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La Policía encontró indicios de agresiones previas en el domicilio de Alba

En el registro se halló sangre y un cinturón de albornoz en una silla que parecía anudado para atar a la niña

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Un nuevo testimonio en la vista oral del juicio por el maltrato casi hasta la muerte de la pequeña Alba ha venido a reforzar la tesis de que las agresiones a las que era sometida la niña venían de tiempo atrás.

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Hoy, varios agentes de la policía científica de los Mossos d'Esquadra declararon en el juicio que encontraron en el piso de Alba, en Montcada i Reixac (Barcelona), restos de sangre de anteriores agresiones a la que en marzo de 2006 le provocó gravísimas lesiones cerebrales y le dejó en coma. También hallaron restos en una fregona y un pañuelo y el cinturón de un albornoz en una silla que parecía anudado para atar a la niña.

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Los policías relataron que en la habitación de la niña y en el pasillo encontraron sangre visible pero también no visible --la sangre que ya sólo se hace presente con reactivos químicos--. Además, hallaron restos en la fregona, por lo que se supone que el padrastro o la madre de la niña habían intentado limpiar la sangre de otras heridas previas.

Los agentes que registraron el inmueble también se sorprendieron al encontrar el cinturón de un albornoz atado en el respaldo de una silla y anudado de forma que sólo cabía el cuerpo de un niño. El cinturón pudo haber servido para atar a la pequeña en la silla para que comiera.

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Los agentes comprobaron que la altura de la cama era de 46 centímetros, por lo que es muy poco probable que la menor se hiciera el daño que sufrió con una simple caída de la cama, como mantiene el padrastro. Encima de la cama también hallaron un pañuelo manchado de sangre.

Durante la sesión de hoy del juicio, en la Audiencia, también declaró un ex novio de la madre de la niña, que convivió con la mujer y Alba entre julio de 2004 y febrero de 2005. El hombre dijo que la acusada, Ana María C., no maltrataba "físicamente" a su hija, aunque admitió que no la cuidaba bien a pesar de que había nacido de forma "prematura" y le costaba comer. También señaló que cuando Alba volvía de estar con su padre biológico no presentaba moratones. La niña tampoco se caía sola ni era patosa, como sí han reiterado los acusados.

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La cuñada del padrastro explicó que un día vio a Alba con un morado en el pómulo, otro en la frente, costras de sangre en la nariz y clapas de pelo en la cabeza. Al preguntarle a la madre por aquellas lesiones, la mujer respondió que un niño del colegio le pegaba. Además, Alba "era una niña triste, cabizbaja", relató.

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