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Los puntos flacos del 15-M

PAULA DÍAZ

Desde su nacimiento, hace poco menos de un año, el 15-M ha recibido ataques y alabanzas a partes iguales. Hoy, mirando al futuro, los protagonistas del movimiento aclaran sus posturas frente a las críticas, pero también señalan los puntos que deben mejorar para llegar a toda la sociedad y, así, hacerse cada vez más fuertes.

1. LA HORIZONTALIDAD

La pluralidad del movimiento siempre ha sido una de sus principales características. Las decisiones se toman en asambleas en las que cualquier ciudadano puede participar, no existen líderes ni cabezas visibles y rechazan a todo aquel que intente apoderarse de lo que denominan “el espíritu del 15-M”.

Sin embargo, lo que para muchos es una virtud, para otros es un riesgo. “El 15-M quiere ser un movimiento asambleario, una democracia moderna, pero un movimiento no es controlable a través de una asamblea”, señala Fermín Bouza, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Con ese sistema, paradójicamente, cuanta más gente se une a ellos, más débiles se vuelven: eso les ha pasado a todos los movimientos históricos similares”, añade.

Daniel Raventós, doctor en Ciencias Económicas y profesor de Sociología en la Universidad de Barcelona (UB), también califica el 15-M como “un movimiento muy amplio”. “Es indiscutible que hay formas de pensar muy diferentes en el movimiento y es normal que crezcan a medida que aumenta la influencia del movimiento”, señala. “Pretender la unanimidad es peligroso –destaca el experto- pero una de las cosas que debería resolver el movimiento es entender que se puede ser leal al 15-M y tener diferentes pareceres dentro de él”, apunta.

En cambio, Marta, miembro de la Comisión de Comunicación de la Asamblea Sol, cree que “la mayoría de esas frustraciones vienen de no entender qué es el 15-M”. “El 15-M es un clima, un estado de ánimo, algo descentralizado que no se puede meter en un caja, pero que sí tiene incidencia”, defiende. “Además, el ser algo tan difuso también tiene la ventaja de que sea más difícil reprimirlo o desmontarlo”, añade.

Kike Castelló, portavoz de la plataforma Democracia Real Ya (DRY), es más crítico y reconoce que esa horizontalidad ralentiza la toma de decisiones. Aun así, defiende esa característica del movimiento: “Hay que entender que nos pilló a todos de nuevo y que estamos aprendiendo sobre la marcha”, señala. Su ex compañero de formación, Carlos Paredes [que fue partidario de constituir DRY en una asociación], también considera que se necesita más coordinación para conseguir que el mensaje llegue al máximo de gente posible. “Con tanta diversidad, los canales de comunicación no siempre son todo lo claros que deberían ser”, especifica.

 

2.  LA DIFICULTAD PARA TOMAR DECISIONES

Unida a la propia horizontalidad del movimiento se encuentra un obstáculo más: el hecho de que todo el mundo tenga voz y voto en las asambleas propicia que, a menudo, estos encuentros se alarguen durante horas y, a veces, no se llegue a ninguna conclusión.

Una vez más, lo positivo de la pluralidad se convierte en una dificultad para avanzar. Castelló, de DRY, reconoce que “poca gente es capaz de aguantar asambleas de 8 horas”. “A veces los debates son interminables, hay muchas aportaciones y muchas se repiten, pero estamos aprendiendo sobre la marcha y eso mejorará”, aventura.

Raventós, que incluso vivió en primera persona esas “asambleas interminables”, va más allá y asegura que, un año después, eso ya ha cambiado. “Mucha parte del movimiento se dio cuenta de que las asambleas debían tomar decisiones y que no era normal que tres personas de entre 300 pudieran bloquear un acuerdo”, sentencia. Fermín Bouza, por su parte, reitera que “la dificultad para gestionarse hace que corran el peligro de disolverse”.

3. LA DISPERSIÓN DE PROPUESTAS

El tercer inconveniente de la propia diversidad que compone el 15-M es la dispersión de sus propuestas. La falta de concreción comenzó el primer día de acampada, cuando los primeros que durmieron en Sol crearon el lema “Lo queremos todo, lo queremos ahora”. Después, urnas a pie de calle recogieron las quejas y posibles soluciones de cualquier viandante que se animara a participar. De nuevo, la acumulación de objetivos contribuyó a desunir el movimiento, aunque, según los expertos, no siempre con un connotación negativa.

“Al principio, el movimiento contaba con gran parte de apartados pragmáticos que, aunque atractivos, eran muy dispersos y, por ello, era difícil que fueran conocidos”, recuerda Raventós. “Sin embargo, en un intento de que la población conociese con exactitud los puntos que defienden, los han condensado”, opina el economista. Prueba de ello, dice, es el cartel que anuncia la próxima manifestación del 12M15M que conmemorará el aniversario del movimiento. “Ni un euro más para rescatar a los bancos; educación y sanidad públicas de calidad; no a la precariedad laboral, no a la reforma; por una vivienda digna garantizada; renta básica universal”, enumera la publicidad.

De hecho, cada organización que engloba el movimiento tiene un fin concreto. “En DRY tenemos ocho puntos claros con los que pretendemos cambiar el sistema actual y ese mensaje va calando poco a poco”,  asegura Castelló. Marta, de la asamblea de Sol también recuerda a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o, simplemente, la adhesión de ciudadanos a causas concretas. “La brigada madrileña contra las redadas racistas o el colectivo de lucha contra la privatización del Canal de Isabel II son grupos que han aumentado considerablemente desde el 15-M”, ejemplifica.

En el otro lado están Carlos Paredes y Fermín Bouza, que ven la dispersión como una debilidad. “Hay propuestas muy concretas dentro del 15-M pero hay que desarrollar recursos jurídicos que defiendan en los tribunales lo que se pide en la calle”, opina el primero. “El movimiento nació con la crisis y está formado por dos partes muy diferenciadas: los líderes vanguardistas –los ciberactivistas que defienden ideales- y la gente molesta con el sistema –especialmente, los parados, que buscan soluciones pragmáticas-”, explica el catedrático de la UCM. “Es una difícil convivencia y cabe pensar que el movimiento hará aguas si no consigue dar una salida pragmática a la gente con problemas”, concluye Bouza.

4. LAS DIVISIONES INTERNAS Y LA LUCHA POR EL PODER 

Como en todos los grupos amplios y, teniendo en cuenta la propia diversidad del movimiento, es difícil escaparse a la posibilidad de que dentro del 15-M surjan líderes que intenten manejar a la masa. Como apunta Daniel Raventós, “es un error pretender que el 15-M esté al margen de las miserias humanas”. “Dentro del movimiento es lógico que haya personas ambiciosas, igual que hay muchas humildes”, destaca.

“Hay gente que considera que el movimiento es un campo abierto para dar salida a sus propios intereses”, asume también Carlos Paredes. “Quieren intentar aprovecharse pero no llegan a nada porque el propio movimiento no lo permite”, añade.

A pesar de la división interna que ahora atraviesa DRY, Kike Castelló se muestra de acuerdo con Paredes. “El grupo se regula solo y, aunque vayamos despacio por lo diversos que somos, eso también nos hace inmunes a los posibles ataques del sistema”, señala haciendo referencia al intento de algunos políticos de adueñarse del 15-M.

5. DISTANCIAMIENTO DE LA POLÍTICA Y LOS SINDICATOS

Entre los muchos lemas que el 15-M ha puesto de moda en el último año se encuentran sin duda el No nos representan o el famoso PSOE-PP la misma mierda es. Estos, unidos al No les votes han generado críticas e, incluso, el rechazo de aquellos que tacharon al movimiento de anti-sistema.

“Son como los viejos anarquistas, en el buen sentido de la palabra, pero niegan la capacidad democrática de la sociedad. A veces enuncian –sin darse cuenta- discursos de la extrema derecha histórica y eso ha corrido en su contra”, opina Bouza. “Metieron a todos en el mismo saco y la izquierda comenzó a desconfiar porque les perjudicó su discurso de no participación; ahí perdieron fuerza, al ser críticos con los que estaban más próximos a ellos”, especifica el profesor.

'Unidos serían más fuertes', opina un economista

Para Daniel Raventós, “es un error, desde el punto de vista táctico, el sectarismo que se produce con los sindicatos”. “Es disculpable, por la juventud de los activistas, que pretendan convocar una huelga general sin ellos, pero es un disparate”, sentencia el economista. “En estos momentos eso no se puede hacer sin ellos y unidos serían más fuertes”, propone Raventós, que aclara que hace sus críticas como miembro del 15-M, “desde la fraternidad, desde el mismo lado de la barricada”.

'No se dan cuenta de que defienden lo mismo', apunta otro experto

Para Bouza, el alejamiento con las organizaciones de trabajadores tampoco tiene sentido. “No se dan cuenta de que, en realidad, defienden lo mismo que los sindicatos en sus inicios, pero en una época histórica diferente y desde una clase social distinta”, continúa Bouza. “Además, vivimos en un país muy difícil en el que no se puede no estar posicionado, por eso creo que lo tienen difícil para sobrevivir”, concluye el catedrático de la UCM.

Marta, en cambio, continúa defendiendo el apoliticismo del movimiento. “El 15-M es un fenómeno de cultura política que no cabe en las estructuras que conocemos: es un sujeto capaz de denunciar pero que no tiene sujeto”, explica. “Es una actitud, un cambio en la sociedad que busca el volver a conocer a tu vecino y asociarte con él para cambiar cosas”, continúa la joven. “Pero eso no significa que no tenga incidencia política porque ya se están consiguiendo algunas cosas, como que [Alfredo Pérez] Rubalcaba llevara en su programa la dación en pago”, recuerda.

'Estamos demasiado acostumbrados a que nos den órdenes', lamenta un miembro de DRYCastelló opina, en parte, como ella. “Si alguien dentro del 15-M quiere constituirse en partido político, que lo haga, pero también es cierto que quienes nos critican porque no avanzamos no hacen nada por cambiar el sistema”, denuncia el portavoz de DRY. “Estamos demasiado acostumbrados a que nos den órdenes y a que otros nos resuelvan la papeleta pero el cambio tiene que empezar por uno mismo”, opina.

Carlos Paredes, por su parte, sí considera que el movimiento debe empezar a tener más presencia en las instituciones. “Y con ello no me refiero a crear partidos políticos, sino que a distintas personas de distintos partidos puedan secundar iniciativas del movimiento para poder llegar a más gente”, aclara. De todas formas, Paredes también se mantiene al margen del bipartidismo actual: “No vamos contra los partidos, vamos contra el PP y el PSOE porque lo importante no es quién hace las cosas sino qué cosas se hacen”. “Los símbolos y las banderas dividen y nosotros defendemos cuestiones básicas que afectan a toda la población”, reitera.

Para Raventós, además, “el que critique que no se hayan convertido en un partido político no ha entendido nada, porque un movimiento de denuncia en la calle no tiene nada que ver con lo electoral”. “Además, no tendría apoyos y dudo que consiguieran financiación por parte de la banca”, ironizó el economista.

6. ALEJAMIENTO DE LA SOCIEDAD

El hecho de que las primeras acampadas estuvieran protagonizadas, principalmente, por jóvenes y, de nuevo, la confusión de los mensajes provocados por la diversidad del movimiento, también promovió una imagen difusa del 15-M que lo alejó de ciertos sectores de la sociedad. Aun así, los expertos consideran que tiene más adeptos que detractores.

'El 15-M sacudió muchas conciencias, aunque la caverna mediática intentó desprestigiarles desde el principio', sentencia Daniel Raventós. 'Por suerte, la ciudadanía entendió que su programa no es revolucionario, sino de higiene pública', continúa el economista de la UB, que cree que este mes de mayo será el 'test definitivo para ver si han ganado o han perdido gente'.

Bouza, en cambio, ve 'lógico' que a los jóvenes se hayan unido los afectados por los recortes en sanidad y los ya conocidos como yayoflautas, pero reitera su visión pesimista del movimiento. 'Tienen adeptos, pero más allá de la propuesta utópica está la solución y para encontrarla tendrían que convertirse en lo que no quieren y se perderían a sí mismos', insiste el catedrático de la UCM.

Algunos activistas hacen autocrítica: 'No hemos sabido llegar a alguna gente'

Por su parte, tanto Carlos Paredes como Kike Castelló son autocríticos. 'No hemos sabido llegar a alguna gente como, por ejemplo, a los pequeños empresarios que creen que la reforma laboral les beneficia cuando, en realidad, si la gente deja de consumir en sus negocios, ellos también se hundirán', ejemplifica el primero.

Para Castelló, la fuerza de las redes sociales que contribuyó a la organización del movimiento, también dejó fuera a buena parte de la población. 'Nos falta trabajo de calle y esa es una labor que debemos hacer todos en la cola del supermercado', reconoce. Sin embargo, no está de acuerdo con la generalización de los integrantes del 15-M como perroflautas. 'En el movimiento hay abogados, economistas, gente que habla varias lenguas y que está muy preparada -recuerda-, pero eso también es un síntoma de la falta de contacto, la gente tiene que conocernos', reitera.

7. PROBLEMAS CON LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN    

Buena parte de la culpa de la imagen difusa que pesa sobre el 15-M la tienen los medios de comunicación. Al menos, así lo entienden los integrantes del movimiento, que más de una vez abuchearon a los periodistas que se encontraban cubriendo sus actos. Incluso crearon sus propios medios de difusión con la intención de evitar que su mensaje fuera manipulado.

'Los problemas con los medios de comunicación vienen de la descentralización del movimiento', reconoce Marta, de la Asamblea Sol. 'Como no hay portavoces, los medios intentan estigmatizarnos', denuncia. 'El problema de los periodistas es que están tan acostumbrados a repetir lo que les dicen en las ruedas de prensa que tienen problemas para contar algo que vaya más allá de todo eso, como el 15-M', critica la joven. 'Tenéis que asumir que hay tantas visiones del 15-M como gente que lo mira y que lo que nos une es lo que no queremos', concluyó.

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