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El turismo asfixia a Málaga: dos turistas por cada cinco habitantes

El modelo turístico de la capital de la Costa del Sol lleva aparejado diversos problemas, entre ellos el alza de los precios del alquiler y la expulsión de los residentes del centro histórico de la ciudad.

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Puerto de Málaga el 15 de junio del 2021 en Málaga, Andalucía, España. — Álex Zea / Europa Press

Madird, Actualizado:

La masa sudorosa de humanos se mueve ordenadamente. Litros de crema solar chorrean desde la nuca hasta las manos que sujetan bolsas de Zara, de Bimba y Lola, de Desigual. El sol estalla en el cristal de todos los iPhones que apuntan a las cornisas y a la estatua del Marqués de Larios que da nombre a la calle comercial. Es verano en Málaga y los 'guiris' han tomado la ciudad.

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Al menos dos de cada cinco personas que cruzan la calle Larios cada día son turistas, de acuerdo con los datos de junio de Medición del Turismo la Estadística experimental del INE. Ese mes, un total de 237.956 turistas extranjeros y nacionales visitaron la ciudad andaluza. Ello supone un 15% más que en el mismo mes de 2022; y un 57,85% más que en 2021, cuando todavía la pandemia restringía la movilidad nacional e internacional.

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Sobre la postal, la ciudad se muestra inexpugnable. Veintitrés años de gobierno del popular Paco de la Torre han consolidado la imagen de Málaga como destino turístico preferente, sostenido sobre cuatro ejes: museos, playa, Semana Santa y Feria de agosto. A ello le ha acompañado una oleada de reformas urbanas –la mayoría centradas en el casco antiguo, zona de recreo turístico– y proyectos inmobiliarios grandilocuentes –desde las torres en los antiguos terrenos de Repsol al rascacielos del puerto–.

La inercia de este modelo ha sido bautizada en numerosas ocasiones como el "milagro malagueño", despertando a partes iguales tanto el interés de inversores extranjeros como la crítica de una parte de la sociedad civil malagueña.

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El reverso de la turistificación es opuesto al triunfalismo de los grandes titulares. La apuesta por el monocultivo turístico tiene varias consecuencias. Una de las más evidentes es la dificultad de acceder a una vivienda en alquiler, debido tanto a la sustracción propiciada por el mercado de alquileres turísticos como por el alza sostenida de los precios, que cada vez demandan porcentajes más altos de un salario que no crece a la misma velocidad.

Otra es el desplome de los residentes en aquellos lugares acotados para el divertimento turístico. ¿Cuánta presión turística puede soportar una ciudad sin que afecte a su habitabilidad?

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Entre vecinos y turistas

Son palabras cada vez más habituales en los rellanos. "Esto es todo los días igual, parece un hotel". Lo dice Francisco, vecino de un bloque de pisos del centro de Málaga que llega a su portal cargado con las bolsas de la compra. En el tiempo en el que el ascensor aparece, varios grupos de turistas entran y salen.

A fecha del 10 de agosto de 2023, el Registro Turístico de Andalucía (RTA) cuenta con casi 10.000 viviendas con fines turísticos (VFT) inscritas en la ciudad de Málaga. En concreto, 9.971. Es un 44,7% más que en 2021, cuando el mismo registro contabilizaba 6.891 viviendas, según los datos publicados por el Ayuntamiento de Málaga.

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La Estadística experimental de Medición de viviendas turísticas en España y su capacidad del INE hace una estimación más conservadora de las viviendas turísticas de la ciudad, pero con una tendencia alcista idéntica. De acuerdo con sus últimos datos, relativos a febrero de este año y extraídos de tres plataformas de alquiler vacacional, eran 6.252 las viviendas turísticas en Málaga, mientras que en agosto del año anterior había 5.952. Según los datos del INE, en apenas 6 meses, el incremento ha sido del 5,04%.

La mayoría de estas VFT están concentradas en el centro de la ciudad. En algunas zonas, como las colindantes con la Catedral o el entorno del Museo Picasso, las viviendas turísticas llegan a suponer el 39,90% del total de viviendas en dicha zona. Según estos datos, en la calle en la que vive Francisco, cerca de la emblemática plaza de La Merced, tres de cada diez (36,67%) viviendas son turísticas.

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Ninguna estadística es capaz de vislumbrar, sin embargo, el número exacto de este tipo de viviendas en la ciudad. De hecho, Alejandra Ríos,  abogada del Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Málaga, estima que su número es mayor del que arrojan las diferentes fuentes oficiales. Así, apunta a la ilegalidad de muchas de las nuevas viviendas turísticas, que incluso "empiezan a proliferar en locales comerciales a pie de calle y en terrazas comunitarias".

Legales o ilegales, las VFT son viviendas cuyos propietarios sacan del mercado del alquiler de larga temporada para rentabilizarlas al máximo, reduciendo así la oferta del que es el único régimen de tenencia al que pueden acceder los grupos de población más vulnerables.

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Con menos vivienda disponible para alquilar y la posibilidad de un mayor beneficio económico gracias al rentismo vacacional, el precio de la vivienda en Málaga ha saltado por las nubes en los últimos años. Según los datos que ofrece el portal inmobiliario Idealista, el precio del metro cuadrado de una vivienda en alquiler se situaba en julio de 2023 en 12,8€. Esto supone un 21,2% más que en 2022, cifra que se eleva hasta los 88,24% si se retroceden diez años.

Según los datos que proporciona el último informe de Indicadores Urbanos del INE, la renta neta media bruta anual por hogares para Málaga se situaba en 2020 en los 30.219 €, cuantía por debajo de la media nacional. Con estos datos, desde el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Málaga calculan que "una familia malagueña debe destinar casi el 50% de sus ingresos a pagar su renta mensual, y esto sin contar el pago de suministros".

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Consideran que, "el aumento del precio del alquiler en Málaga no está desvinculado de la problemática estatal de la vivienda, pero es cierto que aquí el turismo extractivista descontrolado genera una coyuntura más específica directamente relacionada con la escasa oferta que existe a consecuencia de las viviendas vacacionales".

Una presión turística desatada

El Observatorio de Medio Ambiente Urbano de Málaga (OMAU) lleva años advirtiendo de los peligros y amenazas que conlleva la saturación turística que vive la ciudad a través de informes periódicos y publicaciones como Aproximación al turismo en Málaga, redactada en conjunto con un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga en 2020. A pesar de ello, los datos de 2023 muestran que la presión turística no ha dejado de crecer.

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Según las estadísticas publicadas por AENA, el Aeropuerto Málaga-Costa del Sol recibió en el primer semestre de este año un total de 10.070.112 pasajeros: un 23,3% más que el mismo período del año anterior. De ellos, 8.161.116 fueron internacionales. Del mismo modo, también son más los cruceristas que han arribado al puerto de Málaga durante los primeros seis meses de 2023. En concreto, 194.812 frente a los 98.254 de 2022, esto es, un 98,3% más.

Otro dato que apunta al exacerbado crecimiento turístico en la capital de la Costa del Sol es el aumento de plazas en hoteles y hostales, fruto de la proliferación de estos establecimientos en los últimos años. A día de hoy, Málaga cuenta con 14.962 plazas hoteleras, de acuerdo al RTA. Si a ello se le suman las 51.587 de las VFT y las 7.597 de otro tipo de establecimientos turísticos (como apartamentos, casas rurales o camping), el total de plazas para turistas se alza hasta los 74.146. La misma estimación, realizada por el propio Ayuntamiento de Málaga en 2017, cifraba en 31.679 el total de plazas. Esto significa que en seis años se han incrementado un 134,05%.

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Expulsión de los vecinos del centro

Una de las consecuencias más evidentes de la presión turística es el vaciamiento de determinadas zonas de la ciudad. En el caso de Málaga, esta presión se concentra en el centro, en el que se encuentran los atractivos turísticos de la ciudad: desde el teatro romano a la alcazaba, pasando por la mayoría de los museos. En este barrio viven actualmente un 13,56% de personas menos que en el año 2000, según el padrón municipal.

Para Kike España, investigador urbano e integrante del proyecto Overtourist City de la Universidad de Málaga, la sustitución del uso residencial por otros turísticos en esta zona de la ciudad es "una aberración urbana". Según el investigador, la relación entre visitante y ciudad difiere enormemente de la que tienen sus habitantes con ella. Apunta a que los visitantes no tienen relación con el gobernante, sus políticas o con el comercio local y todo el tejido al que este está engarzado. Inevitablemente, aquellos que vienen unos pocos días "no cuidan ni se preocupan de verdad por la ciudad, y esto genera una espiral de consumo rápido".

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Subraya también que a esta situación no se ha llegado de casualidad, sino que es una consecuencia directa de un modelo impulsado desde el gobierno municipal. "Lo que ha hecho Paco de la Torre es concentrar todos los recursos públicos en el centro y usar este como dinamizador económico, atrayendo inversión y generando atracción turística". De esta manera, prosigue España, "se ha construido una marca concreta de ciudad, a partir de la coyuntura casual de que Picasso naciera aquí".

A partir de aquí, "la peatonalización del centro, en especial de los entornos de estos museos, ha sido vendida como una fórmula para mejorar la calidad de los vecinos de Málaga. La realidad es que ha servido para expulsar a la gente y convertir el centro de la ciudad en un parque de atracciones. El comercio tradicional ha sido destruido y la vía pública invadida sin control por las terrazas de los bares. El consumo es la única forma de uso que se permite. Esto, a su vez, ha elevado el precio del suelo, lo cual ha sido aprovechado por los inversores o los propietarios para hacer viviendas turísticas".

Este fenómeno tiene un efecto dominó sobre los barrios colindantes al centro, en una inercia que se salta la fase de gentrificación -sustitución de una población de clase más baja por otras con mayor poder adquisitivo- y pasa directamente a la de turistificación, que consiste en "sustituir a los habitantes por visitantes".

Desde su punto de vista, para Kike España esto tiene un impacto todavía más nocivo en el tejido de la ciudad. "Ya no se sustituye la panadería de barrio por la de muffins, sino que directamente se convierte en un nuevo locker". Es decir, "desaparece la estructura para habitar la ciudad y esta se convierte en un decorado".

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