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El Papa declara la guerra al "laicismo" del Gobierno

Benedicto XVI se remonta a la II República para cargar, ya en el avión, contra el "securalismo fuerte y agresivo" de España. El pontífice se apresta a "reevangelizar" el país

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No se había bajado del avión y ya había dinamitado el viaje. Pese a la plena disposición del Gobierno, que un día antes había anunciado que la Ley de Libertad Religiosa quedaba definitivamente en el cajón, y con la presencia de hasta cuatro ministros -además del propio presidente, José Luis Rodríguez Zapatero- en su visita "pastoral" a Santiago y Barcelona, Benedicto XVI abrió la caja de los truenos, antes de pisar suelo español, denunciando que "en España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta".  "Y ese enfrentamiento, disputa entre fe y modernidad, ocurre también hoy de manera muy vivaz", remató.

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Toda una declaración de guerra en un momento en el que, como aseguraban tanto el Ejecutivo como la propia Santa Sede, las relaciones entre España y el Vaticano pasan por "un excelente momento". Ya es habitual que el Papa hable con los periodistas durante el vuelo papal y que sus palabras causen revuelo. Sucedió en África, cuando afirmó que el preservativo no era un buen método para combatir el sida, y en Inglaterra, admitiendo que los enemigos de la Iglesia están dentro de la misma.

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Ayer, en el avión de Alitalia que le trajo a Santiago, Benedicto XVI fue más allá y, pese a asegurar en su primer discurso que venía "como peregrino", en los aires precisó que España necesita "una reevangelización", y la búsqueda de "un lugar de encuentro entre fe y laicidad". De hecho, cuando hace un mes creó un nuevo dicasterio para la Nueva Evangelización, el pontífice aseguró que estaba pensando especialmente en España "por su laicismo y secularismo". "Hay que renovar la fe para responder a esa laicidad", dijo
entonces.

El Gobierno, sorprendido, evita entrar en polémicas con el Papa

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Tras sus palabras, el vuelo llegó al aeropuerto de Lavacolla, donde le esperaban los príncipes de Asturias, el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, y los ministros gallegos José Blanco y Francisco Caamaño. Rubalcaba ya conocía las palabras del Papa cuando entró a conversar con él por espacio de cuatro minutos. Pero la tesis oficial se mantuvo. "Las relaciones entre España y la Santa Sede son buenas", afirmó el vicepresidente, quien reiteró la "total colaboración" del Ejecutivo, tanto en esta visita como en la que realizará en agosto a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud.

Fuentes gubernamentales quisieron restar trascendencia a las palabras de Ratzinger y evitaron polemizar sobre las mismas, aunque no pudieron evitar mostrarse sorprendidas, según informó Efe. Asimismo, las citadas fuentes indicaron que el Gobierno mantendrá su total colaboración con el Papa a lo largo de la visita pese a sus apreciaciones, que ubicaron en el ámbito de la libertad de expresión. Fuentes del PSOE, por su parte, prefirieron esperar a que concluya la visita -el Papa llegó por la noche a Barcelona, donde se entrevistará hoy con José Luis Rodríguez Zapatero y en cuya misa participará el ministro Ramón Jáuregui- antes de hacer una valoración.

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Las palabras del Papa no sentaron nada bien a los partidos de vocación republicana. Desde Izquierda Unida, su diputado Gaspar Llamazares, no tuvo reparos a la hora de denunciar que las palabras de Ratzinger suponen "una injerencia inaceptable en la vida política del país que ha ido a visitar", informa Juanma Romero. "Su intervención es un insulto y una afrenta a la democracia española y a la memoria democrática de los españoles", sostiene Llamazares, que considera "un sarcasmo que el líder de la Iglesia católica, cómplice de una de las dictaduras más sangrientas de la historia, venga a dar lecciones", y advierte al Gobierno que el haber aparcado la reforma de la Ley de Libertad Religiosa "no ha servido para nada".

Rubalcaba se reunió con Ratzinger durante cuatro minutos

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Para el ex coordinador general de IU, el Papa se atreve a actuar así porque "huele la debilidad del Gobierno" y además porque "la Iglesia juega un papel de ariete de la derecha política". Tampoco hay que olvidar, a juicio de Llamazares, que la jerarquía eclesiástica "está comportándose de forma agresiva hacia su enemigo exterior para tapar sus casos de pederastia".

Desde las filas de Esquerra Republicana de Catalunya, su portavoz parlamentario, Joan Ridao, consideró que las palabras de Ratzinger demuestran que el Papa y la jerarquía eclesiástica están "cada vez más alejadas de los movimientos sociales y de sus bases". Ridao también criticó el silencio del Gobierno y recordó, en declaraciones a Público, que este ha claudicado ante la Iglesia "al renunciar a la reforma de la Ley de Libertad Religiosa y mantenerle sus privilegios".

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Benedicto XVI habló de muchas cosas en una visita a Santiago que, pese a resultar multitudinaria, lo fue menos de lo esperado. La plaza del Obradoiro se llenó, pero los alrededores no estaban abarrotados.

"Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria"

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En su visita a la catedral, el Papa lanzó un alegato a favor de la verdad y la libertad auténticas. "Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra", declaró el pontífice, quien añadió que "la Iglesia está al servicio de ambas". Por la tarde, en la multitudinaria misa en la plaza del Obradoiro ante unos 6.000 fieles, el Papa reivindicó las raíces cristianas de Europa y proclamó -como ya hiciera 21 años antes Juan Pablo II- que "es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa".

Retornando de nuevo al pasado, Ratzinger se refirió a la "tragedia" de aquella época en la que en Europa se difundió la "convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad".  Ratzinger sostiene la idea contraria: "Dios es el origen de nuestro ser y el fundamento y culmen de nuestra libertad, no su enemigo". Antes de viajar a Barcelona, el Papa mantuvo un brevísima reunión con Mariano Rajoy, que calificó de “muy bonito y emocionante” el encuentro. Rajoy expresó su confianza en que la visita papal “de fuerzas a todos” para superar el “momento difícil” por el que atraviesa España.

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Aunque España necesite una “reevangelización”, Benedicto XVI no habló ayer de aquellos temas que tanto preocupan a la jerarquía eclesiástica española y a la sociedad. Durante su estancia en Compostela, Ratzinger no hizo referencia alguna al escándalo de la pederastia entre el clero –minimizado hasta la extenuación por los obispos españoles–, y tampoco dijo una palabra sobre moral sexual, la nueva Ley del Aborto o la legalización del matrimonio homosexual. Se espera que el Papa haga referencia hoy a los desafíos del matrimonio y la familia en el marco de la homilía que pronunciará en la dedicación de la Sagrada Familia. Desde Iglesia sin Abusos, su responsable, Carlos Sánchez Matto, mostró su pesar por la ausencia de una palabra de apoyo del Papa a las víctimas de abusos sexuales por parte del clero, aunque insistió: “Lamentablemente, no me sorprende”.  

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