No hay buen aficionado al fútbol que no recuerde la impresionante remontada del Barça en los cuartos de final de la Copa del Rey de 1997. El equipo que entonces dirigía Bobby Robson perdía 0-3 con el Atlético de Madrid en el Camp Nou y nadie daba un céntimo por el equipo. Pero el Barça logró imponerse 5-4 y acabó ganando la Copa nada menos que en el Bernabéu.
A este tipo de épica que la razón ni prevé ni entiende se agarra la izquierda catalana en el inicio de la campaña electoral, que arrancó anoche en Catalunya. Todos los sondeos el último, difundido este jueves mismo auguran el 28-N una rotunda victoria de Artur Mas, que roza la mayoría absoluta y recuperaría para Convergència i Unió (CiU) la dirección de la Generalitat tras siete años intensos y polémicos de Gobierno tripartito, primero con Pasqual Maragall y luego con José Montilla. Pero la izquierda aún sueña con despertar a su particular Ronaldo que le lleve a la remontada: la movilización de 1,5 millones de indecisos que, según las encuestas, dudan entre quedarse en casa o ir a votar.
Artur Mas advierte de que los sondeos favorables pueden llevarle a la derrota
El fútbol dominó el prólogo de la campaña con el anuncio de que el Barça-Madrid se disputará el lunes 29, ya después de la votación, lo que hizo añicos las supuestas pruebas empíricas con las que parte de la derecha española pretendía demostrar que la sociedad catalana está anestesiada. Pero la metáfora futbolística no es precisamente alentadora para el Partit dels Socialistes (PSC): todo el mundo sabe que ahora mismo el marcador es 0-3. Y los milagros, en fútbol y en política, suceden muy pocas veces.
El propio Montilla lo admitió este jueves, durante la conferencia del Club Siglo XXI en Madrid, horas antes de iniciar la campaña en Montjuïc, icono del maragallismo y de Barcelona 92: 'No es ningún secreto que afronto la siguiente campaña electoral con un pronóstico inicialmente adverso' , dijo.
La posible relajación ante este resultado tan abultado, cuando quedan muchos minutos por disputar, es precisamente la gran preocupación del favorito, Artur Mas, que lanzó desde el centro de Barcelona su tercer asalto a la Presidencia. 'Unas encuestas favorables pueden convertirse en una desventaja porque propician relajación. Si nos confiamos en la mayoría absoluta, rozaremos la derrota', avisó.
PSC y ERC abren la campaña con una fidelidad de voto por debajo del 50%
Los sondeos marcan efectivamente una gran ventaja convergente, que supera en diez puntos al PSC en intención directa de voto, según la última encuesta oficial del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat. Pero las frías tablas estadísticas incluyen el germen de una eventual remontada: el 27% de electores, equivalente a 1,5 millones de personas, aún no sabe si irá a votar. Y entre estos que dudan, son mayoría aplastante los que en 2006 votaron a la izquierda y, particularmente, al PSC.
'Las encuestas no pueden ser peores, con lo que sólo podemos mejorar. Si logramos movilizar un poco a nuestra gente, hay partido', subraya un destacado dirigente del equipo de campaña socialista, preocupado por mantener la Generalitat y también por minimizar el que podría ser el primer revés de José Luis Rodríguez Zapatero tras los cambios en el Consejo de Ministros.
Pocas veces se ha presentado un Gobierno a unas elecciones con una fidelidad de voto tan baja en los sondeos: sólo el 35% de los que votaron a ERC en 2006 dice que repetirá. En el caso del PSC, el porcentaje se queda en el 48%. Y en Iniciativa per Catalunya Verds, el 57%. Todos lejos del 69% del PP y del 78% de CiU.
Es este plan de movilización el que explica que tanto PSC como ERC hayan finiquitado la fórmula del tripartito justo antes de la cita con las urnas. Y toda la izquierda confía en que el endurecimiento del PP, que ha elegido Catalunya como laboratorio para ensayar sus políticas más extremas en inmigración, despierte a su gente.
La izquierda suspira por encontrar al Ronaldo que fulminó al Atlético. Pero las gestas inspiradas en el Barça también pueden ser beneficiosas para CiU. En 2009, los culés ganaban en el Bernabéu 1-3 al descanso. No sólo no hubo remontada, sino que el resultado final fue 2-6: una goleada que hizo historia.
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