Malos, muy malos, son todos los números relacionados con el empleo en la actualidad. No se salva ni uno. 'Malos sin paliativos', como calificó los últimos datos de paro registrado el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, al presentarlos él mismo a la opinión pública, algo que habitualmente hacía la secretaria de Estado de Empleo. Hay 4.360.926 personas registradas como parados en el Servicio Público de Empleo. Nunca había habido tantos. La cifra se eleva a cinco millones si cogemos la Encuesta de Población Activa (EPA). La diferencia entre ambos datos se produce porque el Ministerio de Trabajo sólo contabiliza las personas que acuden a las oficinas a apuntarse al paro, mientras que la EPA se basa en encuestas y recoge a todas aquellas que se consideran paradas, aunque no estén apuntadas en el antiguo Inem.
Es la cifra absoluta más alta de paro, aunque también la población activa ha aumentado. Ahora hay más de 23 millones de activos; al comenzar 2000, no llegaban a 18 millones. Hoy, personas que en otras circunstancias no buscarían trabajo, ahora sí lo hacen, porque quien antes llevaba los ingresos a casa ha perdido su empleo.
La tasa de paro más baja se registró entre 2005 y 2007. En la crisis se ha duplicado con creces
La tasa de paro ha escalado hasta el 21,5% (datos EPA del tercer trimestre), la más alta registrada desde 1996 y subiendo. El Servicio de Estudios del BBVA pronostica un 22,1% para el año que viene. De hecho, el ministro de Trabajo reconoce que el aumento del paro en octubre (el peor octubre desde que comenzó la crisis) evidencia una recaída de la economía española que la sitúa 'más lejos de la salida de la crisis'.
En los primeros años de la última década, la tasa de paro se había ido reduciendo casi de forma ininterrumpida y logró su nivel más bajo en la primera legislatura de Zapatero: el 7,95%, en el segundo trimestre de 2007. Desde finales de 2005 hasta el inicio de 2008, la tasa de paro estuvo en torno al 8%. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria (responsable de más de la mitad de los nuevos parados) y la prolongación de la crisis económica han provocado el gran deterioro del mercado laboral. Por ejemplo, en el primer trimestre de 2009, la tasa de paro subió más de tres puntos porcentuales de golpe, hasta el 17,36%.
España fue durante unos años el país que más empleo creó en Europa, para convertirse después en el que más empleo destruye. Esto se produce, en parte, por la altísima tasa de temporalidad que hay en nuestro país: un 30% de los trabajadores con contrato temporal. Las empresas prefieren prescindir de los trabajadores antes que buscar otras fórmulas alternativas, como el reparto del trabajo mediante la reducción del salario y de la jornada total, mecanismo que funciona en Alemania. Lo paradójico hoy es que el ajuste español ha sido tan duro que incluso la tasa de temporalidad ha bajado al 26%.
Las condiciones laborales, como el salario o la jornada, han empeorado
Lo que sí ha mejorado en estos años es la tasa de cobertura de las prestaciones por desempleo (incluyendo las asistenciales), que ha pasado del 58,1% en 2001 al 71,29% como promedio en 2011. En enero de 2009, ante la prolongación de la crisis, el Gobierno socialista aprobó una ayuda de 426 euros durante seis meses para los parados que hubieran agotado el periodo para percibir la prestación y el subsidio por desempleo. Desde entonces, lo ha ido prorrogando; en estos momentos hay un nuevo plan, que estará vigente hasta febrero de 2012, para que parados sin subsidio que realicen cursos de formación reciban una ayuda mensual de 400 euros.
Peor aún es la caída de la afiliación a la Seguridad Social, tanto por lo que significa en pérdida de empleo como por lo que anticipa respecto al sostenimiento del sistema público de pensiones. El récord de cotizantes se registró en 2007 (19.231.986 de media anual, cuatro millones más que en 2000), pero con la crisis se han perdido más de dos millones.
La cobertura a los desempleados ha subido del 58% en 2001 al 71% en 2011
El futuro se presenta sombrío no sólo porque la salida de la crisis se sigue retrasando, sino también porque los trabajadores estarán en peores condiciones. Como explica Miren Etxezarreta, catedrática emérita de Economía Aplicada de la Universitat de Barcelona: 'Las empresas han aprovechado la crisis para pegar un golpe muy fuerte en las condiciones laborales: salarios, horarios. Eso supone dar marcha atrás 30 años. Y puede ser permanente'.
Y el peligro en perspectiva es crecimiento sin empleo, como le pasó a Estados Unidos las tres últimas veces que salió de una crisis: ganando productividad pero apenas generando nuevos puestos de trabajo.
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