La Iglesia oculta documentación sobre el asesinato de un religioso español en el Chile de Pinochet
“Solidaridad cristiana”
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BILBAO.- Silencio, silencio y más silencio. Desde hace 41 años, los familiares del sacerdote valenciano Antonio Llidó, secuestrado y desaparecido por la dictadura de Pinochet, suelen toparse con esa maldita palabra. Su cadáver, al igual que en otros miles de casos registrados en ese país, jamás apareció. Uno de los verdugos que podía conocer su suerte, el general Manuel Contreras, ex jefe de la Policía Secreta chilena, moría el pasado viernes. En un enésimo gesto de crueldad, decidió llevarse la verdad a la tumba.
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“Si algo malo me ocurriera, quiero que tengan claro que mi compromiso con esto que hago ha sido libremente contraído, con la alegría de saber que esto es exactamente lo que me corresponde hacer en este momento”, escribió a sus familiares en septiembre de 1974, justo un año después de instalado el terrible régimen dictatorial.
“Solidaridad cristiana”
Torturado en las mazmorras de Chile… y olvidado en los templos de España: además de ocultar los documentos relacionados con este caso, el Arzobispado de Valencia jamás ha rendido ningún tipo de homenaje ni reconocimiento a este cura. “Ni la Iglesia de Valencia ni la Conferencia Episcopal Española han hecho ningún gesto de interesarse por la suerte de Antonio Llidó. Nunca ha habido una palabra del Obispo de Valencia de preocupación, o incluso de solidaridad cristiana hacia un sacerdote que murió junto a los pobres de Chile. Nunca hicieron nada”, remarca Amorós.