"Dimito como reacción a la prepotencia y la intransigencia"
Román de la Calle se marcha del MuVIM tras la censura impuesta de unas fotos de miembros del PP envueltos en la Gürtel
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Román de la Calle llevaba seis años al frente del Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM), seis años en los que ha conseguido llevar al museo a lo más alto, con cerca de 300.000 visitas anuales y un reconocimiento internacional en forma de premios que le han llegado incluso desde el Ministerio de Educación de Francia.
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De la Calle es presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Este lunes no pudo más. Denunció la "censura" de la Generalitat al purgar de la exposición Fragments dun any las diez imágenes que resumían políticamente 2009. En ellas figuraba Gürtel, la presunta trama de corrupción maldita para el PP valenciano.
"La censura ha querido entrar en el MuVIM, yo le cerré la puerta y me he ido"
¿Por qué se marcha?
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El motivo es la retirada forzada de las fotos de la exposición Fragments dun any 2009, una iniciativa que se venía haciendo en los últimos años a propuesta de [Esteban] González Pons. Cuando era conseller de Presidencia y Comunicación, él habló con el diputado de Cultura entonces, Vicente Ferrer, y este último me propuso la idea. Mi reacción de dimitir es ante un extremismo, una intransigencia, una prepotencia, una falta de prudencia de alguien que no ha calculado los efectos adversos de algo que no hubiera tenido ninguna trascendencia. Se ha demostrado la falta de visión política, el techo a lo que pueden llegar. La censura ha querido entrar en el MuVIM, y yo le he cerrado la puerta y me he ido.
¿Qué ocurrió?
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"En un año nos han dado siete premios; falta el de la libertad de expresión"
Ocurrió que en la inauguración del pasado jueves, alguien comenzó a ver lo que a mi modo de ver no existía: una mala intención sesgada. Las fotos se han de ver desde el punto de vista político, pero también desde el ético y el estético. Desde una pluralidad de ámbitos, cada uno las ve a su manera. En este caso, algunas personas las vieron desmedidamente. Pero ¿qué vieron? ¿No se recoge ahí de forma equilibrada y selectiva lo que había ocurrido en 2009? ¿Algo de lo que ocurre ahí no es verdad? Algo así no había ocurrido en ninguna de las exposiciones, y son veintitantas al año durante seis años.
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¿Nunca había recibido presiones el MuVIM?
En este sentido, no. Yo creía que todo terminaría con un chorreo al director. Pensé: "Tengo que justificar las cosas, llegaremos a un acuerdo". Uno, cuando lleva tanto tiempo, tiene las espaldas anchas. Mi sorpresa fue cuando, media hora después, recibo la llamada del diputado de Cultura, Salvador Enguix, diciéndome que había que retirar las fotos.
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¿Y cómo reaccionó?
No me lo creía. De hecho, se lo pregunté dos veces: "¿Oigo bien? ¿Qué fotos?". Quedamos Enguix y yo para hablar. Yo creía que era una declaración por la violencia del momento, la tensión, pero la decisión estaba tomada. Me habría gustado que un comité de la Diputación hubiera venido para dialogar y ver las imágenes al día siguiente, pero nadie volvió a verlas. La impresión de una persona fue la que marcó qué hacer. Retiramos las diez fotos y le dije a Enguix que viniera a ver la exposición para que comprobase cómo quedaba. Yo no podía mantener la exposición con esos huecos, porque cada hueco me hablaba de una censura o de una intervención, pero él no se atrevió a subir.
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¿Era imposible continuar al frente del museo?
Yo no tenía ya un respaldo político después de lo que había ocurrido, ni tenía fuerza moral para continuar aquí. Soy profesor de Estética, y aquello que dijo José María Valverde de "nula estética sin ética" me asaltaba por doquier. Quiero dormir tranquilo, irme con la cabeza alta. Dejo aquí parte de mi vida, y no pensaba irme así, pero si nos han dado siete premios en un año al MuVIM, quizás nos faltaba el octavo, el premio a la libertad de expresión.