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La 'desaceleración' del proceso sucesorio

La candidatura de Rodríguez Zapatero para un tercer mandato se rodea de nuevos elementos

ERNESTO EKAIZER

A quienes le preguntan por el estado de la sucesión en el PSOE, José Bono, presidente del Congreso, contagiado quizá por la liturgia del 30º aniversario del 23-F, hace gala de cierto automatismo: '¿La sucesión? No estoy, ni se me espera'. Pero la verdad es que ha tenido con el presidente del Gobierno más de una conversación, tras la primera que mantuvieron el 16 de febrero.

Desde entonces, Bono ha tenido varias incursiones sobre el asunto, en paralelo a las de la ministra de Defensa, Carme Chacón, y a las de los barones regionales, que siguen con su recomendación de que Zapatero debería decir cuanto antes que no se presenta para abordar las elecciones de mayo con la incógnita despejada.

El horizonte del caso Faisán' planea sobre las opciones de relevo en el PSOE

Bono siempre ha creído, y parece que así consta en sus diarios personales, que Zapatero pensaba estar al frente del Gobierno dos mandatos y no más. Ahora sostiene, al menos de cara a la galería, que dadas las circunstancias excepcionales de la crisis, sería injusto atribuir todos los males a Zapatero, como se hizo con Adolfo Suárez en su día, y que debería plantear batalla y, contra lo que estimaba en su momento, ser candidato en 2012. Este sería el contextode 'no estoy ni se me espera'.

Pero si Zapatero se mantiene en su predisposición a no ser candidato, Bono quiere tener vela en el entierro. Su propia vuelta a la política tras un paréntesis personal apuntaba en la dirección, también, de estar disponible.

Si Zapatero está predispuesto a no ser candidato por tercera vez, Bono está disponible para intentarlo. Y ello, pese a los esfuerzos del PP para abortarlo con una primera querella en el Tribunal Supremo y una segunda, tras lainadmisión de aquella, que promovieron el pasado 9 de febrero.

Pero, tanto el salto de Bono al ruedo como el de Chacón a favor de primarias si Zapatero no se presenta, cubren un vacío. Y este es el que se abre de hecho en la última semana de enero, días antes de la conferencia autonómica socialista de Zaragoza, celebrada el 29 y 30 de enero.

Hasta entonces, la progresiva consagración de Alfredo Pérez Rubalcaba (reflejada en el acto fallido del ministro Ramón Jáuregui en su almuerzo con periodistas el 26 de enero, en el que aseveró que Zapatero no se presentaría y que Rubalcaba es el sucesor)va viento en popa.

Pero no. No ha sido el traspié de Jáuregui el que explica el vacío político apuntado. Ese error ha jugado un papel, pero hay que situarlo en otro contexto más relevante. Y este es el que surge dos días antes de la comparecencia confidencial de Jáuregui.

Se trata del nuevo contexto marcado con el auto del juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, que reabrió el caso Faisán el 24 de enero. Aunque, días después, el juez rechazara la declaración en la causa del número dos de Interior, Antonio Camacho, esa decisión está recurrida por la acusación popular, que comparten Dignidad y Justicia y el PP. Y en la Sala que va a decidir se sienta el magistrado Enrique López, candidato sempiterno del PP al Tribunal Constitucional.

Quizá la decisión de reducir la velocidad para ahorrar consumo de energía sea una metáfora de la desaceleración que sufre el proceso de sucesión de Zapatero.

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