Garzón, la pieza más preciada
El ultra Miguel Bernard ha convertido su pseudosindicato en una fábrica de querellas
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Miguel Bernard repite que Baltasar Garzón se sienta en el banquillo no por intentar investigar los crímenes del franquismo, sino por hacerlo a sabiendas de que no era competente para ello. ¿Estamos ante una alianza estratégica de jueces "envidiosos" y de su asociación ultraderechista? De eso nada, responde. Eso es un invento del "juez ególatra", tal y como define al magistrado, y sólo se trata de propaganda del "lobby garzoniano".
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Tras negar cualquier posicionamiento extremista, Público pregunta a qué ideología se siente entonces más cercano el secretario general de Manos Limpias, que ejerce la acusación contra Garzón. ¿Acaso es liberal, tal vez socialdemócrata? "Soy una persona que ama la ley y el derecho. Amo profundamente a España y respeto mucho la Carta Magna", responde vehemente. El juez Garzón, sin embargo, "siente una simpatía arrolladora por la izquierda que está más allá del PSOE", señala. Y ofrece una prueba: el magistrado, muy joven, asistía a los mítines de Santiago Carrillo. Eran los mismo años en que los muchachos de Fuerza Nueva hacían estragos cadena en mano, desmanes que Bernard ha justificado públicamente por el bien de un equilibro político que posibilitó su amada Constitución.
Álvarez del Manzano ascendió a Bernard en su puesto en el Ayuntamiento
La historia del abogado rebelde comenzó allá por 1982, cuando el socialista Enrique Tierno Galván era alcalde de Madrid y Bernard ya ejercía de letrado del Consistorio, tras ganar la plaza por oposición. El abogado denunció al Ayuntamiento por dejar de ingresar 3.000 millones de pesetas a la Seguridad Social. Y ganó. El Consistorio recurrió al Supremo y le suspendió un año y medio de empleo y sueldo. Pero, según su propio relato, el Alto Tribunal le volvió a dar la razón.
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Con la llegada de José María Álvarez del Manzano a la alcaldía, su suerte en el trabajo cambió. El regidor conservador lo ascendió a director de personal, pero las presiones de "la izquierda" por el nombramiento de "un fascista", explica, obligaron al alcalde a destinarlo de asesor jurídico del concejal Ángel Matanzo, que con los años acabaría militando en la ultraderecha. El propio Bernard concurrió a las elecciones europeas de 1993 por el Frente Nacional, partido erigido alrededor de la figura de Blas Piñar, del que el promotor de Manos Limpias es confeso admirador.
Dice que tiene más de 6.000 afiliados, de desconocida actividad sindical
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Dos años después de su fracaso en política, Bernard fundó Manos Limpias, el pseudosindicato que dispara en los juzgados contra las injusticias del PSOE, el PP, los nacionalistas, los banqueros... hasta la serie televisiva Los lunnis, por incluir en su espacio una boda homosexual. Y Baltasar Garzón, del que dice que, si de verdad fuera un "juez universal", se habría preocupado de investigar los crímenes de las dictaduras socialistas. El mayor logro de Manos Limpias fue la condena del expresidente del Parlamento vasco, el peneuvista Juan Maria Atutxa, que pudo escapar de al menos cinco intentos de atentado de ETA, pero no de la denuncia de Bernard por negarse a disolver el grupo de Sozialista Abertzaleak.
La condena de Atutxa, a quien ETA intento matar cinco veces, es su gran éxito
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El líder de Manos Limpias presume de haber renunciado siempre a su puesto de liberado en el Ayuntamiento y de que aún hoy sigue elaborando informes jurídicos allí "cuatro o cinco horas por la mañana". Por la tarde, su pasión por la Justicia lo embebe en la sede del sindicato que, según él, se mantiene "independiente" por los 60 euros anuales que pagan 6.100 afiliados, de los que poco o nada se sabe en los centros de trabajo. ¿Y los costes de los procesos? "Hay muchos bufetes afiliados que nos ayudan voluntariamente", responde Bernard durante su horario vespertino de dedicación diaria a "hacer justicia". La televisión de Libertad Digital le tiene reservada una entrevista mensual.