El Cabanyal, la Galia que resiste a Barberá
Las casas del barrio de pescadores se han abierto al público
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Si El Cabanyal se dibujara en cómic se asemejaría mucho a esa diminuta aldea de la Galia, capitaneada por Astérix y Obélix, que Julio César nunca pudo incorporar a su imperio. Aquí el emperador es emperadora, la alcaldesa Rita Barberá, del PP, quien desde hace 12 años asedia el barrio de pescadores de Valencia para amputarle 1.600 casas y construir en su lugar una avenida que llegue al mar.
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Los pobladores, más tenaces que la emperadora valenciana, echan mano del tesón y la imaginación para no dejarse conquistar. Una de las aportaciones más importantes son las jornadas culturales de Portes Obertes (Puertas Abiertas), en las que, una vez al año, los vecinos convierten sus casas en salas de exposición. La última edición, celebrada hasta el pasado fin de semana, ha estado dedicada al cómic y al tebeo, con 500 originales de 43 dibujantes como Gallardo, Lalo Kubala o el ex ministro Juan Fernando López Aguilar, distribuidos en una veintena de viviendas del barrio, declarado Bien de Interés Cultural desde 1993 por su trama urbana y los valores modernistas de sus edificios.
"Estos 'peperos' están locos, quieren cambiar el barrio", exclama un vecino
Vicent Cuenca vive en la calle Escalante. Desde su ventana se extiende un paisaje crepuscular de solares, fachadas en descomposición y puertas tapiadas. Algunos edificios amenazan ruina y en su interior se hacinan familias enteras con escasos recursos. "Son la infantería de Rita", se lamenta Cuenca, quien advierte de que existen inmuebles del ayuntamiento habitados de manera ilegal. "Es perverso. Utilizan su pobreza para presionarnos. Quieren que vendamos barato. Que nos vayamos pronto".
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La plaza Lorenzo de la Flor es otro punto conflictivo. Allí se trapichea con droga día y noche. Y allí, a los pies del teatro de marionetas La Estrella, fueron inauguradas estas jornadas por la plataforma Salvem el Cabanyal, cuya resistencia en los juzgados desembocó en un informe del Ministerio de Cultura que invalida los derribos por considerarlos "un expolio del patrimonio".
Dibujantes como Gallardo o Kubalahan participado en la acción
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Gabriel Fariza, propietario del teatro, se autodefine como "un galo irreductible". Ha participado en decenas de manifestaciones, ha acampado frente al ayuntamiento y también ha visitado el cuartelillo después de subirse al techo de una excavadora. "Quieren cambiarnos un barrio histórico por una vulgar avenida. ¡Están locos estos peperos!", ríe. Frente a él, un grupo de visitantes escucha sus historias de curtido resistente. Es la esencia de Portes Obertes: mirar los dibujos diez minutos y conversar dos horas con los anfitriones. Cada casa es una embajada por la defensa de El Cabanyal.
El embajador más joven, pese a sus 63 años, es Francesc Aledón. Hace un año cumplió un sueño de niño: vivir de nuevo en El Cabanyal. Se hipotecó y se reformó una casa en la calle San Pedro, cerca "de una amiga de la familia" que lo cuidaba los fines de semana.
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Aledón destapa una caja metálica y desenvuelve un puñado de ejemplares de El Capitán Trueno. "¿A qué huele medio siglo de infancia?". Es un aroma dulzón a viejo poblado marinero, a sol invernal lamiendo las humedades de las galerías, a madrugada de junio con todos los vecinos cenando en la calle. Recuerdos que contrastan con la realidad. ¿Es recuperable El Cabanyal? "Por supuesto, nuestra memoria es más poderosa que su especulación", dice rotundo.
De momento, el futuro del barrio está en manos del Tribunal Constitucional, que en abril paralizó cautelarmente las obras.