Aunque a veces pasemos la vida de anecdoche en anecdoche, lamentando el hiybbprqag digital y fantaseando con el ringlorn, todos hemos tenido la enorme suerza de poder respirar un minuto más disfrutando de nuestra kairosclerosis, tal vez en un instante de ambedo. ¿Has entendido algo? ¿No? Pues, sigue leyendo, que te lo traducimos.
“Crea hermosas palabras nuevas que necesitamos pero que aún no tenemos”. Con esta frase se resume la motivación que llevó a John Koenig a formar el Diccionario de emociones indefinidas, una recopilación de neologismos que aspira a concretar emociones que no somos capaces de definir.
Porque, aunque haya tantos idiomas en nuestro planeta con una considerable riqueza lingüística, “este mundo todavía está indefinido”, no hay palabras en los diccionarios de todos los idiomas para expresar tantas emociones diversas. Por eso Koenig inventó palabras, para definir lo intangible de algunas emociones aún no precisadas. Porque, al fin y al cabo, “todas las palabras son inventadas”.
El diccionario de las emociones indefinidas
“Es innegablemente emocionante encontrar palabras para nuestros sentimientos más extraños”, dijo el Washington Post sobre The Dictionary of Obscure Sorrows de John Koenig, un libro que comenzó cuando el autor escribía poesía y llegó a la conclusión de que no existían palabras en el diccionario para definir algunas de las emociones que quería trasladar a sus poemas. Así que las inventó acudiendo a una docena de idiomas y diferentes jergas populares.
Tomando un poco del japonés, otro poco del sueco, algo del alemán, varios sufijos griegos, incluso un poco de español, Koenig ha ido concretando emociones hasta convertir su diccionario de emociones indefinidas en un fenómeno viral. Nosotros extraemos diez palabras de su obra que tratan de concretar diez singulares emociones.
‘Agnosthesia’
Una palabra que integra dos términos griegos que se refieren a la falta de conocimiento y a la conclusión. Para Koenig se trata de un estado en el que no sabes cómo te sientes realmente acerca de algo, lo que te obliga a bucear en tu interior buscando pistas ocultas en tu comportamiento, hasta el punto de verte como si fueras otra persona para lograr comprender cómo realmente te sientes.
Se trata de una actitud muy necesaria para lograr alcanzar una cierta objetividad a la hora de vernos a nosotros mismos: analizarnos como si fuéramos otra persona, la única forma de poner coto a la condescendencia, localizar defectos y ponerles remedio.
‘Xeno’
¿Alguna vez has cruzado una mirada en el metro con una persona y has notado una misteriosa conexión? Pues tal vez has sentido xeno, una palabra que procede del griego y que significa extraño.
Se define literalmente en el Diccionario de emociones oscuras como “la unidad medible más pequeña de conexión humana, típicamente intercambiada entre extraños que pasan: una mirada coqueta, un gesto de simpatía, una risa compartida sobre alguna extraña coincidencia, momentos que son fugaces y aleatorios pero que aún contienen poderosos nutrientes emocionales que pueden aliviar los síntomas de sentirse solo”.
Y así es en ocasiones: un xeno puede ser más nutritivo a nivel emocional que una vacía e intrascendente conversación mantenida durante horas. A veces es mejor cruzar una mirada con un desconocido que hablar sin decir nada, practicando una anecdoche.
‘Anecdoche’
Que no se nos enfaden nuestras queridas amistades, pero, más a menudo de lo que nos gustaría, nuestras reuniones parecen uno de esos animados debates televisivos en el que nadie escucha a nadie y solo se oye un runrún constante. Pues eso es una anecdoche, una conversación en la que todos hablan, pero nadie escucha.
‘Ambedo’
Proviene de albedo, un término físico que define la proporción existente entre la energía luminosa que incide en una superficie y la que se refleja. En este caso, ambedo define una emoción muy singular, una suerte de trance melancólico que se siente cuando estamos completamente absorbidos por unas sensaciones: desde el olor de una fragancia, hasta las gotas que caen por una ventana, pasando por las nubes de crema que se arremolinan en el café: “una conciencia naciente de la inquietante (pero maravillosa) fragilidad de la vida”.
‘Ringlorn’
¿Eres de los nostálgicos que siempre piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿Fantaseas con épocas pretéritas en la que era (al parecer) más fascinante y sustancioso? Pues sientes ringlorn, que acude a un elemento habitual de las grandes sagas para explicitar “el deseo de que el mundo moderno se sintiera tan épico como el representado en las historias y cuentos populares antiguos: un lugar de tragedia y trascendencia, de juramentos, presagios y destinos, donde la vida cotidiana se sentía como una búsqueda de gloria, un vínculo mítico con un pasado antiguo, o una batalla por la supervivencia contra un enemigo claro”.
Pero no hay que olvidar el reverso tenebroso del mito, todo lo que la fábula no cuenta sobre ese pasado tan “maravilloso” que contribuye a convertir en intrascendente nuestro fabuloso presente.
‘Kairosclerosis’
Kairos es conocido en la teología cristiana como el “tiempo de Dios” y en la filosofía griega como un lapso intermedio en el que algo relevante sucede, mientras que clerosis viene de dos términos griegos que se traducirían como formación de algo duro.
La combinación de ambos términos nos lleva a ese “momento en el que te das cuenta de que actualmente eres feliz y tratas de saborear ese sentimiento, lo que incita a nuestra mente a identificarlo, separarlo y ponerlo en contexto, disolviéndose lentamente hasta que sea poco más que un regusto”. Porque ya sabéis, la felicidad son momentos que, en cuanto se reflexionan, desaparecen como lágrimas en la lluvia… parafraseando a un famoso androide de pelo blanco.
‘Trumspringa’
No es la muerte de un expresidente de los Estados Unidos, sino que se vincula a un periodo vivido en la adolescencia en la comunidad amish, una suerte de momento de “rebeldía”. Así, el trumspringa está definido en The Dictionary of Obscure Sorrows con mucha expresividad: “la tentación de salirte de tu vida cotidiana (y tal vez aburrida) y convertirte en pastor de montaña, seguir a tu rebaño entre pastos con un perro pastor y un rifle, observar las tormentas al atardecer desde la puerta de una pequeña cabaña… solo el tipo de diversión hipnótica que permite que tus pensamientos tengan un descanso para después volver a tu cubículo en la ciudad”.
‘Hiybbprqag’
Una palabra prácticamente impronunciable para una emoción que seguro también habéis sentido alguna vez, la de que todo está ya inventado y no hay ningún atisbo de originalidad. O como se dice en el diccionario de Koenig, ”la sensación de que todo lo original ya se ha hecho, que el experimento de la cultura humana hace mucho tiempo llenó su placa de Petri y ahora solo se alimenta de sí misma, cruzando sin cesar viejos clichés en un cieno radioactivo de tristeza”.
El efecto McFly
Tampoco faltan referencias a la cultura popular en este diccionario como con el efecto McFly que está vinculado, como habréis adivinado, a Regreso al Futuro: “el fenómeno de observar a tus padres interactuar con las personas con las que crecieron, lo que reinicia sus personalidades en modo juvenil, volviendo a un tiempo anterior al último recuerdo guardado, cuando todavía eran soñadores y sinvergüenzas que se refrescaban en tierras salvajes, esperando aterrorizados y ansiosos conocerte por primera vez”.
Pues eso, cuando te avergüenzas de ver cómo tus padres se comportan como si, alguna vez, en tiempo remoto, hubieran sido jóvenes. No puede ser… nacieron ya canosos y circunspectos.
‘Suerza’
Y terminamos esta selección de diez emociones que nos somos capaces de definir con una de las preferidas de John Koenig, que es una combinación de dos términos españoles (suerte y fuerza) y que sirve para definir “una sensación de gratitud por haber nacido, por haber emergido vivos y respirando a pesar de todas las adversidades, habiendo ganado una racha ininterrumpida de loterías reproductivas que se remonta al comienzo de la vida misma”. Que sí, que nos pasamos la vida quejándonos de nimiedades, pero hemos tenido todos mucha suerza, por el solo hecho de haber emergido de la nada. Así que nada, que la suerza nos acompañe.