IU se hunde y se queda sin grupo en el Congreso
Gaspar Llamazares asume su "fracaso sin paliativos" y anuncia su retirada en el liderazgo de la federación // Convoca para los "próximos meses" la siguiente Asamblea Federal
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Se acabó. Se acabó la etapa de Gaspar Llamazares al frente de Izquierda Unida. No ha podido resistir al "tsunami bipartidista" y se ha visto arrollado en las novenas elecciones generales de la legislatura. Un "fracaso sin paliativos" en toda regla, como reconoció el propio candidato, que le costó ayer noche la decisión quizá más difícil de su vida: anunciar su retirada de la carrera por la coordinación general de la federación en la próxima Asamblea Ordinaria que se convocará, como anticipó, "en los próximos meses".
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El terremoto político se hizo sentir en la sede federal, en la madrileña calle de Olimpo, desde primera hora de la tarde, cuando iban filtrándose los resultados de los sondeos de opinión encargados por las televisiones. Todos avanzaban el desastre. Un suelo de dos escaños, el peor de los escenarios posibles. Lo confirmó el escrutinio, después de que bailara la segunda acta por Barcelona.
Con más de un 96% de los votos computados, IU se aferró al 3,83% y a los dos diputados. Al borde los 940.000 votos, lejos del 1,2 millones de papeletas de 2004 (4,96% y cinco escaños). El porcentaje no es suficiente para revalidar el grupo parlamentario, principal escaparate de IU. Ésta será la tercera vez en la que los comunistas se quedan sin él, después de 1982 (con el PCE en solitario) y 1986. Pero es la ocasión en la que los resultados han sido más decepcionantes. Los peores de toda su historia.
Sólo un acta en Madrid
La sangría fue aún más dolorosa cuando, conforme avanzaba el recuento, se vio sólo los cabezas de lista de Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa (ICV-EUiA) e Izquierda Unida conseguían representación. Joan Herrera y gaspar Llamazares se quedaban sólos en Barcelona y Madrid respectivamente. Ni Núria Buenaventura ni Joaquín Nieto lograron colarse en el Congreso. Este último se fue desolado de la sede.
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Porque la tristeza se masticaba. Se multiplicaban los abrazos entre la magra militancia que arribó a la sede (unas 50 personas) y, a partir de las 22.40, entre los dirigentes. Fue esa la hora en que compareció el candidato, con gesto serio y la voz partida. Rota. Consciente de que su tiempo se había liquidado.
"El resultado es un mal resultado, sin paliativos, y asumo toda la responsabilidad. Pero agradezco a toda la militancia, a esa militancia de oro, su esfuerzo", comenzó. Después vendría la justificación de manual, la crítica esperable al sistema bipartidista y a una ley electoral "injusta". Era la razón, el voto útil. Pero luego quiso espantar el miedo al desamparo. "Defenderemos el proyecto donde nos toque estar. Estamos convencidos de que IU servirá para mejorar las condiciones de vida de los españoles. Quienes quieren el cambio de izquierdas, tendrán una fuerza de diálogo".
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Al candidato no le valió relamerse en más heridas. Aquellas palabras desembocaron en el perdón por su "fracaso político". "Lo asumo personalmente. No quiere decir que IU haya fracasado. Éste es un proyecto muy vivo. Y lo revitalizaremos. La sociedad nos necesita". La retirada de la carrera por el liderazgo de IU ya era un hecho. Su posición, insostenible. Llamazares lo supo antes de esa hora. A las siete de la tarde ya había comunicado su decisión a sus colegas, sin someterla a plebiscito interno.
El futuro está abierto. mañana, la Comisión Permanente se reunirá para fijar la fecha de la "asamblea de la renovación", prevista para antes de verano. O quizá para después. Nadie en la federación se atrevió a hacer pronósticos.
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Llamazares, menos. Salió en estampida de la sede. Con el rostro descompuesto y el calor contenido de sus compañeros. En la futura IU él ya no estará. El 9-M acabó con él.