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"Hay quien ha llevado flores a un ataúd vacío"

Enrique J. Vila, abogado de ANADIR y autor del libro ‘Historias robadas'

D. B.

Enrique J. Vila Torres (Valencia, 1956) es el abogado de la Asociación Nacional de Afectados por las Adopciones Irregulares (ANADIR) que presentó ayer 261 casos de niños robados durante las últimas tres décadas en hospitales y clínicas repartidas por toda España ante la Fiscalía General del Estado. Pero Vila fue también un niño adoptado que busca todavía a su madre biológica. Ese dato biográfico explica la dedicación que pone en la atención a cada familia que ha acudido a él para saber la verdad. Ha reunido su experiencia en esta investigación en el libro Historias robadas (Temas de hoy) que se publica próximamente.

El asunto de los niños robados lo puso encima de la mesa el juez Garzón en su causa abierta contra el franquismo, pero hablaba de la posguerra. ¿Se trata de los mismos casos?

No. Franco dictó una serie de leyes fascistas que dieron cobertura a la separación de los hijos de las reclusas para entregarlos a familias afines al régimen. Eso fue represión política. Franco les quitó los hijos a las republicanas. Pero esa infraestructura derivó en una mafia con fines económicos.

¿Fue el propio régimen el que organizó esa mafia?

Al Estado fascista no le importaba nada y hacía la vista gorda. Yo digo que el origen del mal fue la represalia política. Pero después robaban niños a familias republicanas, de derechas, apolíticas, ateas... Robaban niños fascistas, religiosos, ateos, comunistas... Es más, una de las personas que más se enriqueció con esta práctica fue una guerrillera republicana.

¿Cómo es el tipo de cliente que acude a la mafia por un niño?

Era pudiente, porque se llegó a pagar un millón de pesetas de la época por un niño, pero también hay casos de familias de clase media-baja que se hipotecaron para comprar el hijo.

¿Sabían esas familias que era ilegal?

Eran conscientes de que se saltaban todos los procesos, al notario, al abogado... Se consideraban padres adoptivos que se saltan los pasos. Creo que no sabían que la mujer era robada. El intermediario les decía que era una prostituta y que sería pagada, pero era mentira.

¿Cuántos casos tienen?

En la denuncia hemos planteado 261, pero con los que han llegado después alcanzan los 500.

¿Son madres robadas o hijos que buscan a sus padres?

Están al 50%. Los hijos los tienen más fácil de demostrar porque con las pruebas de ADN o la confesión de sus padres les basta. Con las madres es más complicado. Lo que me asusta es pensar en cuántos hijos no sabrán que fueron robados.

¿Alguna familia ha investigado en los cementerios?

Me constan casos de ataúdes abiertos vacíos. Hay gente que ha llevado flores a un ataúd vacío.

Si hay proceso, ¿habrá indemnizaciones?

No me he parado a pensarlo, pero no me imagino lo que vale estar 40 años separado de tus padres.

¿Han prescrito los posibles delitos?

Muchos jueces de denuncias particulares han archivado por ese motivo, pero son delitos permanentes. El que cometió el delito puede dejar hoy de seguir cometiéndolo y no lo hace. Los padres y los médicos que registraron de manera falsa a los niños pueden ir al juzgado y confesar y no lo hacen.

¿Cuál es el papel de la Iglesia en estos delitos?

Muchas auxiliares de enfermería eran religiosas. Las monjas eran intermediarias para robarlos. Y otro caso, yo no conozco a mi madre biológica porque nací en un convento y pedirles documentación es como pegarse con un frontón.

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