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Rey Juan Carlos Zarzalejos Zarzalejos, sobre el rey Juan Carlos: "Hay cosas en la historia que no tienen arreglo; y ésta no tiene arreglo"

Zarzalejos en una imagen de archivo.
José Antonio Zarzalejos, en una imagen de archivo.

"No, mira Marta, esta entrevista no tiene ningún sentido tal y cómo la estás planteando", me dijo el señor Zarzalejos a la mitad y creí que no la terminaría.

José Antonio Zarzalejos, periodista, abogado y letrado en excedencia, acaba de publicar un libro que se titula Felipe VI, un rey en la adversidad y para promocionarlo nos concedió una entrevista. La conversación, telefónica por las cosas del covid, empezó cordialmente. Me pidió que le tuteara porque "al fin y al cabo, somos colegas", pero a mí no me salía. Después de la cordialidad, empecé con el cuestionario que había escrito tras leer buena parte del libro. Arrancaba con un chascarillo:

¿Ha hablado usted con el rey (Felipe VI)? Por cómo habla de él y de sus pensamientos y decisiones en el libro lo parece.

Al rey le conozco, he hablado varias veces con él. Eso me permite tener una aproximación a su forma de conducirse, pero no he hablado con él de los contenidos del libro, porque él no está por la labor, en este momento, de conceder entrevistas ni autorizar versiones editoriales.

¿No le ha llamado a usted ni para darle las gracias? Jejeje...

No, el rey no me ha llamado para darme las gracias, ni tiene porqué hacerlo. Jejeje, (también).

¿Ni le ha hecho llegar su agradecimiento a través de alguien?

No.

Con el emérito ya supongo que usted no habla. Le ataca fuerte, en el libro ¿Cree usted que hay que sacrificar la memoria de Juan Carlos para intentar salvar a la monarquía?

No. La memoria de Juan Carlos es la memoria de un estadista fundacional de la democracia, un hombre carismático, un rey que proyectó a España en Europa y que ha hecho una labor histórica. Pero es también la memoria y la historia de un rey que perdió la más alta consideración y reputación de la sociedad por unas conductas privadas por completo inadecuadas en lo personal, irregulares en lo financiero e infractoras de las leyes en lo fiscal. Es un personaje bifronte: admirable en algunos aspectos y extremadamente vulgar en otros.

¿Usted acusa a Don Juan Carlos de no haber pedido perdón en su último discurso? ¿Cree que se arregla lo que ha hecho con una disculpa?

Lo que ha hecho primero se arregla con un escrutinio de la Justicia, una investigación del ministerio fiscal hasta que se deduzca si eso es delictivo o no, después del año ‘14. Lo anterior está cubierto por la inviolabilidad y por la prescripción. Hay determinadas cosas que en la historia no se arreglan de ninguna manera. Ni con disculpas, ni sin ellas. Y, al final, hay un saldo evaluatorio de lo bueno y de lo malo. Pero es que la historia de la humanidad está llena de personajes que tienen grandes méritos y grandes deméritos y Juan Carlos I es uno de ellos.

Perdone, pero no me queda claro si usted cree que una disculpa habría arreglado algo…

No, no, no. Hay cosas en la historia que no tienen arreglo. Y ésta no tiene arreglo. Lo que pasa es que el juicio será más o menos benevolente en función de los comportamientos inmediatamente futuros del rey emérito.

Me habla usted de la inviolabilidad. ¿Qué sentido de la democracia, basada en la igualdad de todos ante la ley, cree usted que tiene la inviolabilidad del rey?

Yo creo que hay que modificarla para que la inviolabilidad cubra todas las posibles responsabilidades del jefe del estado en el ejercicio de su función pública, pero que responda ante la justicia por infracciones de carácter penal en sus comportamientos estrictamente privados, como un ciudadano más. Por lo tanto, hay que establecer una protección de la jefatura del estado como ocurre en todas las repúblicas y en todas las monarquías democráticas, pero acotarla al ámbito institucional y público pero no al privado.

¿Qué no se haya acotado es un error del bipartidismo? Podían haberlo hecho.

Se pudo haber hecho, pero hay mecanismos legales para que se haga en un futuro no lejano.

Vamos, que es un error que tiene arreglo, ¿no?

Sí, para el futuro tiene arreglo.

Hablemos de Felipe VI y de su trascendental discurso del 3 de octubre de 2018, con el que usted cree que "se ganó la corona". Usted dice que "no se trata de un discurso para Cataluña, sino para España entera y para los catalanes que se sienten abandonados" y hace referencia a que en aquel discurso el rey les dijo: "No estáis solos". También cuenta que el discurso no mencionó ni a los disturbios ni a las cargas policiales. Y, sobre esto le pregunto: ¿Los que fueron a votar el 1 de octubre y votaron no a la independencia; gente a favor del derecho a decidir que se llevaron golpes, en algunos casos serios –fui testigo– fueron abandonados? ¿Usted no cree que ellos y todos los españoles que creen que en Catalunya ya no queda otra que organizar un referéndum, que creen en el derecho a decidir llegados a este punto, necesitábamos alguna frase del monarca para que fuera el rey de todos?

Vamos a ver, este es un tema muy interesante. El rey cuando dice no estáis solos se refiere a todos los catalanes: a los independentistas y a los no independentistas. La recriminación del rey no es a los ciudadanos, es a las autoridades desleales de Catalunya. Y el destinatario de su discurso es primero la comunidad nacional, España en su conjunto, porque se había infringido el orden constitucional […] Se estaban produciendo actos subversivos contra la legalidad constitucional y atentando contra uno de los principios fundamentales de la Constitución que es la unidad y permanencia del estado, cuyo símbolo es el rey. El rey en el ejercicio de sus facultades constitucionales hace ese llamamiento a que se acate el ordenamiento jurídico en su conjunto y específicamente la Constitución y el Estatut, ante un evidente vacío de poder porque el Gobierno de Mariano Rajoy se quedó en una posición de shock, sin capacidad de reacción, después de haber protagonizado uno de los mayores fracasos en la gestión de los instrumentos del Estado. Fallaron los servicios de información de la policía y de la guardia civil y del CNI y falló la autoridad de conjunto del Estado, de tal manera que obligaron a que el rey, en un ejercicio de intervención subsidiaria del Gobierno, hiciese uso de ese poder de emergencia o de reserva con un discurso que impactó muy positivamente fuera de Cataluña, en la comunidad internacional y, desde luego, en la empresarial y financiera.
Y, por otra parte, hubiese dicho el rey lo que hubiese dicho, en catalán íntegramente, los partidos independentistas siempre le criticarían como le criticarán todo lo que haga por una sola razón: simplemente porque es el jefe del Estado español, valedor último, según la Constitución, de la unidad y de la permanencia del estado. […] No tenía alternativa; siempre iba a ser criticado y él lo sabía.

Le leo otro fragmento: "Se trató de una disertación dirigida a todos los españoles, a los medios de comunicación internacionales y al mundo financiero, que ya detectaba salidas significativas de fondos de las entidades bancarias catalanas" y le pregunto: ¿No se olvidó del pueblo, de la gente que había salido a la calle, de los demócratas, más o menos confundidos, que habían recibido palos por intentar votar y de todos los que quedamos sobrecogidos por aquella violencia?

Recojo esto que me dices como una opinión personal. Yo tengo la opinión de que el rey no puede entrar en esos aspectos opinables.

Usted habla de los intelectuales, algunos de izquierdas, como Javier Cercas, que aplaudieron aquel discurso, pero no menciona a otros intelectuales que lo criticaron sin ambages como el hispanista Paul Preston. Usted habla de la gran acogida que tuvo el discurso fuera de Cataluña y que dentro se criticó "con un conjunto de argumentos, sobre todo, falsamente sentimentales". ¿Usted no cree que los millones de catalanes que quieren y querían votar y se llevaron palos por intentarlo es probable que tuvieran sentimientos al respecto, que es posible que se pusieran sentimentales de verdad?

Vamos a ver. ¿Me estás preguntando por el libro o por cosas que no tienen nada que ver? Primero, yo cito a Javier Cercas pero también recojo un amplio párrafo sobre el discurso de Antoni Bayona en el que critica al rey, que era el letrado mayor del Parlamento de Cataluña, que tiene una pulsión soberanista […] Doy un juicio a favor y otro en contra.

Sí, pero a Bayona lo descalifica en el párrafo siguiente.

Sí, porque es mi opinión, porque creo que se equivoca, pero no voy a discutirlo contigo. Es que en una entrevista no se discute con el entrevistado, ni al revés.

Yo no quiero discutir, si acaso debatir.

Vamos a ver. Yo no estoy tratando de hacer dogma de fe de nada. Yo he escrito un libro en el que expreso una opinión y evidentemente mi opinión es favorable a lo que dijo el rey, cuando lo dijo, cómo lo dijo y porqué lo dijo. Si tú no estás de acuerdo lo respeto, pero no se trata de que tú y yo lo discutamos.

Evidentemente, si yo le hago estas preguntas es porque hay mucha gente preguntándose estas cosas, para que se explique…

Ya, ya. Si no tengo ninguna duda. Si tengo en casa más o menos como 150–170 libros del proceso soberanista de un lado, de otro.

Bueno, sigo con la entrevista, si le parece.

Adelante.

Le pide a la derecha que no quiera tanto a la monarquía porque le hace mal, que "la quiera mejor". ¿Y no debería también Felipe VI querer un poco más a la izquierda? Según usted mismo, esta institución necesita al PSOE para sobrevivir, para poder ejercer de rey de todos. Entonces, ¿por qué justifica usted que no escuchara a Pedro Sánchez, antes del discurso del 3 de octubre, cuando le pidió que mencionara el diálogo en su discurso?

No, mira Marta, esta entrevista no tiene ningún sentido tal y cómo la estás planteando.

¿Por qué?

Porque tú me estás rebatiendo el libro. No me estás preguntando por el libro.

Hombre, le estoy pidiendo que explique el libro.

Me estás corrigiendo el libro. Me estás haciendo una impugnación a mis propias opiniones.

No, estoy tratando de debatir sobre lo que ha escrito.

No, no, no, no. No me estás haciendo una entrevista. Puedes hacer un artículo crítico con el libro. Pero no me hagas una entrevista en la que trates de impugnar lo que estoy escribiendo. Dime por qué lo he escrito o...

De eso le voy a preguntar al final, pero …

Déjame acabar, por favor. Tú si quieres escribes un artículo y lo criticas, lo crucificas de arriba abajo. Eres perfectamente libre. Pero estamos haciendo una entrevista. No confundamos los géneros. Yo soy periodista desde hace cuarenta y tres años y he hecho entrevistas desde a presidentes del Gobierno hasta a cardenales de la Santa Madre Iglesia; desde Jordi Pujol hasta Carlos Garaikoetxea o Javier Arzallus. Quiero decirte con esto que sé perfectamente lo que es una entrevista y tú no me estás haciendo una entrevista.

Pues yo creo que hay entrevistas más fáciles y más difíciles.

Me estás haciendo una enmienda a la totalidad al libro. […] Te puedo explicar cuál es mi posición pero no se trata de que tú y yo entremos en discursión sobre si mi opinión es la correcta o la incorrecta a tu juicio. Tú me puedes decir esto es así o esto es asá. ¿Por qué ha llegado a esta conclusión? ¿Qué le parece a usted que el rey no hiciera íntegramente caso a Pedro Sánchez? Y yo te lo contesto. Pero eso es una cosa y otra cosa es impugnarme la tesis que mantengo. […] Hazme un planteamiento de entrevista no de discursión porque ni estoy para eso ni estos son los términos en que este género periodístico en este oficio se producen. ¿Me has entendido, ¿verdad, Marta? (Y se hizo un silencio) Si quieres, seguimos; dijo para romperlo.

Sí, claro. Yo quiero seguir y también me gustaría que me dejara explicarme un minuto. Yo sé que hay entrevistas más fáciles y más difíciles y sé que he escrito una muy difícil.

No, es que no has escrito una entrevista.

Déjame que me explique un poco. Yo llevo toda mi trayectoria, que obviamente no es tan larga como la tuya pero que ya llevo bastantes años, dedicándome a hacer preguntas puñeteras.

Hazme todas las preguntas puñeteras que quieras.

Pues es que eso es lo que son.

Que no. Que no me estás preguntando, que me estás impugnando.

Vamos a ver. Yo te puedo preguntar sobre porqué mencionas a los intelectuales que se han declarado a favor del discurso del rey y no a los que lo han hecho en contra. ¿No? Eso es una pregunta.

Pues, claro y eso es porque este es un libro que tiene 300 páginas y no 3000.

Bueno, pues ya está. Eso es una respuesta. No pasa nada.

Bueno, ya está dada. Vamos a continuar.

Le agradezco. La última la dejamos en el aire, entonces… La siguiente. Acusa al PSOE de Pedro Sánchez de no apoyar suficientemente a la monarquía para evitar líos con sus socios. ¿Y no puede ser también que esté oliendo un incremento lógico del republicanismo español y socialista?

Mi descripción del comportamiento de Pedro Sánchez y del partido socialista es positiva en cuanto al apoyo al rey y a la monarquía en la expatriación, que es un momento crucial para la monarquía y considero que es un grave error el veto del presidente del Gobierno al viaje del rey a la escuela judicial previsto para el 25 de septiembre. Y digo más, hay unos ataques que se producen en el consejo de ministros, por ministros que han jurado lealtad al rey […] al jefe del Estado. (Y me explica pormenorizadamente que pasar de monarquía a república necesitaría un proceso constituyente, que no bastaría con una reforma de la Constitución). Ni más ni menos, eso es lo que quiero decir.

(Y no contestó a la pregunta). A partir de ahí la entrevista fue un repertorio de desencuentros y de preguntas sin contestar, como esta, siempre a favor de la monarquía y algunas con rapapolvo incluido. "Es que me preguntas mal, querida", me llegó a decir.

De sus siguientes parlamentos resumo que se declara a favor de que el CIS pregunte por la monarquía y por el rey, que rescata de la encuesta que hizo, con aportaciones de los lectores, este periódico y 15 cabeceras digitales más, en octubre del 2020, que Felipe VI aprobaba en todas las variables y en alguna sacaba notable y que cree que si en estos años, en los que el CIS no ha preguntado por la monarquía (desde 2015), se hubiera preguntado por la institución y por la persona del monarca la primera habría salido mal parada pero no la segunda. Sobre si merece perdón, como pidió Juan Carlos después de Botsuana, el guionista que ha sido despedido fulminantemente por poner el rótulo en TVE que decía "Leonor se va de España, como su abuelo", teniendo en cuenta a la velocidad que se ponen esos rótulos, dice que no tiene un juicio determinado y que dependerá de si ha infringido o no su contrato y las reglas de la casa. Me habló largo rato de las monarquías del mundo: "Todas las democracias monárquicas europeas están en el índice de las democracias plenas y algunas repúblicas no, como por ejemplo, Polonia y Hungría", subrayó, sin acordarse de otras repúblicas muy respetables como Alemania, Francia o Italia, por no hablar de Estados Unidos. Afirmó también que la forma de estado, sea republicana o monárquica, no determina la calidad de la democracia y que hay algunos "anacronismos y algunas instituciones que tienen un sesgo excéntrico en democracia pero que si son funcionales y son útiles y se adaptan a las necesidades que tiene la sociedad y responden a un elemento histórico de identificación colectiva, funcionan". En su opinión, "el reto de Felipe es construir todo lo que su padre destruyó" y considera que "este reto es mucho más exigente con la monarquía que suprimirla". A la pregunta de si ve en peligro a la corona contesta que "tiene riesgos porque el rey tiene que superar la crisis de reputación que tiene la institución". La última pregunta que le hice fue:

Según usted, quién más ha traicionado a la monarquía española ha sido Juan Carlos I. Dice que "se ha entregado a las pulsiones de los vulnerables: la avaricia, la promiscuidad y la prepotencia". ¿Por qué cree usted que tiene sentido tener jefes del estado vitalicios cuando todos somos susceptibles de caer en pulsiones y tentaciones varias?

Bueno, esa es una muy buena pregunta que tendríamos que hacérnosla nosotros los españoles, se la tienen que hacer los británicos, se la tienen que hacer los suecos, se la tienen que hacer los noruegos, se la tienen que hacer los daneses, se la tienen que hacer los luxemburgueses; que, curiosamente son las democracias de mayor calidad, según algunos índices reputados, como el de The Economist. Esos son unos comportamientos humanos que se pueden dar también en una situación de república. Pero hay una reflexión también importante sobre esto: el rey emérito abdicó no porque él quisiera, sino como una forma de enjugar sus responsabilidades políticas por comportamientos inadecuados y si no se hubiesen conocido y no se hubiesen producido esos comportamientos no hubiese abdicado. […] Es decir, que el propio sistema democrático, incluso la corona, tiene elementos y autoelementos de defensa; tiene factores de corrección de conductas que son inapropiadas. […] Porque sencillamente una sociedad como la española no hubiese soportado mucho más tiempo la continuidad de Juan Carlos I en la jefatura del Estado. Y como no la hubiese soportado, quiere decir que tenemos una sociedad con suficientes mecanismos de autodefensa frente a pulsiones vulgares presuntamente delictivas o, en todo caso, irregulares.

Después nos despedimos con suma cordialidad; la propia de una súbdita a un rey, en este caso, del periodismo.

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