"Pobrecillos los de Sol, seguro que tienen hambre"
Muchos vecinos de Sol muestran su solidaridad y generosidad con los acampados en la céntrica plaza madrileña
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Conchi sí es una mujer de armas tomar. La última vez que unos amigos de lo ajeno intentaron asaltarla en su madrileño barrio de Lavapiés, tuvieron que salir por pies corridos a bolsazos. Se lleva bien con sus vecinos en su barrio multicolor, pero si alguien le "toca los cojones" seguro que se arrepiente.
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Concepción Vázquez, de 65 años, que trabaja cuidando niños en Montecarmelo (en las afueras de Madrid), le dijo a su vecina Marga que los "chavales" que estaban acampados ahí en Sol, cerca de su casa, seguro que tenían hambre.
Manos a la obra: recolectando ingredientes en el edificio hicieron dos bollos gigantes y una perola inmensa de arroz con leche. Y allá que fueron a Sol el miércoles pasado (ya jueves, pues eran más de la una de la mañana) cargando con la comida.
Está encantada con cómo las recibieron y trataron los acampados. "Vinieron unos chavales jovencitos y les dije: necesito a alguien que acompañe a esta señora [su vecina] de vuelta a casa". Y tres chavales fueron hasta su casa, a los que despidió ofreciendo su piso "por si tenían algún problema o necesitaban cualquier cosa".
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Llevaron a Sol bollos y una gran perola de arroz, que recogieron fregada al día siguiente
"A mí no me importa que vengáis y que me toquéis el timbre si os persigue la poli o algo", escucharon agradecidos los jóvenes.
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Además, quedaron en volver al día siguiente para recoger la enorme perola de aluminio —"de las buenas"— donde llevaron el arroz con leche: "Al día siguiente allí estaba la olla fregada y hasta el cazo y los vasos de plástico lavados".
Conchi no alardea en absoluto de su acción solidaria y sólo tiene una palabra para explicar su solidaridad: "pobrecillos". ¿Pero por qué pobrecillos?: "Pues porque andan ahí tumbaos en el suelo y anteanoche lo que cayó... anda que no cayó agua, parecía un diluvio".
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Esta mañana, Conchi fue recibida entre aplausos por algunos de los acampados. "Huele como las tortillas de mi madre", le dijeron. "Éstas están mejor", respondió ufana cargada las tortillas de patatas que les llevó de desayuno.
Y de nuevo esta noche, de vuelta a su casa en Tirso de Molina desde Montecarmelo, volverá a pasar por Sol a ver qué necesitan "sus chavales".
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Conchi es solo un ejemplo entre los muchos vecinos de Sol y empresas que han ofrecido a los acampados todo tipo de ayuda para que pasen los días y las noches lo mejor posible: comida y bebida, lonas, urinarios, sacos, mantas...