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Rajoy se suma a la ola de desafíos al Estado

Apoya el derribo del Cabanyal porque es "justo, responsable y de sentido común"

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Rajoy parece dispuesto a combatir. Al menos no se le ve con intención de frenar a todos los dirigentes del PP que se han lanzado a la guerra contra el Estado. Más bien, al contrario, les va siguiendo el juego.

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Hace unos días, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, hizo un llamamiento a "la rebelión" contra la subida del IVA, planteando, entre otras cosas, una recogida de firmas. El líder del PP, aunque le pilló a la contra, aplaudió la iniciativa. Rajoy no quería abrir un nuevo frente con Aguirre. Por eso evitó desmarcarse de ella. Pero podía haberlo dejado ahí y no quiso. El jefe de la oposición se ofreció a ser uno de los primeros en estampar su rúbrica.

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Ayer, el presidente del PP se atrevió a ir incluso un poco más allá. Durante su intervención en la convención sobre el empleo en Valencia, Rajoy quiso respaldar la actuación del presidente de la Comunitat Valenciana, Francisco Camps, y de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en el barrio del Cabanyal.

Los dirigentes valencianos persiguen su demolición pero el Ministerio de Cultura frenó el derribo. Para salirse con la suya, la Generalitat aprobó entonces un decreto ley urgente para seguir con sus planes. Ahora le corresponde al Tribunal Constitucional resolver si una ley de un parlamento autonómico se puede saltar la dictada por el Estado.

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"Quiero mostrar mi apoyo al Ayuntamiento valenciano y a la Comunidad en este asunto porque me parece que es justo, responsable y de sentido común", señaló Rajoy ante un auditorio que lo aplaudía rabiosamente.

El líder del PP no tuvo ningún inconveniente en sumarse al desafío pero no se refirió ni por espacio de un segundo a la exposición de fotos que la Diputación Provincial censuró hace unos días por las imágenes del caso Gürtel.

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Rajoy prefirió dedicarse a la situación económica. Dijo que le parecían "inaceptables" los datos del paro. "Yo no me voy a resignar", anunció solemne por encima de los gritos de "¡presidente, presidente!"

A su juicio, el Gobierno de Zapatero no tiene "lo que hay que tener". "Cuajo", aclaró a continuación. Y recordó que él había formado parte de un gobierno que "demostró que se podían crear cinco millones de empleos en ocho años". "Eso se puede volver a hacer", prometió.

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Para que la situación cambie, Rajoy propone "un plan de choque a corto y largo plazo". Con cinco mandamientos: no meterse contra quienes generan riqueza y empleo, no tirar el dinero público, no hipotecar el futuro, no endeudar al país y reducir el déficit público. En definitiva, "funcionar como un buen padre de familia", dijo apropiándose de lo que se señala en el código del buen comercio.

Una señora del público le pidió que mandara a Zapatero al paro. "¡No, yo lo pondría a trabajar. Ahora, que en otra cosa!", le respondió Rajoy. El dirigente conservador dedicó buena parte de su discurso a la subida de los impuestos. Para empezar, quiso rescatar del olvido cuando Zapatero decía que bajarlos era de izquierdas. "¡Pues tendrá que decir ahora de qué es!", le retó. Y lamentó que siempre se estuviera diciendo que su partido no tenía alternativa. "Gastar menos, esa es una", le indicó.

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"¡Es un burro!", insultó alguien desde el público a Zapatero. Mientras, Rajoy seguía cargando contra él: "La subida del IVA es un sablazo que el mal gobernante le pega a todos sus compatriotas que ya están muy castigados por la crisis".

Como ya hizo hace unos días desde Logroño, Rajoy insistió en que el próximo martes todas las formaciones políticas tienen la posibilidad de tumbar esta iniciativa. Pidió a Coalición Canaria y PNV que se replantearan su postura. Y también al Ejecutivo socialista: "Subir el IVA es menos consumo, menos actividad y menos empleo. El Gobierno aún tiene la posibilidad de rectificar y yo espero que lo haga".

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El líder del PP afirmó que pensaba seguir trabajando para demostrar que cuando los españoles sean llamados a las urnas, "hay una fuerza con coraje y la determinación para gobernar".

Pero no quiso pedir elecciones anticipadas. Algo que hicieron todos sus cargos valencianos, con Camps a la cabeza. "Yo le pido a Zapatero que, una vez termine el semestre de presidencia de la Unión Europea, convoque elecciones generales porque en cuanto lo haga, subirá la bolsa y la confianza de los españoles en nuestra economía", mantuvo el presidente valenciano.

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Además, acusó a Zapatero de "romper España". "Usted apele al libro de su abuelo. Yo, al de mi nieto", dijo Camps.

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, le siguió en las críticas. Para ella, el presidente del Gobierno ha llevado a España "a la ruina", por eso se animó también a exigir comicios "ya". "Con toda su arrogancia, mentiras e insensibilidades, Zapatero está en vías de extinción", mantuvo. D

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