El 15-M se distancia de las urnas
Los indignados evitan poner el foco sobre el 20-N y centran sus actividades en la lucha contra los recortes y los desahucios
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Quizá no sea la principal preocupación de los indignados, pero, más allá de los círculos en los que gravita el 15-M, la pregunta sí parece inevitable: ¿Cuáles serán los próximos pasos de un movimiento que, cinco meses después de su eclosión, consigue mantener intacta la exigencia de un cambio económico y político?
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Cuando plantaron sus reivindicaciones en la Puerta del Sol, a pocos días de los comicios locales y autonómicos, consiguieron colarse en la agenda política. Y todavía no la han abandonado. Sin embargo, las diversas sensibilidades que conforman el movimiento se resisten a marcar en rojo en el calendario la fecha de las próximas elecciones generales y apuestan por no centrar su hoja de ruta en el nuevo escenario electoral. Es "un acontecimiento más", "una anécdota", dicen.
Las elecciones son sólo un «acontecimiento más» para el 15-M
"Hasta que no cambie el sistema de elección o, mejor aún, la ley electoral, seguiremos diciendo que este sistema no nos representa. Por eso no nos afecta demasiado", afirma Kike Castelló, miembro de Democracia Real Ya (DRY).
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Desde Juventud Sin Futuro (JSF) asumen que "aunque haya un cambio de color en el Parlamento", las políticas no serán muy diferentes. Por eso harán de la lucha contra los recortes en servicios públicos, especialmente en sanidad y educación, el eje de sus actuaciones a corto plazo. Además, trabajarán para afianzar las asambleas universitarias que se han creado en las últimas semanas. "Está previsto que organicemos actos,debates, encierros, jornadas de trabajo...", explica Pablo Padilla, que pertenece a este colectivo.
Una integrante de la Acampada de Sol que prefiere mantenerse en el anonimato opina que, con independencia del proceso electoral, el 15-Mseguirá ejerciendo la labor de ojo avizor. "No llamamos a la abstención ni al voto nulo. Estaremos atentos a todo lo que vaya en contra de la regeneración política", asegura.
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«No llamamos a la abstención ni al voto nulo», dicen en el movimiento
Precisamente con el objetivo de avanzar en propuestas que hagan de la democracia un sistema más abierto, transparente y participativo, el grupo de trabajo de política a corto plazo de la Acampada de Sol llevó a cabo el pasado jueves el I Encuentro Popular sobre Presupuestos Participativos. "Seguiremos buscando alternativas que favorezcan la participación y la apertura democrática, siempre con un pie puesto en lo local", advierten.
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Las diferentes vertientes del movimiento admiten que la organización del 15-O les ha consumido energía y les ha impedido centrarse en programar su próximo calendario de acciones. Sin embargo, se empeñan en dejar claro que no ven esta jornada como un final. "De hecho, es prácticamente el principio", afirma Padilla.
El profesor de Ciencia Política de la UNED Jaime Pastor cree que la lucha contra los recortes en servicios públicos es "una cuestión clave" para el 15-M, porque le hace "conectar con otros sectores de la ciudadanía". A su juicio, es positivo que los indignados sigan expresando que "no quieren ser meros espectadores".
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En este sentido, Esther Vivas, miembro del Centre d'Estudis sobre Moviments Socials (CEMS) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), recalca "la importancia del arraigo del movimiento en lo local" como consecuencia de su posicionamiento contra los desahucios o los tijeretazos en sanidad o educación. E insiste en la misma idea: "Al abordar reivindicaciones concretas, el 15-M va más allá del activismo e implica, por ejemplo, a la gente de los barrios". Vivas considera, sin embargo, que es importante que haya una combinación entre acciones específicas y momentos de visibilización colectiva, como pudo ser el 15-O.
Tras más de cinco meses de existencia, el 15-M ha logrado concretar sus preocupaciones, si bien no resulta tan claro que exista una argumentada priorización de sus objetivos.
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Los expertos coinciden en que es "difícil" consensuar propuestas en un movimiento que se ha caracterizado desde su eclosión por su "amplitud, pluralidad y diversidad". "El rechazo a los recortes, la exigencia de una democracia participativa, la apuesta por las medidas en contra de la profesionalización de la política... son suficientes bases para que el 15-M continúe", estima Pastor, que considera, asimismo, que mientras el movimiento mantenga su legitimación social, "no hay por qué forzar los ritmos". Desde la Universidad Complutense, el Catedrático Emérito de Sociología Juan Díez Nicolás sostiene una tesis que ha sido ampliamente rechazada en el movimiento desde su aparición. "Si no se convierte en una organización con una estructura, desaparecerá como lo hizo el Mayo del 68. Un movimiento social sin jefes tiene poca capacidad de acción, aunque sí de reacción", señala.
En la línea que expresan desde el interior del 15-M, Vivas sugiere que el reto de los indignados es "desafiar al sistema político y marcar su agenda", aunque cree que el movimiento "no busca incidir electoralmente", sino que persigue "cambios más profundos". Ramón Adell Argilés, profesor titular de Sociología de la UNED, refuerza esta idea. Sin embargo, considera que, de "forma marginal", el 15-M sí puede influir en la campaña electoral. "En cualquier caso, hay que tener claro que este es un movimiento que no aspira al poder político, sino a influir en la política", sentencia.