Rascarse de forma compulsiva y repetitiva hasta provocarse lesiones en la piel, hasta hacerse sangre. Así se define la dermatilomanía, un trastorno psicodermatológico que padece un 4% de la población adulta, especialmente mujeres entre 30 y 45 años.
En ocasiones, la excoriación o rascado se realiza de forma deliberada para contener la ansiedad, en otras se practica de forma impulsiva, para reducir la tensión o por puro placer, pero en todos los casos supone un problema para el individuo que requiere de la colaboración de psicólogos y dermatólogos para establecer tratamientos efectivos.
Dermatilomanía: rascarse la piel, “herir” la mente
La piel y el sistema nervioso tienen una estrecha relación, una suerte de conexión entre las tres capas de la piel —epidermis, dermis y capa de grasa o hipodermis— y el cerebro que explica que las intensas alteraciones emocionales puedan repercutir en el estado de la piel. Es así como surgen fenómenos psicodermatólogicos como la dermatilomanía.
Como señalan los investigadores Erik I. Rivera y Roberto Arenas en su artículo publicado en Dermatología Cosmética, Médica y Quirúrgica, la piel y el sistema nervioso derivan de una hoja blastodérmica común, el llamado ectodermo —una membrana que se crea durante el desarrollo del embrión para formar las estructuras del sistema nervioso y de la piel— que explicaría esta relación entre el estado de la piel y el estado emocional.
La dermatilomanía o trastorno de excoriación (TE) aparece descrito por primera vez en 1875 en el ámbito de los estudios dermatológicos. Es el dermatólogo Erasmus Wilson el que acuña el término “excoriación neurótica” abriendo el camino para la investigación de este trastorno que décadas más tarde empieza a ponerse en relación con diversos trastornos mentales, especialmente con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
En este sentido, se señala que entre un 25 y un 33% de todos los pacientes dermatológicos, incluyendo los que padecen la propia dermatilomanía, presentan paralelamente alguna patología psiquiátrica o aspectos psicosociales disfuncionales.
Dermatilomanía: ¿Cuáles son sus síntomas?
Desde los primeros análisis médicos del trastorno ya se percibió que determinadadas excoriaciones compulsivas no eran desencadenadas por ningún picor. Como señala el artículo publicado en 2020 por Norte de Salud Mental, ya en 1898 el dermatólogo francés Louis Brocq estudió a fondo el caso de una paciente de 24 años que llevaba a cabo conductas de rascado con una aguja o con sus uñas, reportando la dificultad para controlar ese impulso.
Actualmente, el DSM-5 —Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales— establece cinco criterios para que el rascado compulsivo de la piel sea catalogado como dermatilomanía:
- Dañarse la piel de forma recurrente hasta provocarse lesiones cutáneas.
- Intentos repetidos de dejar de rascarse o disminuir el rascado.
- El hecho de rascarse la piel genera malestar clínicamente significativo o deterioro en el aspecto social, laboral u otras áreas relevantes de la vida del paciente.
- El daño en la piel no puede atribuirse a los efectos fisiológicos de otras afecciones médicas y/o enfermedades de la piel o el uso de drogas.
- El hecho de rascarse la piel no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el trastorno dismórfico corporal aunque efectivamente pueda tener relación con el mismo.
Desde el punto de vista dermatológico, el patrón característico de la dermatilomanía consiste en lesiones circulares, erosivas, eritematosas —inflamaciones superficiales de la piel caracterizadas por manchas rojas— y bien delimitadas, produciendo lesiones crónicas o de rascado recurrente con presencia de tejido cicatricial de elevado tono perlado, que a veces toman forma del objeto que las causó, como puedan ser alfileres, tijeras, pinzas de depilar o las propias uñas. Generalmente, estas lesiones se encuentran en zonas de fácil acceso a la mano, afectando a brazos, antebrazos, muslos, piernas, parte superior del tronco y la propia cara.
Por otro lado, las excoriaciones no son desencadenadas directamente por obsesiones o preocupaciones, según indica el estudio mencionado publicado en Norte de Salud Mental, aunque ellas puedan ir precedidas o acompañadas de varios estados emocionales, como sentimientos de ansiedad o aburrimiento. Así mismo, las marcas generadas por los rascados generan a posteriori vergüenza y culpa en los pacientes lo que los lleva a usar maquillaje o prendas de vestir que oculten dichas marcas.
Dermatilomanía: causas y relación con otros trastornos
Después de que el DSM-5 incluyera el trastorno de excoriación en el capítulo de trastorno obsesivo compulsivo y otros trastornos relacionados, el TE pasó a investigarse desde un nuevo punto de vista presentándose numerosos estudios que investigaban sus causas y la relación con otros trastornos llegando a concluirse que el desarrollo de la dermatilomanía en el paciente llega a tener comorbilidades psicológicas en cerca del 100% de los casos: es decir, el TE está vinculado en la gran mayoría de los casos con otros trastornos mentales.
Uno de estos estudios publicado en General Hospital Psychiatry, y elaborado entre estudiantes universitarios de Estados Unidos, concluyó una relación entre la dermatilomanía y los trastornos de carácter afectivo, de ansiedad, alimenticio, de control de los impulsos, además de abuso de sustancias adictivas. Este estudio también señalaba que los hombres tenían un índice de masa corporal mayor y se percibían menos atractivos físicamente mientras que las mujeres tenían mayores índices de depresión.
Por su parte, un estudio de la Universidad de Brest en Francia con 10 pacientes con excoriaciones neuróticas indicó que cuatro de ellos habían sufrido abusos durante la infancia o la adolescencia.
Por otro lado, los análisis genéticos, aún insuficientes, señalan, no obstante, que podría también existir un patrón hereditario del trastorno, en particular la familia de genes de densidad postsináptica de las neuronas glutamatérgicas que estarían implicados en las conductas centradas en el cuerpo y en el trastorno obsesivo compulsivo.
Así mismo, los estudios con resonancia magnética también han observado que los pacientes con dermatilomanía —así como los que padecen tricotilomanía (trastorno de arrancarse el pelo), también muy vinculado al TE— tienen un mayor volumen del estriado ventral bilateral, relacionado con el circuito de recompensa, así como grosor cortical reducido en las áreas frontales del hemisferio derecho.
Tratamientos para superar la dermatilomanía
Las particularidades de este trastorno psicodermatológico exige una coordinación y un tratamiento multidisciplinar, a menudo difícil de llevar a la práctica, entre psicólogos, psiquiatras y dermatólogos. Generalmente son estos últimos los primeros en detectar el problema por lo que deben estar familiarizados con el uso de alternativas psicoterapéuticas.
En una situación clínica óptima, el paciente debe pasar en primer lugar un examen dermatológico detallado y en base al mismo establecer un tratamiento dermatológico para después ser referido a un especialista que valore la vertiente psicológica del trastorno.
Tal y como sucede con otros trastornos mentales aquí reseñados, la terapia cognitivo-conductual se presenta como la mejor de esas alternativas a la hora de conseguir resultados efectivos en los pacientes.
Varios estudios, como este del Instituto de Ciencias del Comportamiento de la Universidad Radboud Nijmegen de los Países Bajos, concluyen que la terapia cognitivo-conductual —aunque sea “breve”, como la de dicho estudio— constituye una opción de tratamiento adecuada para reducir el comportamiento patológico de rascarse la piel.