¿Quedarte calvo es la peor de tus pesadillas? ¿Te miras compulsivamente en el espejo las entradas de tu cabello? ¿Serías capaz de hacer un pacto con el diablo con tal de no sufrir alopecia? Pues tal vez tengas falacrofobia, el miedo exacerbado a quedarse calvo, una situación que afecta a muchas más personas de lo que parece, incluyendo mujeres, aunque sea un trastorno más habitual en hombres. Te contamos en qué consiste este trastorno, las causas y los posibles tratamientos.
¿Qué es la falacrofobia?
Como es habitual cuando hablamos de fobias, este término también deriva del griego: falakros, que significa calvo, y fobia, que proviene de fobos, la personificación del horror, un antiguo dios griego hijo de Ares y Afrodita. Así que con esta fobia no hay mucho misterio: el horror a quedarse calvo.
Y como hemos dicho a la hora de hablar de otros trastornos de este tipo, para padecer falacrofobia se deben presentar una serie de síntomas que acompañen al propio miedo. No es suficiente con lamentar la pérdida del pelo o tener de vez en cuando algún pequeño episodio depresivo vinculado a este tema.
Es decir, si un día descubres mirándote al espejo que ya no tienes tanto pelo como hace unos años y te sientes un poco apesadumbrado unos días, no estás padeciendo ninguna fobia: estas asumiendo un proceso a menudo irreversible asociado a diversas causas genéticas y a la propia vejez.
Y es que según las estadísticas que ya se elaboraron en uno de los primeros estudios científicos sobre la prevalencia de calvicie en 1998, la proporción de hombres con pérdida de cabello de moderada a extensa fue del 42%, siendo del 53% en hombres de entre 40 y 49 años. Es decir, la mitad de los hombres (estadounidenses) de mediana edad se estaban quedando calvos a finales de los 90.
El “problema” no pasa desapercibido en España, segundo país del mundo en número de calvos según una de estadística elaborada por TripAdvisor en 2011. Solo República Checa nos supera en calvos. Según este informe, China, Corea del Sur y Taiwán serían los países con un menor número de personas con alopecia.
Teniendo en cuenta que, según estos datos, casi la mitad de los españoles de más de 18 años ya presenta cabello debilitado fruto del progresivo debilitamiento de los folículos pilosos, podemos concluir que la falacrofobia no es un problema generalizado, ni mucho menos. A pesar de ello, las pocas personas que lo sufren, aquellas que padecen un miedo exacerbado a la caída del pelo —aunque esta no derive en calvicie—, sí viven con angustia esta situación. Pero, ¿por qué?, ¿por qué este terror a no tener pelo… en la cabeza?
Aquí sí y aquí no: la singular relación que tenemos con el pelo
Como sabemos, la estética cambia periódicamente, y el pelo forma una parte muy importante de nuestro aspecto. Pero si hay algo que ha sido más o menos común en la historia reciente, es la devoción por el cabello, el pelo de la cabeza, tanto en mujeres como en hombres. Los peinados y los cortes de pelo son claves en la imagen de buena parte de nosotros. Irónicamente, en otras partes del cuerpo, el pelo es una molestia para muchas personas, y se llega a detestar.
Pero si no tienes pelo en la cabeza, se reducen “las posibilidades estéticas” y te tienes que conformar con dos opciones: o raparte la cabeza del todo o ir tirando con lo tienes, disimulando (o no) el proceso de calvicie.
En este sentido, quedarse calvo es para muchas personas un síntoma de vejez, de que el tiempo pasa y la juventud va quedando atrás. Como las arrugas o las canas, nos informan de que vamos cumpliendo años. Y ese proceso de vejez no es tolerado de la misma forma por todos. Para algunos individuos, perder el pelo puede ser la trágica constatación de nuestra finitud, de que no vamos a vivir para siempre.
Mientras las industrias farmacéutica, cosmética y dermatología batallan en un negocio cada vez más lucrativo, el de contener la caída del pelo y/o ofrecer soluciones quirúrgicas, muchos hombres van dejando de mirarse tanto al espejo, asumiendo que lo del cabello es ley de vida. Pero aquellos que no lo asumen, y sigue analizando diariamente su cabello en busca de folículos debilitados, pueden llegar a sufrir falacrofobia.
Falacrofobia: soluciones y tratamientos
Si padeces reacciones físicas habituales en relación a tu temor a la calvicie, si gastas una buena suma de dinero en tratar de contener esta situación, si llevas varios meses presentando síntomas de ansiedad y/o depresión en relación a la calvicie y todo ello está afectando tu ritmo habitual de vida, es hora de buscar soluciones.
Y no te preocupes si otras personas de tu entorno se lo toman a broma. Es falta de empatía. Te dirán que no pasa nada, que quedarse calvo no es una tragedia —y tienen razón—, pero tú no lo ves así, al menos no ahora. Te pondrán de ejemplo lo bien que les queda la falta de pelo a Bruce Willis, Zidane o Jada Pinkett, pero no será suficiente.
Si una fobia es inmanejable, independientemente de su naturaleza, pide ayuda a un psicólogo, que para eso están. Y como con buena parte de las fobias, existen interesantes tratamientos que pueden ayudarte, como las terapias cognitivo-conductuales que usan, por ejemplo, la desensibilización sistemática.
¿Y en qué consiste? Se trata de exponer al paciente a la situación que le produce miedo exacerbado, en este caso la calvicie, de forma progresiva para que vayan limitándose los síntomas negativos, especialmente los más graves como la depresión y la ansiedad.
Así mismo, el psicólogo también tratará contigo otros temas vinculados como el envejecimiento o la apariencia personal, los cuales, muchas veces, son la causa que explican trastornos como la falacrofobia.
Más allá de que puedas encontrar soluciones prácticas al problema de la alopecia, como un injerto, lo adecuado a nivel psicológico es que superes la fobia, porque no hay que olvidar que, si la falacrofobia deriva de un temor atávico al envejecimiento, este no se solventará con un injerto capilar, sino que es probable que se reproduzca cuando otra parte de tu cuerpo padezca nuevos síntomas propios del paso del tiempo.