"Nunca he visto multar a un cliente, a nosotras sí"
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"Prefiero trabajar en el Camp Nou porque a partir de las dos de la madrugada puedo hacer la calle libremente". Patricia, de 34 años, es transexual. Trabaja en la zona del estadio del Barça porque la Policía no le dice nada. "En cambio, cuando me quedaba en las Ramblas, venían y me ponían una multa", explica.
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Patricia se siente más vigilada desde que entró en vigor la ordenanza del Ayuntamiento de Barcelona para regular la prostitución callejera. "Pasan más patrullas y la relación con la policía es buena", afirma.
Sin embargo, esta transexual de nacionalidad colombiana cree que la normativa ha servido más para limpiar el centro de la ciudad que para solucionar el problema. "Lo que más he notado, aparte de recibir multas, es que las chicas se han alejado del centro a las zonas más apartadas". Y pone un ejemplo: "En la ronda de Sant Antoni ya no hay chicas en cada esquina y las que quedan no son gente del Raval, sino del Este".
La ordenanza municipal, que entró en vigor a principios de 2006, propone multas tanto para los clientes como para las prostitutas. No obstante, a Patricia le resulta curiosa esta distinción: "Nunca he visto que multen a un cliente y mis compañeras tampoco, pero a nosotras sí nos han multado", se queja con rabia.
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Proxenetas
Ella ejerce por su cuenta, no tiene proxeneta, pero asegura que en el centro, entre las calles Sant Pau y Sant Ramon, la situación es muy distinta: "Las mujeres que trabajan allí son del Este de Europa y tienen todo el tiempo al macarra al lado", dice. El 29 de enero de 2006, F. D., de nacionalidad rumana, se convirtió en la primera trabajadora del sexo en la calle sancionada por la ordenanza de Barcelona.