Mercado laboral Los ERE repuntan e intensifican la devaluación salarial
Los expedientes de regulación cambian la situación laboral de más de 35.000 trabajadores en solo cuatro meses mientras la precarización y la rotación que facilita la reforma laboral sitúan los costes laborales de España por debajo de los de los doce principales Estados de la UE.
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Zaragoza,
Repuntan los ERE, especialmente en la industria, para volver a situarse claramente por encima de los registros anteriores a la crisis que, por primera vez en una década, se habían recuperado hace dos años: 72.896 afectados en 2018, 15.000 más que en el ejercicio anterior, según los datos del Ministerio de Empleo, que revelan cómo solo en cuatro meses, de noviembre a enero, cambiaron la situación laboral de más de 35.000 trabajadores.
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Los formatos, no obstante, ofrecen particularidades como una menor destrucción directa de empleo, con una caída de los afectados por despidos colectivos por debajo de los 20.000 (19.957) que no se había dado en los últimos quince años, pero con un desmesurado crecimiento de las suspensiones de contrato que, con 49.329, suponen un aumento de casi el 75% en un solo ejercicio. A esas cifras se les suman 3.610 reducciones de jornada, la cifra más baja de la serie desde los 2.675 de 2008.
Más de la mitad de los afectados por expedientes de regulación lo fueron por motivos de producción (39.526), que duplican con creces a los damnificados por causas económicas (18.934) y estuvieron cerca de duplicar a los perjudicados por decisiones de carácter organizativo (9.451). Eso sitúa a la reducción de los pedidos como la principal causa de las regulaciones.
El grueso de los expedientes se dieron en microempresas, de menos de nueve trabajadores, que generaron casi la mitad del total con 1.025 de 2.076, a las que se suman otras 886 de entre diez y 49. Los expedientes de regulación en este tipo de factorías 16.304 afectados, una cifra superior a la que se dio tanto en las firmas medianas de 50 a 249 (16.089) como en las de mil a 5.000 (14.809) y en las que tienen plantillas más amplias (13.796).
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Por sectores, los daños se concentran en la automoción, con 27.730 trabajadores despedidos, con contratos suspendidos (27.292) o con la jornada recortada; en el metal (4.773), en el comercio (4.412, cesados 3.056 de ellos), en la hostelería (4.033, con 3.790 suspensiones) y en la banca (3.753, el 85% finiquitados), aunque los efectos de los ERE fueron también notables en otros ramos industriales como el tratamiento de minerales (2.983), la alimentación (1.460) o el textil (1.200).
Más de 400.000 despidos individuales en un año
"Hay un repunte, no tanto en el número de empresas como en el de trabajadores afectados", explica Mari Cruz Vicente, que considera "significativo que el mayor aumento se dé en el sector industrial. Este sector se está rezagando, ya que supone el 16% del PIB cuando las previsiones apuntaban a que alcanzara el 20% en 2020. La industria concentró el año pasado la desaceleración de la economía, y eso ha tenido sin duda una repercusión en el empleo".
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Gonzalo Pino, secretario de Política sindical de UGT, anota que "se está generando una alarma al ver que vuelven a aumentar los EREs en un momento de crecimiento de la economía, aunque el número de afectados por despidos colectivos se ha reducido drásticamente".
"Ahí está la rueda de la precariedad, que obliga a algunos trabajadores a encadenar hasta 35 contratos en un año"
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Pino destaca que tanto el número de empresas que presentan expedientes (2.076 por 27.570) como el de procedimientos (3.127 por 35.000) se ha reducido de una manera notable con respecto a 2012. Sin embargo, llama la atención sobre otro dato como es el de los despidos individuales, que llevan dos años creciendo, de 397.246 en 2016 a 437.379, unos registros superiores a los de algunos ejercicios del tramo más duro de la crisis (375.558 en 2013) y a alguno de los del inicio de la recuperación (402.857).
"Ahí está la rueda de la precariedad, que obliga a algunos trabajadores a encadenar hasta 35 contratos en un año", anota Pino, que apunta a uno de los efectos perversos de la reforma laboral: una contención de los costes laborales que se ha traducido en una ventaja competitiva para la empresa española a costa de congelar salarios mientras los beneficios se disparan, tal y como han certificado instituciones como la Agencia Tributaria.
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La precariedad como ventaja competitiva
Un estudio realizado por el sindicato a partir de los datos de Eurostat revela cómo los costes laborales en España (21,40 euros la hora) están un 22% por debajo de los que marca la media de la UE y con un 24% inferiores a los de Italia y en torno a un 40% a los de Alemania o Francia.
"España está optando por ganar ventaja competitiva por la vía de los costes laborales, que el año pasado crecieron solo un 0,9%, el peor dato de la UE", explica Pino, que apunta a "esa reforma laboral de 2012 que facilita la devaluación salarial como el principal problema del mercado laboral español", ya que "antes de la crisis no existía ese diferencial".
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"¿Cómo es posible que en España se haya permitido a los empresarios esa devaluación salarial? Es necesario introducir elementos en la legislación para corregir eso", señala.
¿Y qué tiene que ver ese abaratamiento relativo con la reforma laboral? Pino tiene pocas dudas: "Los EREs son el medio para conseguirla mediante la sustitución de trabajadores y la precarización del empleo. La reforma se aprobó para hacer frente a una etapa de crisis, pero esa crisis ya ha terminado".
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Diez años perdidos
Vicente, por su parte, critica "los diez años perdidos" para modernizar la industria española, que se cumplen en plena irrupción de la digitalización y la robótica. "O no se están tomando medidas o se toman con una lentitud que el empleo no se puede permitir", señala, al tiempo que llama la atención sobre la destrucción de empleo en la pequeña empresa.
"Hemos apostado por una economía muy terciarizada, con mucho peso de los servicios y en especial del turismo, que genera empleo muy precario y con mucha rotación mientras en el sector industrial hay mucha incertidumbre ante el futuro. No hay una apuesta por el I+D+I y por cambiar el modelo", indica.
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No obstante, ambos coinciden en que "no hay una situación de alarma en el sector del automóvil" pese a los recortes que se están dando en ese ramo, que se enfrenta a medio plazo a la reducción de necesidad de mano de obra que comporta la sustitución del coche de combustión por el eléctrico, que en medios sindicales se estima en hasta dos tercios.
"Cíclicamente, cada cinco años aproximadamente, se producen cambios en la industria del automóvil, pero con el tiempo se vuelven a recuperar las plantillas", apunta Pino, que, no obstante, alerta de los efectos que la digitalización va a tener en el empleo ese ramo. "Van a ir subiendo los niveles de productividad, y habrá que ver cómo se reparte ese trabajo, aunque eso es algo que no solo afecta a la automoción", añade.