Este artículo se publicó hace 6 años.
Conversaciones intergeneracionales sobre la Constitución del 78
Por Público
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Participantes:
Diego E. Barros. 39 años. Profesor de Literatura comparada en la Universidad Saint Xavier de Chicago (EEUU).
Justa Montero. 63 años. Activista feminista y social, considerada una de las mayores expertas en género dentro del Estado.
Sara Dominguez. 22 años. Estudiante de Magisterio infantil en la Universidad Complutense
Público: ¿Qué idea os evoca la Constitución del 78? ¿Qué simboliza para vosotros?
Diego E. Barros: Sinceramente, ninguna. Es la Constitución. Nada más. No la Biblia. Fruto de un proceso imperfecto que igual no pudo salir de otra forma pero que dista mucho de ser el mito que algunos han creado. Un documento político que, como tal, puede y debe ser enmendado cuántas veces haga falta. Y sin necesidad de ese mito del consenso. Simplemente siguiendo los mecanismos que la propia Constitución señala.
Sara Domínguez: Algo obsoleto, anticuado. Un documento más que se incumple y se modifica cuando conviene a quién conviene . Palabras en las que ampararse cuando es necesario.
Justa Montero: Pues a mí la primera palabra que me viene a la cabeza es: decepción. Decepción por la ilusión que pusimos muchas gentes en ese proceso, que ahora diríamos constituyente, y que defraudó las esperanzas de un cambio en profundidad. Decepción porque no se garantizaran algunos derechos, se mantuviera los privilegios de la Iglesia católica (de aquellos polvos estos lodos)... lo mismo se podría decir del tema nacional, de la judicatura..
Yo entonces tenía 23 años y participé en esos debates apasionadamente, y desde el movimiento feminista fuimos muy críticas. A veces se menciona solo el hecho de que fueran "padres" de la Constitución, pero lo importante era la critica a lo que dejaba fuera. Yo sí que creo que podría haber salido de otra forma.
Diego E. Barros: Es posible. Obviamente yo soy de la generación que nació con la Constitución. Por eso no me dice nada especial. Más allá de que sí creo que sacralizar un texto carece de sentido. Por eso no entiendo la negativa a mejorarla. La negativa a introducir lo que no se pudo en su día. Y por eso no sé por qué el debate, cuando lo hay, siempre se para cuando alguien menta el sacrosanto consenso que ni en su día fue tal. ¿Siento decepción? Sí. Pero no con la Constitución en sí misma, sino con los actores encargados de modificarla. No porque no lleguen a ese consenso imposible, sino porque en realidad no se atreven siquiera a dar el paso. Y claro que habrá actores en contra. Con eso se cuenta. Lo que ni se plantea es siquiera tratar de contar con actores que sí están a favor de abrir una modificación, de iniciar un debate.
Público: Si tuvieran que elegir una reforma constitucional... ¿qué priorizarían?
Es obvio que la Constitución necesita una reforma. Esta puede venir vía enmiendas. Ya digo que desconozco el tema. Creo que lo más urgente es solucionar la configuración del Estado, dado que a nivel político es el problema actual más grave. Creo que deberíamos ir hacia un reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado al estilo de Gran Bretaña, habida cuenta de que hasta los más conservadores hoy reconocen que el llamado café para todos ha sido un fracaso. La prueba es que la propia Constitución reconoce la asimetría (Euskadi, Navarra) una asimetría que se le niega después a Catalunya o a Galicia, por ejemplo.
Sara Domínguez: No sé si podría centrarme únicamente en un aspecto ya que es complicado y son muchos tanto los errores como los aspectos que aun estando recogidos no se cumplen. Pero el artículo 135 y el reconocimiento del derecho a decidir de todos los pueblos del estado me parecen fundamental. Sin dejar de lado, claro, la modificación de la ley electoral, la garantía de los derechos sociales fundamentales (vivienda, educación, etc...) No sé. Es complicado elegir una. Hacen falta bastantes cambios.
Justa Montero: Es difícil pensar en un solo cambio. Creo que lo que se debería abrir es un proceso constituyente con participación de la sociedad civil para tratar todos los problemas que hoy están planteados y cómo la Constitución debería garantizar los derechos. Los derechos sociales los medioambientales (por añadir a los que han señalado Sara y Diego), los que deberían garantizar que las mujeres podamos vivir sin violencia, sin que nos asesinen, las fronteras, la laicidad del Estado.... y así muchos más. Pero si tuviera que mencionar solo uno, plantearía la forma de Estado: dejar de ser una monarquía. Creo que está en el centro del régimen del 78 y permitiría abrir muchos otros melones.
Diego E. Barros: No veo posible ese "proceso constituyente" poniendo todo sobre la mesa. Básicamente porque ningún país democrático hace rompe y rasga y vuelta a empezar. En cierto sentido toda democracia es conservadora en el sentido de mantener y reformar lo que hay. ¿Estoy de acuerdo con esto? No necesariamente pero puedo entenderlo.
Público: Diego, ¿y la cuestión de la monarquía que plantea Justa Montero? ¿Te parece una prioridad?
Diego E. Barros: Es obvio que la monarquía es una anomalía. Pero no creo que una monarquía per se sea síntoma de baja calidad democrática. Yo, de hecho, soy de los que pienso que si fuera monárquico plantearía un referéndum para consolidarme y cerrar el debate. Estoy seguro de que en el caso español ese referéndum lo ganaría la opción monárquica y cuanto más tiempo pase, precisamente peor para la monarquía española. Más desgaste. El problema en el caso español es la sospecha. Es indudable que la monarquía, esta, establece una línea umbilical con la dictadura. Es una especie de pecado original del que va a tener muy complicado desprenderse por no decir que es imposible. Está ante un callejón sin salida.
Público: ¿Veis en futuro a corto o medio plazo, a los principales partidos políticos llegando a un acuerdo para la reforma de la Constitución? ¿Por qué?
Diego E. Barros: No. Porque en realidad nadie quiere esa reforma más allá de puros titulares. Y porque no hay mayorías sólidas y sin mayorías sólidas ningún partido se siente con fuerza. Puede más el miedo.
Justa Montero: De acuerdo contigo, Diego. Los partidos mayoritarios (que son los que defienden el régimen del 78, y el bipartidismo del que forman parte y se beneficiaron) no van a cambiar nada. Pero en lo que señalabas, y también Sara, de la cuestión nacional, la aritmética no sirve. Pero además ¿quién nos iba a decir hace siete años que se iba a producir una crisis de representación tan fuerte, que el Poder Judicial se iba a cuestionar, que un movimiento iba a poner en jaque a las entidades bancarias, que a Franco se le iba a llamar públicamente como "la momia" y la memoria histórica iba a exigir justicia.... Y eso fue lo que impugnó el movimiento 15M. Lo que quiero decir es que los partidos del "sistema" (los denomino así para abreviar) no van a ser agentes de un cambio, por eso entiendo el proceso constituyente como un proceso desde abajo. Creo que desde un punto de vista feminista, ecologista y decolonial/antirracista la impugnación a la actual Constitución sería muy fuerte
Diego E. Barros: ¿Pero cuáles son los partidos no sistémicos? Porque a mí solo me sale uno y pongo en cuarentena lo de no sistémico. Por no hablar que ese partido que se sitúa fuera del sistema aún estando dentro tiene la representación que tiene y bajando.
Justa Montero: Ummmm. Bueno, también están algunos nacionalistas...
Diego E. Barros: Bueno. Teniendo en cuenta de que los nacionalistas, por propia naturaleza lo que quieren es dinamitar todo, lo cual me parece lógico, no sé hasta qué punto se pueden contar. Por no hablar que un partido como el PNV es puro sistema. Como lo era CiU hasta que implosionó a causa de su corrupción y las condenas judiciales.
Justa Montero: Claro, claro. No hablo del nacionalismo de la burguesía vasca y catalana.
Diego E. Barros: ¿Entonces? Nos queda por un lado Bildu. Por otro, lo que sea que sean las CUP, que no lo saben ni ellos. Está ERC, el único partido con una hoja de ruta clara pero descabezado y preso del fugado en Waterloo. Miramos a mi país [Galicia]. As Mareas bastante tienen con mantener ahora mismo los concellos. Y el BNG bastante con mantenerse ahora que definitivamente apuesta por la vía independentista. A ver si el problema es que la gente no sabe votar o no vota bien. Porque si ese es el problema, creo que el problema lo tenemos nosotros, no la gente.
Sara Domínguez: Coincido en que no veo a ningún partido reformando la Constitución. Aunque con la boca pequeña aboguen por pequeñas reformas, a la hora de la verdad creo que cas ninguno, por no decir ninguno, lo haría. Además, siendo realistas, mucha gente se les echaría encima. Hay mucho conformismo. Creo que en estas democracias, o mejor dicho, falsas democracias, no se va a producir ningún proceso constituyente. A día de hoy la única vía de cambio de este régimen/sistema, o como queramos llamarlo, es un colapso catastrófico del propio sistema o bien una vía más violenta.
Diego E. Barros: Me gustaría dejar clara una cosa al hilo de lo dicho por Sara. Yo dije que no veía posible ese "proceso constituyente" por razones obvias. Me atrevería a decir incluso que este podría ser hasta innecesario. Pero dejemos eso a un lado. Me interesa dejar claro que yo por lo menos no tengo ninguna duda, ni sospecha sobre la democracia española. Es decir, no tengo duda ni sospecha o, al menos, no más que las que tendría si me hicieran la misma pregunta sobre la democracia en Francia, Reino Unido, Alemania o Estados Unidos. Es decir. Son democracias, sí. Son democracias en la medida en que se puede ser democracia. Con problemas y con fallos. Pero yo sinceramente creo que, con todos sus fallos, no creo que la democracia española sea peor que cualquiera de las que nos rodean. Por eso me resultan llamativas y a la vez peligrosas esas expresiones que a veces se escuchan desde la izquierda tipo "no es una verdadera democracia" o "esta falsa democracia". Porque ante eso, me gustaría que alguien me ofreciera una alternativa o una contestación a qué es entonces una democracia.
Sara Domínguez: Lo llamo falsa democracia por llamarlo de alguna manera. No me amparo en las democracias de otros países o en las interpretaciones que cada uno haya querido hacer de la democracia. Hablando de España, lo que digo es que no la metieron doblada con la democracia. Comenzando por una falsa transición donde se jugó con los sentimientos y el miedo de mucha gente que acababa de salir de una guerra y una dictadura y que lo único que querían era paz. Lo que se produjo fue una transacción de intereses y se dejó todo bien atado. Quizás es que esto sea la democracia: una monarquía que nadie ha votado, un sistema corrompido hasta las trancas, una sociedad dividida en clases, privilegios, esclavitud legalizada, trabajos que cada vez tienen menos de dignos... y de la vivienda mejor ni hablamos. La sanidad y la educación publicas y de calidad brillan por su ausencia. Además., no creo que se pueda llamar justicia a un sistema judicial corrompido que ampara corruptos, grupúsculos fascistas, maltratadores y mucho más y no respeta ya ni la libertad de expresión.
Sinceramente, no creo que esta situación se pueda mejorar a través de la Constitución cuando ya ni se cumplen los artículos de la que hoy nos representa. En estas condiciones, ¿resulta bastante complicado pensar que vivimos en una democracia, no? O Quizás es que esto sea la democracia, no lo sé. Creo que esta "democracia " va a colapsar. No sé si dentro de poco o mucho, pero explotará por algún lado.
Justa Montero: Diego, no sé a qué te refieres cuando hablas de democracia. Si hablamos del sistema democrático que funciona en este país, me reclamo de la impugnación que hizo el 15M y la crítica al régimen del 78. Y claro que hay un déficit de democracia en este país, se mire por donde se mire.
Diego E. Barros: Justa, cuando hablo de democracia me refiero al sistema. Dices que reclamas "la impugnación que hizo el 15M y la crítica al régimen del 78". Y yo también, me dedico a eso precisamente desde el punto de vista académico. ¿Vamos a criticar lo que tenemos? Sí. ¿Es necesario un cambio? Sí. La democracia española surge de una suerte de continuidad pactada entre agentes de la dictadura anterior, otros externos y agentes de la llamada "oposición franquista"? Sí. ¿Que estos últimos tragaron más que nadie? Sí. Las razones, muchas y variadas. ¿Hay un déficit de democracia en España? Sí. Hay leyes que son vergonzosas (ley mordaza y demás)? Sí. Lo que digo es que no creo que seamos excepcionales. Una cosa es decir que hay problemas, que hay un déficit de democracia y otra muy distinta es decir que no hay democracia.
Sara Domínguez: Yo no digo que haya una dictadura ni mucho menos. Hablo de una democracia que poco o nada tiene de democracia. Llámalo déficit si nos entendemos mejor.
Diego E. Barros: Eso es a lo que me refiero. "Una democracia que poco o nada tiene de democracia". No entiendo esa frase. ¿Me preguntas si nuestra sociedad es hoy más "libre" que en 1984? Probablemente no. Es evidente desde el momento en el que programar un espacio como La Bola de Cristal sería impensable hoy. ¿Tenemos más garantías democráticas hoy que en 1984? Probablemente sí. Y eso no implica que persisten problemas o que hayan surgido muchos otros. Porque las sociedades evolucionan. Y esa evolución es para bien, pero también para mal. Y es innegable que hay una ola general de ultraconservadurismo y de recorte de libertades. En todos los sentidos. Sobre lo que dice Sara de que "el sistema va a colapsar". El sistema ya ha colapsado. Empezó a colapsar en 2001 y terminó de hacerlo en 2008. Ahora se ha transformado, a peor. En todas partes.