Laicos y teólogos critican la sumisión de las instituciones ante el papa
Ratzinger, por su parte, ha evitado críticas directas a leyes aprobadas en España que chocan con la moral católica
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Se acabó. Benedicto XVI llegó anoche a Roma después de pasar 79 horas en España y de una semana en la que la juventud católica ha copado Madrid, cerrando calles, concentrando todas las atenciones de seguridad, sanitarias y de orden público de la capital de España. Una concentración, la JMJ, que ha supuesto un éxito numérico, con centenares de miles de católicos congregados en torno a su líder, con la aquiescencia, absoluta colaboración y hasta una cierta postración de las autoridades públicas, desde el rey hasta al alcalde de Madrid, pasando por las máximas autoridades estatales, comunitarias y municipales. Joseph Ratzinger, por su parte, ha respondido evitando cualquier referencia directa a leyes aprobadas en España que contradicen claramente el credo católico, como la del matrimonio homosexual o el aborto. La polémica, en esta ocasión, llegó por el coste que tendrá para las arcas públicas un encuentro confesional en un estado supuestamente aconfesional y los conflictos y agresiones que se sucedieron desde la marcha laica del pasado miércoles y que han puesto en un brete la actuación de la delegada del Gobierno y de la Policía.
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La asistencia
"El problema no es llegar al convencido, sino a los otros", dice José María Castillo
El teólogo granadino José María Castillo ha visto, como balance positivo, "la masiva presencia de jóvenes" y que "se ha hablado de Dios y de la fe, con un mensaje que, gracias a los medios, llegará a todo el mundo". Sin embargo, critica el "excesivo gasto" para que la Iglesia lleve a los nuevos púlpitos su mensaje. "No es muy cristiano hablar de Dios a base de gastar dinero". Del mismo modo, Castillo critica que se diga "que todos estos jóvenes son representativos de la juventud mundial". "El problema, como siempre, no es llegar a los convencidos, sino llegar a los otros, en igualdad de condiciones".
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"Todo se podía haber hecho de manera mucho más sencilla, sin querer imponerse por las calles de Madrid", destaca el teólogo salmantino Xabier Pikaza. En su opinión, y desde un punto de vista evangélico, "no responde al Evangelio que el Papa casi tenga más importancia que la Eucaristía o que los actos". Un exceso de "papolatría" que "no es la mejor forma de transmitir la fe y evangelizar a la juventud".
Los mensajes del papa
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Xabier Pikaza cree innecesario el afán por "imponerse en las calles de Madrid"
"Me sobra este afán de todos por quererse hacer fotos con el papa", constata Pikaza, que critica los "protocolos de tiempos de la cristiandad", con políticos besando la mano a Rat-zinger y la primacía de "lo folclórico" frente a lo vocacional.
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Para el presidente de Europa Laica, Francisco Delgado, "en un blanco y negro, algo raído, el infalible Papa ha proclamado, una vez más, "el no": al placer, a la planificación familiar, al sexo fuera del matrimonio, al divorcio, a la homosexualidad y al matrimonio de personas del mismo sexo, a la igualdad de género, a la buena muerte y "el sí" tozudo al celibato de los curas y a una renovada sumisión de las monjas (por ser mujeres), al mismo tiempo que ha "atizado" un peligroso fundamentalismo católico, sin que los poderes políticos y judiciales intervengan", sostuvo Delgado.
Por su parte, Evaristo Villar, de Redes Cristianas, insiste en que Benedicto XVI "ha tenido cierto cuidado" en no citar expresamente ninguna legislación española en este viaje, aunque "en todos los discursos se ha asomado la sensación de que se quería imponer la moral católica sobre la ética que emana del Parlamento".
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En cuanto a las cargas contra los que protestaban contra el coste de la visita papal y la ocupación de espacios públicos para un evento confesional, Pikaza incide en que "los indignados tenían todo el derecho del mundo a manifestarse". "Estos enfrentamientos son preocupantes", añade.
Para Evaristo Villar, de Redes Cristianas, "ha habido un vacío de protección pese a que estaba todo pactado, y grupos provocadores dentro de estos jóvenes tan tiernos en apariencia". "No es de recibo sostiene que un Estado laico no proteja a los que legítimamente se manifiestan", lo que demuestra que "algunos piensan que seguimos viviendo en un Estado teocrático".
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Por su parte, Delgado sostiene que, tras la marcha del papa, "ha llegado la hora de hacer cuentas, balances y también de pedir responsabilidades políticas". "Políticos de diversos colores han atacado las legítimas protestas laicas en un miserable desprecio de la Constitución. Los antidisturbios se han puesto las botas, hechos que habrá que aclarar, administrativa y judicialmente... y se ha escuchado el himno El novio de la muerte", criticó Delgado. A su juicio, "tras esta semana de exaltación de los "valores católicos", la presión social para construir el Estado laico, que no excluya, ni privilegie, será más fuerte y alargada que nunca, por el bien de la democracia y del Estado de derecho".
Por su parte, el portavoz de IU en el Congreso, Gaspar Llamazares, criticó ayer la "sumisión" de todas las instituciones del Estado a la jerarquía de la Iglesia católica y el "flagrante incumplimiento" del precepto constitucional de que España es un Estado aconfesional.
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Llamazares lamenta el "uso partidista y electoralista" que ha hecho el PP de la visita del pontífice y le ha acusado de "tratar de presentar sin éxito a la sociedad a los que criticabanlas jornadas como unos herejes y unos infieles radicales y peligrosos, vulnerando los valores de entendimiento, solidaridad y amistad de los que dice hacer gala cumpliendo los mandatos de la Iglesia".
También arremetió contra el Gobierno y el PSOE por haberse "plegado" a los intereses de la jerarquía católica, informa Efe. Al mismo tiempo, censuró la "encerrona" de la Delegación del Gobierno y del Ministerio del Interior a los participantes en la manifestación laica, que tuvo lugar el miércoles 17 de agosto y que derivó en unas agresiones que se podrían haber evitado.