Las denuncias de las madres de maltratadas se duplican
Los expertos consideran "muy positiva" la mayor implicación de los familiares
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Luisa L. llegó llorando a un centro de la mujer. Veía cada día cómo su hija, de la generación de internet y las nuevas tecnologías, soportaba el desprecio, los insultos y hasta alguna bofetada de su pareja, un chico de su misma edad, que acababa de cruzar la barrera de los 30. "Vengo yo porque ella está ciega, no quiere denunciar y, si se entera de que estoy aquí, hasta puede que deje de hablarme; pero no me importa, alguien tiene que actuar de una vez", comentó esta mujer de la posguerra, que no quiere desvelar su verdadero nombre, a la psicóloga que la atendió.
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El número de denuncias por violencia de género procedentes de los familiares de las víctimas, principalmente las madres, casi se ha duplicado en el último año. Según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la cifra aumentó hasta el 2,1% en el primer trimestre de 2010, frente al 1,2% de las registradas en el mismo periodo de 2009, que cerró con el 1,4%. De ellas, tanto este año como el anterior, las presentadas directamente en el juzgado, sin atestado policial de por medio, suponen el 0,3% de las denuncias totales.
"Antes decían a sus hijas que aguantaran, ahora piden ayuda"
Los porcentajes pueden resultar pequeños, pero quienes saben interpretar las estadísticas de un delito tan específico como la violencia machista vislumbran un cambio de tendencia al alza "muy necesario" en los casos como el de la hija de Luisa L. "La familia es la primera que puede detectar los primeros indicios de violencia y su papel es fundamental cuando ellas, debido a su dependencia emocional y a veces económica, no son conscientes de que están siendo maltratadas por sus parejas", explica la directora general de Violencia de Género de la Consejería andaluza de Igualdad, Soledad Ruiz, que destaca la importancia del incremento de esas denuncias.
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En esas situaciones, la actuación familiar es "crucial" para frenar que la víctima perdone a su agresor cuando este vuelva arrepentido y la violencia, una vez enquistada, vaya a más. La mayor intervención de los padres denota, además, un cambio de mentalidad en la sociedad "muy positivo", según los expertos.
"La familia es la primera que puede detectar indicios de violencia"
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Luisa L., por ejemplo, cuenta cómo había visto desde pequeñita a muchas mujeres de su pueblo, enclavado en la Andalucía profunda, permanecer en silencio ante los despropósitos de sus maridos. "Antes una madre decía a su hija que aguantara, pero ahora da el paso y viene a preguntar cómo acercarse a ella sin que la rechace y poder ayudarla", relató en Vélez-Málaga la coordinadora del Instituto andaluz de la Mujer en Málaga, Pilar Oriente.
Lo fundamental, según el trabajo que vienen desarrollando Igualdad y gobiernos autonómicos como el andaluz, es asesorar a los familiares sobre cómo convencer a las víctimas para que sean ellas las que acudan a los centros.
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Por dos motivos. Uno, muy importante, porque serán directamente atendidas por especialistas en psicología con quienes recuperarán una voluntad que tienen anulada. Y dos, igual o más importante aún, porque luego es la mujer quien tiene que ratificar la denuncia. Y los datos, en ese aspecto, no son muy alentadores. Según el Observatorio contra la Violencia de Género, el 4,3% de los procedimientos iniciados en 2009 terminaron en sobreseimiento libre y el 12,4% de las mujeres retiraron la denuncia.
¿Qué tipo de ayuda piden los familiares?
Muchas madres vienen angustiadas y lo primero que hacemos es tranquilizarlas. El objetivo es enseñarles cómo tratar a sus hijas para que estas no se pongan en contra de ellas. No hay que olvidar que la víctima tiene anulada su voluntad, vive como en una secta.