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Aznar afirma que sin reforma autonómica, España será un socio de segunda en la UE

El presidente del PP sostiene que las comunidades aspiran a convertirse en 'mini-Estados'

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El líder de la oposición, Mariano Rajoy, cree que cuestionar hoy en día el diseño del estado de las autonomías es "un disparate". Pero es a lo que se dedicó ayer su formación de la mano de su secretaria general, María Dolores de Cospedal, y de su presidente de honor, José María Aznar.

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Ambos, que se han convertido en pareja de hecho política desde hace unas cuantas semanas yendo a inaugurar cuantos actos del partido se les ponen por delante, denunciaron el actual sistema convirtiendo el mensaje del Partido Popular en un coro de voces desacompasadas.

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El mismo día en que Rajoy defendía que el modelo ha sido "eficaz" y aseguraba que él no se plantea recuperar competencias en una entrevista en El Mundo, su número dos abogaba por perfeccionarlo. Durante la presentación del libro Por un Estado autonómico racional y viable de la macrofundación ideológica FAES, Cospedal resaltó que el Estado autonómico se ha ido "desviando" en los últimos años de los principios de "eficiencia, racionalidad y rigor financiero" que lo alumbraron.

Aznar fue un paso más allá y elevó el tono al solicitar "una profunda reforma del modelo de gestión territorial" para emular a Alemania, cuya estructura curiosamente es federal. Este debate, a su juicio, es "inaplazable". Y hay que realizarlo con urgencia porque si no España corre serios riesgos. Entre ellos, que nos vean en el exterior como "un territorio fragmentado, enfrentado, inseguro y escasamente previsible".

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El expresidente del Gobierno alertó sobre la posibilidad de que si no se realizan los ajustes necesarios, sea la sociedad del bienestar quien "pague las consecuencias" y se pierda protagonismo dentro de la Unión Europea. "Si queremos seguir formando parte del proyecto europeo, debemos resolver los problemas de nuestro Estado autonómico porque de lo contrario tendremos dificultades crecientes para seguir anclados en el euro y supondría para España ver amenazada gravemente su condición de socio europeo de primera y pasar a ser socio de segunda", destacó.

Eso supondría, tal y como relató, "dejar de contar en Europa", "quedar fuera de las grandes decisiones" que se toman en su seno y "abandonar una de las claves de prosperidad y modernización de nuestro país desde 1978". Para Aznar, el "rendimiento económico e institucional de España debe mejorar sustancialmente" y una cosa no se puede alcanzar sin la otra.

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Además, aconsejó hacer lo posible para evitar que la "deriva" del sistema impida que los españoles puedan rivalizar "con éxito" por el mundo globalizado. "Porque España no puede competir ni en Europa ni en el mundo con unas comunidades autónomas aspirando a convertirse en mini-Estados", indicó, levantando aplausos entre los asistentes.

Estas serían sus razones fundamentales, pero no las únicas. Aznar también destacó que la reforma es necesaria "para hacer plenamente vigente la Constitución, preservar el derecho de la nación a decidir su propio destino libremente y permanecer unida". Sus palabras sonaron al viejo y apocalíptico mensaje de "España se rompe" que acuñó la derecha durante la reforma del Estatut de Catalunya.

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Durante su intervención, Aznar quiso salir al paso de las críticas que despertó al tachar el Estado de "inviable" hace unas semanas en una cita del PP en León. Entonces se generó una gran polémica que obligó a Rajoy a posicionarse. El líder del PP evitó fomentar lo que él definió como "especulaciones" y se limitó a exigir la puesta en marcha de tres medidas que implican un recorte competencial importante: reformar la Ley de Estabilidad para fijar un techo de gasto y endeudamiento; armonizar las normas territoriales para garantizar la igualdad de los españoles, y hacer posible la unidad de mercado.

En cualquier caso, y por si alguien podía pensar que existían discrepancias entre ellos, Rajoy y Aznar dieron por finalizado el debate con un sonado y comentado abrazo en la convención de Sevilla. Pero era cuestión de días que el asunto volviera a estallar.

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Ayer, Aznar reconoció que, ante tanta opinión, la situación se había enrevesado. "En el debate sobre el Estado autonómico se ha alcanzado un nivel de confusión que debemos despejar lo antes posible", comentó. Pero no le echó la culpa a los suyos, sino a los demás: "Un nivel de confusión que nace de la moda de debatir sobre estereotipos, eslóganes y prejuicios, en lugar de sobre análisis detallados, estudios sólidos y juicios solventes".

Aunque los socialistas parecen dispuestos a hablar de este tema, tanto Aznar como Cospedal los culparon ayer de la situación actual en la que se encuentra el Estado autonómico. El expresidente del Gobierno dijo que no se podía seguir haciendo política de "vuelo corto" porque sería "dar la espalda a los problemas". "Negar que las comunidades tienen problemas graves que hay que abordar de inmediato es un ejercicio de irresponsabilidad impropio de un país serio y que aspire a proyectar confianza", sentenció.

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Aznar reconoció que le cuesta recibir lecciones de autonomismo del nacionalismo independentista y de la izquierda que han buscado, en su opinión, "el desbordamiento de la Constitución para imponer por la puerta de atrás una fórmula confederal en España".

También advirtió de que el Estado tiene una configuración constitucional definida y por tanto no puede quedar "a merced del aventurerismo político de mayorías pasajeras". Y, sin decir siglas, acusó a las minorías de trabajar a favor de "un Estado residual".

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Cospedal también cargó contra Zapatero. En su opinión, el endeudamiento de las CCAA es por "dejación" de su Gobierno en el control del gasto. La mano derecha de Rajoy quiso diferenciar entre los gastos prescindibles y los imprescindibles derivados de "17 plantas autonómicas que reproducen la del Estado".

Entre ellos, resaltó los defensores del pueblo, los organismos de la competencias o las televisiones autonómicas. "No es sólo un lujo innecesario cuando las cosas van bien, sino que es un lujo imperdonable en tiempos de crisis y un síntoma de pérdida de la perspectiva en cualquier tiempo y lugar", aseguró. Cospedal con-cluyó diciendo que "la racionalidad no es múltiplo de 17, pues más no es mejor, sino que mejor es más con menos".

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