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La inflación recorta un 13% a los salarios en dos años, con mujeres, jóvenes y extranjeros entre los más castigados

La caída del IPC interanual enmascara una realidad de dos años consecutivos de subida de los precios a un ritmo desconocido en décadas, mientras más de la mitad de los sueldos permanecen congelados y las revisiones del resto han sido muy inferiores.

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Un trabajador transporta cartones en Málaga, el 27 de octubre de 2022. — JON NAZCA / Reuters

zaragoza, Actualizado:

La caída de la inflación interanual al 7,3% tras haber permanecido por encima del 10% entre junio y agosto puede interpretarse como un dato positivo si se observa de manera aislada, aunque la impresión cambia si se abre el foco y, con un contexto más amplio, se tiene en cuenta que eso ocurre después de que en octubre del año pasado ese mismo indicador se encontrara en el 5,4%, algo que no ocurría desde 1992.

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Y eso, tal y como indican los registros del INE (Instituto Nacional de Estadística), supone que en dos años el indicador general de los precios ha subido un 13,09% en España, con la consiguiente, y generalizada, pérdida de poder adquisitivo que eso conlleva en un país en el que, según los datos del Ministerio de Trabajo, cada año se revisan menos de la mitad de los salarios y en el que la gran mayoría de estos suben menos de un 3%.

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La combinación de esa congelación generalizada de los salarios con el efecto meseta de los precios, cuya subida se atenúa aunque se produce sobre una base de partida elevada, hace que la pérdida de poder adquisitivo supere los trece puntos en dos años para alrededor de diez millones de trabajadores que suponen más de la mitad de los asalariados del país, que rebase los diez puntos para en torno a otros cinco y únicamente se sitúe por debajo de ese nivel para otros dos.

Si la estimación se realiza solo para lo que va de año, 9,4 millones de asalariados tienen el sueldo congelado y 5,7 más no llegan a los tres puntos de mejora, a lo que hay que añadir bajadas de sueldo y congelaciones para otros 13.425 trabajadores de 335 empresas por la vía de la inaplicación de los convenios entre enero y octubre (el año pasado fueron 3.302 empleados quienes sufrieron esta medida).

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La media de las subidas para los ocho millones de trabajadores se las han tenido queda en el 2,64%, un promedio que resulta ser poco más de un tercio de ese 7,3% de inflación y que caería por debajo de la mitad si en el cálculo se incluyeran los más de nueve millones de asalariados cuyo convenio no se ha revisado, a menudo porque carecen de él.

Esta combinación "está siendo desastrosa para las rentas más bajas. Los precios están subiendo a un ritmo alto, aunque no exponencial, pero por una cuestión aritmética, y aunque sigan subiendo, se produce un efecto de descenso porque antes ha habido tasas elevadas de inflación", explica el economista Eduardo Garzón, que llama la atención sobre el bajo nivel de protección de los salarios que se da en España.

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"Se celebran los descensos del IPC, pero ahí no se está hilando fino. Sería preferible tener tasas de inflación incluso más altas pero con toda la gente protegida. En España hay pocos trabajadores protegidos de la inflación por convenios, y la mayoría de los que lo están se concentran en las grandes empresas y en las administraciones", anota.

Ese 13% de merma de los salarios reales equivale a la pérdida de casi dos de las catorce nóminas mensuales o a algo más de una y media de las doce si se tienen las pagas extraordinarias prorrateadas, algo que tiene un efecto más intenso cuanto menor es el salario y que, en el actual escenario, se ve agravado por aspectos como que los mayores encarecimientos se estén concentrando en productos de primera necesidad como los alimentos, de los que es complicado reducir el consumo y cuyo encarecimiento interanual supera el 15%.

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"La inflación, si no se tocan los salarios, afecta más a quien menos protección tiene", apunta Garzón, que señala como los grupos más afectados los jóvenes, las mujeres y los pensionistas.

Los grupos más afectados por la merma de los salarios reales

Efectivamente, los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) que elabora el INE sitúan los sueldos de dos de cada tres trabajadores de menos de 24 años en los tres niveles más bajos de una escala de diez, algo que también ocurre con más de un tercio de los que tienen esa edad y 34.

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La presencia de mujeres en esos niveles de baja remuneración afecta prácticamente a dos de cada cinco trabajadoras (38,8%), una tasa que prácticamente duplica a la masculina (21,8%) y que se encuentra cerca de la que presentan los asalariados de origen extranjero (41,5%), que serían el tercer grupo afectado.

El impacto de la combinación de una inflación del 13% en dos años con una congelación salarial generalizada sobre los tramos bajos de una estructura de ese tipo puede resultar más que angustiosa en un país en el que el salario medio en doce pagas es de 2.100 euros brutos y el llamado mediano, que es el más habitual, se sitúa en el entorno de los 1.100.

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Por tipos de hogares, y según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida vista cualitativo se dan en los monoparentales, en los que un adulto vive con uno o más niños, cuya renta media disponible en la práctica caería por debajo de los 17.000 euros para mantener a dos o más personas.

Las mermas son mayores, de hasta 5.600 euros, en otras unidades de convivencia, aunque en esos casos disponen de mayor holgura por su nivel de ingresos.

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Los efectos de las medidas de contención y las previsiones

Garzón, por otra parte, llama la atención sobre un efecto que se constata en la evolución del IPC interanual y que tiene que ver con las políticas de contención de los precios implementadas en los últimos meses por el Gobierno: "se ve claramente cómo en los meses en los que se aplican medidas baja la inflación", como ocurrió en abril (-1,5%) con el descuento de veinte céntimos por litro de combustible, en julio (-0,3%) con la segunda bajada del IVA de la luz al 5% y en septiembre (-1,6%) con los descuentos del transporte.

"Esas medidas, junto con la excepción ibérica del gas, han moderado la inflación y han frenado la subida de los precios", señala.

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Mientras tanto, los analistas de entidades como CaixaBank Research y como Funcas, coinciden en atribuir la desaceleración de los precios a "la contribución del componente energético" y al "efecto escalón en los productos energéticos, unido a un descenso importante de sus precios", aunque al mismo tiempo advierten de que esa tendencia podría virar a corto plazo.

"Conforme las temperaturas caigan en Europa, cabría esperar que los precios [del gas] retomen niveles más elevados y empujen al alza a los precios de la electricidad", señala el primero de esos análisis, mientras el segundo advierte de que "se espera un repunte de la tasa de inflación general en noviembre, cerrando el año en el 7,1%, iniciando a partir de ese momento una tendencia descendente. La media anual de este año será del 8,6%, y la de 2023 del 4,7%".

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