Decenas de colectivos exigen que la religión salga de los colegios
La campaña “Por una escuela laica” critica el trato de favor que recibe la Iglesia en las aulas
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“El laicismo no plantea una guerra contra las religiones, sino el respeto absoluto a todas las opciones”. Fernando Martín, de CEAPA, que representa a 12.000 asociaciones de padres y madres de alumnos de toda España, cimenta así la campaña que decenas de colectivos lanzaron ayer bajo un título que encierra el objetivo: “Por una escuela laica”.
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"El laicismo responde al derecho que tiene toda persona a ejercer la libertad de pensamiento y de conciencia”, señalan los organizadores. Francisco Delgado, de Europa Laica, denunció ayer que “el 50% de los alumnos, desde Primaria a Bachillerato, están secuestrados en sus centros educativos durante dos horas a la semana, mientras sus compañeros asisten a clases de religión”. Es un ejemplo representativo. Por razones como ésta, los promotores de la iniciativa exigen que la doctrina religiosa salga del horario lectivo. Cada año, menos alumnos cursan religión en la enseñanza pública.
"No podíamos estar callados”, admitió Toni Poveda, presidente de la Federación Estatal de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales. “La Iglesia es la organización más homofóbica de España”, y “sigue teniendo muchísimo peso”, denuncia Poveda. “En una sociedad laica caben todos, la escuela no debe ser un lugar de exclusión”, propone la campaña. Toni Poveda apuesta por “las familias”, en plural, sin el número singular al que las reduce la educación confesional. Y la tolerancia se enseña en la escuela. “Muchos años de discriminación nos demuestran que tiene que pasar por sacar la religión de las escuelas”, señala Poveda.
“La religión confesional no es ninguna enseñanza, es adoctrinamiento puro y duro”, subrayó el representante de los profesores, Augusto Serrano, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, STEs. Serrano considera que quienes imparten religión en los colegios “no son profesores, son catequistas”. Elegidos por el episcopado, en no pocas ocasiones “realizan otras tareas, como sustituciones o tutorías”, con lo que se da la paradoja de que “un catequista”, como los califica Serrano, acaba impartiendo clase a quien no desea enseñanza confesional.
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El lastre del Vaticano
STEs exige que la religión salga de clase, igual que reclamó ayer el Sindicato de Estudiantes. Su responsable, Juanjo López, considera que la presencia de la religión en la enseñanza es “un privilegio” heredado de la dictadura franquista.
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La plataforma "Por una sociedad laica", impulsada por Izquierda Unida en 2002, está en el germen de la campaña presentada ayer. La responsable de educación de la coalición, Loles Dolz, exigió la denuncia de los acuerdos Iglesia Estado suscritos con el Vaticano. “Son una losa, un lastre que impide que podamos avanzar en la línea que defendemos”. Esta línea constituirá el eje central del próximo programa electoral de IU en materia de educación. Dolz avanzó ayer su filosofía: “Defenderá una escuela pública y laica”.
Una relación de favor.
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“Exigimos la derogación inmediata de los acuerdos del Estado español con el Vaticano”, propone la campaña. El texto consagra los privilegios que disfruta la Iglesia católica en materia educativa. El modelo privado concertado no tiene equivalente en otros países.
Horas perdidas
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“Exigimos que la religión salga del horario lectivo”, prosiguen. La religión ocupa 945 horas en las etapas Infantil y Primaria y 450 horas en la ESO. Es más tiempo del que se dedica a educación artística o física. Los promotores de la campaña creen que la religión “impide” que ese tiempo se invierta en otras materias.
Aulas sin crucifijos
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“Exigimos que ninguna simbología religiosa tenga presencia institucional en los centros escolares”, concluyen. Está presente en muchos centros públicos y en los privados concertados.