismo que mentir, especialmente en estos casos cotidianos. 

Los sincericidios en pareja: la honestidad brutal 

Dos personas hablan - Fuente: Pexels
Dos personas hablan – Fuente: Pexels

Si hay un ámbito de la cotidianidad en la que nos exponemos a las mentiras piadosas —además de las reuniones familiares de las fiestas o en la oficina— es con la pareja. No existiría pareja en el mundo si la sinceridad absoluta fuera llevada a la práctica en las mismas. Pero no decir toda la verdad a la pareja no nos convierte, en absoluto, en personas deshonestas.  

Llegar a casa después ver un concierto y despertar a tu pareja para decirle que tuviste medio segundo de pensamiento “impuro” con la bajista, no es una “verdad” que merece la pena ser transmitida, porque, por otro lado, no tengas dudas de que ella también tiene medio segundos de ese tipo habitualmente. Ya sabemos que sentir atracción por otra persona no altera ningún compromiso ni supone ser infiel

Así mismo, exponer con todo lujo de detalles todas las relaciones que tuviste previamente es una verdad que puede llegar a ser cruel y destructiva para tu pareja, sobre todo si ella no te ha pedido esa información.  Pero tampoco es cuestión de mentir, de decir que nunca jamás has rozado a otra persona antes que a ella, porque eso no es cierto. Por lo tanto, no se trata de mentir, sino de hacer un uso sensato de la información, hacer un uso sensato de la verdad evitando los sincericidios que arrasen con la autoestima de los demás o generen dudas e incertidumbres innecesarias.  

Así que nunca digas lo contrario de lo que piensas, pero tampoco digas siempre y en cualquier situación lo que piensas, porque puedes hacer sufrir de forma innecesaria a muchas personas de tu alrededor.  



1 Comment

  1. Decirlo todo, ser sincero, hablar francamente, se denominaba parresía en la antigua Grecia. El neologismo (malsonante e innecesario) “sincericidio” etimológicamente parece significar suicidarse socialmente por ser sincero. Lo que no es equivalente de ser sincero. Ser sincero no es una forma de suicidarse. De hecho, la sinceridad, la honestidad, la parresía, es el acto propio de la filosofía.

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