El temor del Gobierno del PP a que su jefe de filas fuese abucheado en su primer desfile del 12 de octubre como presidente, ha resultado infundado, y el clamoroso rechazo popular a sus recortes no ha tenido réplicas en este acto.
Como los toreros en las tardes discretas, Mariano Rajoy ha cosechado hoy silencio en la Plaza de Neptuno, de Madrid, el mismo escenario donde, hace 17 días, miles de ciudadanos se manifestaron contra sus políticas y contra el propio sistema convocados por el movimiento 25-S. A lo largo de la hora que duró el acto, el presidente no ha recibido ni silbidos ni abucheos, en contraste con la bronca que parte del público del desfile montó a su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, durante siete años.
En 2011, el entonces presidente Zapatero fue también silbado, aunque con menos intensidad que otros años, y pese a que su llegada al acto no fue anunciada por megafonía. En esta ocasión, el presentador sí avisó por los altavoces de la presencia de Rajoy, y la respuesta fue el silencio: ni abucheos ni tampoco aplausos.
El presidente fue recibido, como marcaba el protocolo, por el ministro de Defensa, Pedro Morenés; la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes; la alcaldesa, Ana Botella; y el presidente de la comunidad, Ignacio González. Durante los minutos en que, de pie en medio de la plaza, esperaron la llegada de los reyes, ninguno de los miembros de ese grupo provocó el rechazo del público.
Los reyes llegaron a continuación en un Rolls-Royce, junto a los príncipes de Asturias, para presidir el acto. La infanta Elena se personó sola, como media hora antes, y vio la parada militar fuera de la tribuna presidencial, en un palco de autoridades políticas, situada justo a la izquierda del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Fue la anécdota más comentada de la jornada.
El rey pasó revista a las tropas caminando, lo que no hacía desde hace muchos meses
La llegada de los reyes sí fue recibida con timidos aplausos. El monarca pasó revista a las tropas a pie, lo que no hacía desde hace mucho tiempo por sus diferentes problemas de salud. En 2011, lo hizo a bordo de un jeep.
Rajoy se hizo acompañar por su Gobierno casi al completo en el día de la fiesta nacional. Todos ellos –sólo faltó Luis de Guindos, ministro de Economía, en Tokio por la reunión del FMI–, se situaron en la tribuna presidencial a ambos lados del lugar ocupado por los reyes, donde por primera vez no estaban los duques de Palma, apartados del protocolo oficial de la casa desde la imputación por varios delitos de Iñaki Urdangarín por el escándalo Nóos. La sorpresa es que la familia excluyó también a la infanta Elena de ese puesto privilegiado, y que además ha anunciado que así seguirá siendo a partir de ahora.
Ni al desfile ni a la recepción posterior que ofrecen los reyes en el Palacio Real asistió el presidente catalán, Artur Mas, que ha argumentado que ya ha celebrado la fiesta nacional el 11 de septiembre en Catalunya, y que a esos actos no acude nadie del Gobierno central. Además, no envió a ningún representante. Tampoco estuvieron los presidentes de Galicia y País Vasco (de campaña electoral), Andalucía, País Valencià, Balears, La Rioja, y Cantabria, además del presidente de la ciudad autónoma de Melilla.
Rajoy ha tenido la ocasión de probar el sistema para amortiguar los abucheos puesto en marcha en 2011 por la entonces ministra de Defensa, Carmen Chacón, ya que el diseño del acto ha sido calcado al del año pasado.
El montaje es sofisticado, comenzando por el alejamiento de las tribunas de público de las que ocupan los miembros de la familia real y del Gobierno, las autoridades políticas nacionales y autonómicas, y la prensa. Son las únicas ubicadas dentro del perímetro de la plaza, además de otras dos destinadas a altos cargos del Ministerio de Defensa y a diplomáticos extranjeros. El resultado es que, de haber silbidos o abucheos en el público situado fuera de la plaza, no se escuchan o llegan muy amortiguados.
El montaje ideado por la exministra Chacón para Zapatero, copiado por Morenés para Rajoy
Pero además, una de las dos tribunas donde se ubica la prensa encargada de informar del acto está situada frente a tres pinos de unos seis metros de altura que impiden completamente la visión de una de las tres tribunales principales. El mismo estrado tiene a su espalda la fuente de Neptuno donde no deja de correr el agua, lo que dificulta escuchar rumores, silbidos o abucheos.
Fuentes de Defensa recalcan que se trata del mismo dispositivo de 2011, diseñado por la ministra Chacón y del que se benefició Zapatero. El objetivo era evitar que el desfile militar se convirtiese en un termómetro del rechazo social a los presidentes y se valorase exclusivamente como lo que es, un acto con motivo de la fiesta nacional. El acto cuenta además con un fuerte dispositivo policial de seguridad que deja en una cápsula la plaza de Neptuno, ya que el acceso está cortado desde varias calles antes por ambos lados.
Rajoy no es un apasionado de este desfile, que calificó de 'coñazo' en una conversación informal con Javier Arenas en octubre de 2007 captada por un micrófono abierto sin que él lo supiese.
Este año, son unos 2.600 los militares los que han participado en el desfile, que, con el lema 'Nuestra fuerza somos todos', ha sido 150 metros más corto y no ha contado con exhibición aérea ni con la presencia de acorazados, carros de combate y blindados. Esa ausencia se debe al drástico recorte del presupuesto para el mismo, ya que este año es de 900.000 euros frente a los cerca de 2,8 millones del año pasado, es decir, cerca de un 70% menos.
Sólo se ha mantenido el vuelo de la patrulla acrobática Águila, que ha realizado dos pasadas y ha dibujado sobre los cielos de Madrid la estela con los colores de la enseña nacional. También ha sido aplaudida, tras el acto a los que dieron su vida por España, seguida de una ofrenda floral ante la bandera de España colocada en un mástil.
En el desfile han participado unidades de los tres Ejércitos, de la Unidad Militar de Emergencias, y de la Guardia Civil. Lo más vistoso ha sido el paso de los legionarios con la cabra, los regulares de Ceuta, y la unidad a caballo de la Benemérita.
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