Santiago Carrillo: "Yo no mandé fusilar a nadie"
El ex dirigente del PCE presenta, en su 96 cumpleaños, la recopilación de textos 'La difícil reconciliación de los españoles'
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Santiago Carrillo cumple hoy 96 años. Toda una vida dedicada a la política cuyos fundamentos más relevantes —la lucha del PCE por lograr la caída del franquismo a través de la concordia de los bandos que lucharon en la Guerra Civil— ha plasmado en el libro La difícil reconciliación de los españoles (Planeta).
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Con la mente lúcida pese a su edad, el ex secretario general de los comunistas españoles ha pasado en dos años de abordar el revanchismo y el triunfo de la negación al contrario en La crispación en España a evocar los 30 años de lucha pacífica —fraguada con la connivencia de la universidad, los partidos en la clandestinidad y los intelectuales— que lideró para acabar con una dictadura que perduró 40 años.
Un proceso que culminó en la Transición, pilotada por el ex presidente Adolfo Suárez, "un hombre de izquierdas", ha defendido el ex diputado entre 1977 y 1986.
Para apuntalar su tesis ha recordado que Suárez siempre se opuso a la OTAN, defendió acuerdos con los Países No Alineados, nunca disfrutó de la simpatía de la embajada de EEUU y jamás gustó a la derecha. Fue un hombre que, por ejemplo, "fue a Cuba y se hizo amigo de Fidel Castro" y al que siempre marcó ser "hijo de los que perdieran la guerra".
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Suárez fue una pieza capital en una reconciliación torpedeada desde la Iglesia, que apoyó al dictador desde la primera hora y al que honró hasta el día de su muerte. Una Iglesia que todavía disfruta de "unos privilegios extraordinarios que no tiene en otros países" y que Carrillo define de "nacionalcatólica e integrista". "Mucha gente tiene miedo de que el PP gane las próximas elecciones por lo que supondría de vuelta atrás" respecto a la influencia de la Iglesia en la política, ha señalado.
"La crispación española debe mucho al hecho de tener una Iglesia muy integrista"
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A diferencia de lo que ocurre en el resto de países europeos, la actual jerarquía eclesiástica "sigue queriendo jugar un papel en el Estado" defendiendo su idea de "cruzada" y "reconquista", a la que alude siempre que tiene oportunidad de echarse a la calle. "La crispación española debe mucho al hecho de tener una Iglesia muy integrista, muy nacional-católica y muy distinta a la Iglesia de otros países", se ha quejado.
Antes de que se planteara siquiera la reconciliación de la que ahora escribe, la República tuvo que perder la guerra. Tres años en los que emerge la figura de Carrillo y por los que todavía, en 2011, le preguntan. Siempre, o casi siempre, la misma cuestión: Paracuellos.
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Al respecto, el político no ha titubeado: "Yo no mandé fusilar a nadie". Más aún: nadie ha podido probar la participación de Carrillo en la matanza, ha recordado el propio aludido, quien ha remarcado que las acusaciones comenzaron justo en el momento en el que se hizo cargo de la secretaría general del Partido Comunista de España.
"Lamento mucho aquello, pero no pude evitarlo, ni yo ni nadie"
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En ningún momento Carrillo niega la matanza de Paracuellos. Pero, en contra de lo que hacen buena parte de los revisionistas de última hora, la contextualiza: "¿Se imaginan una ciudad sitiada, bombardeada a diario, en la que mueren niños, mujeres, viejos? ¿Se imaginan el odio que había?". "Mi responsabilidad fue no tener la suficiente fuerza ni los suficientes medios para evitar que la gente atacase y asesinara a gente de la derecha", ha recordado.
En la fecha en la que se produjo la matanza de unos 2.000 militares a las afueras de Madrid "había decenas de miles de personas armadas, cargadas de odio tras ver morir a sus familiares", prosigue. "Lamento mucho aquello, pero no pude evitarlo, ni yo ni nadie". Carrillo, que estaba al mando de la seguridad del país, no contaba "ni con policía, ni con guardia civil ni con milicia" para contener la ira de los atacados. Hasta el punto de que "hubo que improvisar todo el aparato de seguridad de la ciudad".
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El ex dirigente comunista deja un último apunte que le exonera de la responsabilidad: "Si yo hubiera sido responsable, Miaja (general en jefe de la Junta de Defensa) y Vicente Rojo (jefe del Estado Mayor Central del Ejército republicano) no me hubieran perdonado jamás. Sin embargo, Rojo elogió en un libro la labor de la Junta de Defensa de Orden Público porque en un mes conseguimos regularizar la situación de Madrid", zanja.
Cualquier cuestión tiene respuesta, ya fuera de hechos ocurridos hace más de 70 años o debates que se acaban de reabrir. Por ejemplo, la existencia de "fuerzas de la derecha, e incluso algunos que se consideran de izquierda y se llaman jacobinos, que proponen modificar el Estado del bienestar y el Estado de las autonomías, para suprimirlos". "Si hay que restringir gastos, que se restrinjan, pero la solución no es cambiar ni el Estado del bienestar ni el Estado de las autonomías", ha propuesto Carrillo en contraposición a lo que califica "una posición política anticonstitucional". El pasado viernes, el ex presidente del Gobierno José María Aznar señaló que el Estado de las autonomías es "inviable" y "marginal" tal y como hoy está configurado.
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En definitiva, la solución para que España disfrute de un futuro prometedor pasa por encontrar el "encaje necesario y posible de las nacionaldades históricas y regiones" en la organización del Estado.