El agua lleva la pesadilla a Alcalá
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"¿Que cómo los salvamos? Echándole cojones". Marcos Trigo, copropietario del autoservicio La Mina, detiene en el aire el cuchillo jamonero para volver a las ocho y media de la tarde del martes, cuando, atado a una cuerda, logró rescatar del agua a un niño que braceaba a la deriva y a una adolescente aferrada a un poste de tráfico. La catástrofe ya se había desplomado sobre Alcalá de Guadaíra (Sevilla) en forma de tromba fuera de toda previsión meteorológica y sin precedente conocido: ochenta litros por metro cuadrado en media hora, vientos de 100 kilómetros y granizos como pedruscos.
Cuando antes de las nueve de la noche amainó el temporal, la lluvia había dejado dos cadáveres, 18 heridos, decenas de comercios arruinados, varias montañas de coches y un paisaje pantanoso en lo que hasta las ocho y cuarto de la tarde del martes era el centro neurálgico de este municipio del cinturón sevillano cuyos 65.000 habitantes intentaban ayer remontar el shock. Las dos fallecidas son María Adán Cantero, una profesora de 36 años madre de dos hijos; y Pastora Hermosín Jiménez, de 80, que murió víctima de un infarto tras verse rodeada por el agua en su vivienda. "Su cuerpo quedó flotando sobre el agua, que subía hasta más arriba de la cintura", relata Javier Rodríguez. De los 18 heridos, sólo un hombre de 45 años, vecino de Sevilla, permanecía anoche hospitalizado por rotura de cadera.
Apenas 200 metros más abajo, en la popular calle de La Mina, María Adán moría a consecuencia de múltiples golpes. Junto a una amiga y los dos niñas de ésta, María regresaba de matricular a uno de sus hijos en una academia de inglés. Su compañera, que según algunos vecinos conducía el coche, y sus hijos sobrevivieron. Ella tal vez logró salir pero en cualquier caso no pudo vencer la corriente: quedó atrapada bajo uno de los vehículos que el agua había arrastrado calle abajo. Ayer, el Reina Fabiola, el colegio donde impartía clases desde su llegada a Alcalá hace tres años, no abrió sus puertas. Tampoco lo hicieron, por distintos desperfectos, otros tres centros de Primaria a los que en total asisten unos 1.500 niños.
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Zapatero promete ayudas
Al borde de las lágrimas, y tras presidir un pleno extraordinario que solicitó la declaración de zona catastrófica y decretó dos días de luto, el alcalde de Alcalá, Antonio Gutiérrez Limones (PSOE), condensaba así el origen de las inundaciones: "El granizo, que llegó a una altura de 30 o 40 centímetros, taponó las alcantarillas".
En un municipio de 300 kilómetros cuadrados, la tragedia se cebó con los poco más de 200 metros lineales que bajan desde la plaza del Paraíso hasta La Mina, de cuyos sótanos los bomberos seguían extrayendo agua a mediodía de ayer. "Forman una vaguada y el agua de todos los barrios situados en los cerros sólo puede bajar por ahí", se lamentaba Limones, cuya primera gran obra fue, precisamente, la construcción de un macrocolector en 1996.
El Consejo de Ministros aprobará este viernes o el de la próxima semana ayudas extraordinarias, al igual que la Junta de Andalucía. Una primerísima evaluación cifra en 3,5 millones sólo los daños provocados en viarios y propiedades municipales.
A mediodía, Limones recorrió la zona afectada con el presidente de la Junta, Manuel Chaves. Antes, había recibido una llamada de Zapatero, quien le garantizó la llegada de ayudas.