Público
Público

El legado de las pequeñas cosas

JOSÉ MARÍA CRESPO LORENZO

Cuando alguien cercano nos abandona e inicia ese último viaje a donde sea que moran tras su muerte los grandes hombres, nos vemos en la necesidad, casi obligación, de recordar sus grandes logros y méritos para comenzar de esa manera a honrar su legado. En mi caso, conocer a Gregorio Peces-Barba me hace regresar a viejas habitaciones de la caótica organización de mi memoria. Si hoy todos somos herederos del patrimonio democrático que Gregorio nos deja, yo particularmente me siento propietario de muchas pequeñas cosas. Detalles insignificantes en su día, a los que en estas horas comienzo a dar la importancia que tenían, y que por los avatares de la vida y el ritmo cotidiano de nuestra existencia, vamos dejando guardados, pero no olvidados. Ni mucho menos. Recuerdo nuestros ratos en sus visitas a mi tierra, Palencia, a Saldaña patria chica de su íntimo amigo Jesús Quijano, y su importante papel en la elaboración del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, cuando el que firma era un joven socialista que miraba con admiración a uno de los padres de la Patria.

Decisivo en la creación del PSOE de Valladolid, representando a sus gentes en el Congreso de los Diputados, y en los primeros pasos del PSOE de Castilla y León. Gregorio era un hombre querido en mi tierra, y en todas las tierras de este país a pesar de zaherir en ocasiones algunas sensibilidades siempre a flor de piel, tanto como él amaba a una España que conoció en sus peores momentos y contribuyó de forma decisiva a impulsar hacia la modernidad. Nos dio ese aliento vital que buscábamos en la transición, para tocar con la punta de los dedos muchas de las utopías que nos alimentaron el alma durante el agujero que supuso la dictadura. Jamás dejó de preocuparse, opinar y aportar lo que en su análisis, veterano ya, creía necesario para mejorar nuestra democracia.

Insatisfecho como por naturaleza son todos los luchadores, hasta el último día de su vida no dejó de darle vueltas a este país con tantos matices que llamamos España. Si las grandes líneas de su vida pasan por esta Constitución que nos ha dado las mayores cotas de libertad y prosperidad que ha conocido la nación, yo hoy quiero quedarme con los pequeños detalles del gran hombre. Con esa mano que dejaba caer en ocasiones en mi hombro, mirando con curiosidad al joven que quería comerse un mundo que el no terminaba de digerir. Me voy a regocijar en esas pequeñas cosas, que, como en la canción, no han matado ni el tiempo ni la ausencia. Aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas...

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias