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Emprendedores africanos toman la iniciativa, hartos de ser mano de obra barata

Mamadou, de futbolista a emprendedor social

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La ong Diandé África, fundada por el propio Mamadou, tiene el objetivo de ayudar a escolarizar a niños en Senegal.

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MADRID.- Esta es la historia de cinco emprendedores. Ellos, como todos, tuvieron que enfrentarse a todo tipo de obstáculos burocráticos, a la falta de crédito, a las cuotas imposibles, pero también a la falta de redes de apoyo, al desconocimiento, a los prejuicios. Tuvieron que empezar de cero, o de menos cero, porque ninguno de ellos nació en España.

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Mamadou, de futbolista a emprendedor social

La ong Diandé África,  fundada por el propio Mamadou, tiene el objetivo de ayudar a escolarizar a niños en Senegal

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No es un cliché, Mamadou llegó a España con la esperanza de convertirse en futbolista. “Era lo que soñábamos todos los niños. Vine con la intención de ganar dinero fácil y volver a mi país para ayudar a la gente, pero luego me di cuenta de que no era lo que esperaba”. Mamadou Saliou llegó a Barcelona desde Senegal en 2008. Tenía 16 años y acababa de dejar todo, incluida la escuela, para buscar una vida que nunca encontró. Gracias al apoyo de varias ong, volvió a estudiar y tres años después consiguió su primer empleo en una empresa de alquiler de bicicletas. Pero Mamadou no se quedó ahí, para nada.

Fatimata, puente entre dos continentes

“Tanto el que viene como el que vive aquí debería optar por el autoempleo. Hay que cambiar el chip, dejar de esperar a que nos contraten y aprovechar nuestros conocimientos”. Son palabras de Fatimata Sogho. Esta emprendedora nacida en Mauritania supo sacar partido a su experiencia vital para poner en marcha su propia empresa, CanAfrik, un punto de conexión entre Canarias y África Occidental.

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“Hay que cambiar el chip, dejar de esperar a que nos contraten y aprovechar nuestros conocimientos”, afirma Fatimata Sogho

Fatimata llegó a Las Palmas en el 99 para estudiar Ingeniería Informática de Sistemas. Durante la carrera tuvo diferentes trabajos pero ninguno le duró más de unos pocos meses. “Solo tenía trabajos temporales, no había opción de conseguir nada estable. Tenía ya más de 30 años y cada vez era más difícil. Por eso se me ocurrió hacer algo por mí misma”.

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Fatimata, puente entre dos continentes

A principios de 2016 nació su proyecto con la voluntad de unir a empresas de una y otra orilla, ayudándoles a establecer relaciones comerciales entre ellas. “Mi idea vino a llenar un vacío que existía, ahora los empresarios pueden contar desde el origen con un conocedor de la cultura empresarial africana. Yo conozco los dos mundos”.

Agustín, el inventor del Bla Bla Car senegalés

Teranga es una palabra wolof que significa hospitalidad, pero Teranga Go! también es el nombre del proyecto de Agustín Ndour. Este senegalés afincado en Granada ha sabido conjugar los beneficios de la nueva economía colaborativa con las necesidades de las personas migrantes. Su idea es poner en contacto a senegaleses que quieran viajar a su país compartiendo coche. Una especie de BlaBlaCar entre España y Senegal.

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“Muchos están aquí sufriendo porque no pueden volver, porque no tienen dinero. Mi objetivo es facilitarles la movilidad, ayudarles a conectar y viajar juntos para minimizar los costes”, asegura Agustín

“Me di cuenta de que un problema grave de las personas migrantes es el retorno. Muchos están aquí sufriendo porque no pueden volver, porque no tienen dinero. Por eso mi objetivo es facilitarles la movilidad, ayudarles a conectar y viajar juntos para minimizar los costes”. Un billete de avión hasta Senegal puede costar entre 500 y 600 euros, mientras que la gasolina del coche apenas llega a los 250. Su idea, además, no solo sirve para trasladar personas, sino también para enviar paquetes o mercancías. Incluso estudian ofrecerlo a turistas que quieran vivir una experiencia de viaje distinta.

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Teranga Go! es el nombre del proyecto de Agustín Ndour, que conjuga los beneficios de la nueva economía colaborativa con las necesidades de las personas migrantes.

El proyecto, que Agustín desarrolla con su socio español Gustavo Gómez, acaba de ser premiado en el Festival de startups organizado el pasado octubre por OuiShare, la mayor organización mundial de economía colaborativa. Como ellos mismos explican, a colaborativos no les gana nadie por dos motivos: por facilitar la cooperación entre viajeros, pero también porque parte de los beneficios de Teranga Go! se destinarán a proyectos sociales en Senegal.

Khadim, pintura africana con sede en España

“Estaba harto de trabajar en malas condiciones y por eso decidí crear mi propia marca de pintura”, explica Khadim Seye

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Las lluvias, el calor y la pintura no son una buena combinación. En climas húmedos como el de Senegal, Mali o Costa de Marfil el agua acaba casi siempre por filtrarse al interior de las casas y el color vibrante de las paredes no dura un asalto. Es aquí donde Khadim Seye vio su oportunidad. “En mi país casi toda la pintura viene de China. Es de mala calidad.
Deja pasar todo el agua y al cabo de un año las paredes se estropean, aparecen hongos”, cuenta este emprendedor senegalés.

Ndeye, un pequeño sueño en el corazón de Lavapiés

“Casi siempre se ha tratado a los migrantes de manera asistencial y nos hemos olvidado de que tienen unas habilidades emprendedoras increíbles”, insiste Nistal

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No todo son grandes proyectos empresariales, la mayoría de las ideas que inspiran a los emprendedores africanos en España son negocios de lo pequeño, establecimientos familiares que ofrecen servicios de proximidad a vecinos extranjeros y españoles. Es el caso de Ndeye Mbaye, que en 2015 montó DSF Cosmetics, su propio centro de peluquería y cosmética en el barrio madrileño de Lavapiés. “Necesitaba tener un horario compatible con mis hijos y por cuenta ajena era imposible, por eso decidí trabajar por mi cuenta”. En su caso, lo difícil no fue conseguir el dinero sino aprender a desmadejar la maraña burocrática a la que se enfrentan los autónomos en España.

Ndeye, un pequeño sueño en el corazón de Lavapiés

“La mayoría de las personas migrantes vienen de países donde han tenido sus propios negocios, están acostumbrados a emprender. El problema es que al llegar se encuentran con licencias, permisos, trámites y burocracia que no conocen”, explica Isabel Nistal. Ella es técnica de proyectos de Nantik Lum. Una fundación dedicada al emprendimiento inclusivo, o lo que es lo mismo ayudar a personas a salir de la exclusión a través de un negocio propio.

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Menos trabas para una economía más diversa

La diversidad económica no es una amenaza, sino una oportunidad. Es lo que defienden asociaciones de autónomos como ATA y, sin embargo, el camino para los emprendedores extranjeros sigue estando lleno de trabas.

Para que un emprendedor extranjero pueda trabajar por cuenta propia se le exige demostrar que dispone de recursos económicos suficientes para mantenerse durante un año: unos 532 euros al mes 

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“Tienen que iniciar un trámite que se puede prolongar por tres meses. En ese tiempo están perdiendo dinero. Es inviable”, critica Guillermo Guerrero, coordinador del área de extranjeros de ATA. Luego están los estrictos requisitos. Para que un emprendedor extranjero pueda trabajar por cuenta propia se le exige demostrar, no sólo que dispone de la inversión, sino también de recursos económicos suficientes para mantenerse durante un año. Unos 532 euros al mes.

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