Este artículo se publicó hace 2 años.
Las grandes superficies y la pandemia lastran la industria del mueble en Córdoba
Andalucía ha perdido casi un 40% de sus empresas de la madera en solo dos décadas y ahora afronta la incertidumbre de las tensiones inflacionistas.
Aristóteles Moreno
Córdoba-Actualizado a
Casi veinte años después de la irrupción del fenómeno Ikea en Andalucía y el posterior crack del ladrillo, la industria del mueble en Córdoba sobrevive a duras penas como locomotora del sector en la comunidad autónoma. El gigante sueco aterrizó en Sevilla en enero de 2004 con una inversión inicial de 50 millones de euros y la creación 350 empleos directos.
La multinacional revolucionó el mercado del mueble con su política de precios bajos, diseño innovador y la exitosa fórmula del "make yourself". El impacto en el sector fue inmediato. No hay datos precisos sobre las consecuencias en términos de tejido empresarial y empleo. Pero no hay duda de que provocó un roto considerable en la por entonces pujante industria del mueble andaluz.
"Afectó, sobre todo, al distribuidor minorista", asegura Miguel Ángel Molinero, director de Rurápolis y autor de dos informes monográficos sobre el sector. La constelación de tiendas pequeñas y alguna cadena importante de distribución sufrió los embates de la multinacional sueca.
Los fabricantes, agrupados fundamentalmente en Lucena y Villa del Río, se vieron obligados a reorientar sus estrategias comerciales, especializarse en algunos segmentos y abrirse a la externalización. "Muchos empresarios no estaban preparados para ese impacto. No tuvieron capacidad de reacción. Algunos querían simplemente echar a Ikea, pero eso no se podía hacer", explica Molinero.
La compañía sueca abrió dos centros más: Málaga (2007) y Jerez (2010). Y lo hizo justo en las puertas de la gran crisis financiera planetaria y el colapso del sector inmobiliario. La combinación de ambos factores desencadenó todo un terremoto en la industria del mueble andaluz.
Los datos son elocuentes. De las 3.534 empresas del sector en Andalucía registradas en el año 2008, se pasó a 2.105 en 2016. Con todo, la comunidad autónoma andaluza sigue liderando la industria de la madera en España, pese al penúltimo azote de la pandemia y la nueva crisis que se vislumbra con la guerra de Ucrania y la tensión inflacionista.
La sangría de empresas sigue constante, aunque con algunos rebotes significativos. El empleo también se ha desplomado notablemente. En 2008, el primero de la crisis financiera, la industria del mueble daba trabajo a 13.291 personas en Andalucía.
Ocho años después, se habían perdido casi 4.000 empleos hasta situarse en 9.440 puestos de trabajo totales directos. Doscientos más que en la Comunidad Valenciana y 2.000 por encima de Catalunya, las otras dos potencias sectoriales de España. La provincia de Córdoba también se hundió en términos de empleo en ese periodo. De casi 4.000 trabajadores registrados en ese epígrafe, en 2016 se quedó en 2.689 empleados. Hoy la cifra se acerca a los dos millares.
Negocio gigantesco
Según los datos aportados en un informe de la empresa pública andaluza Extenda de 2017, el consumo de muebles en Andalucía a partir de 2008 se despeñó un 57%, en paralelo al parón inmobiliario.
"La crisis del ladrillo fue mucho más nefasta para la industria del mueble que el impacto de Ikea", sostiene Miguel Ángel Molinero, sin negar la importancia del golpe asestado por la multinacional sueca. Algunas empresas, señala el experto, se convirtieron en proveedoras de Ikea, que mueve un volumen de negocio gigantesco en comparación con las pequeñas o medianas empresas andaluzas.
Antes de la pandemia, la firma sueca facturó en Andalucía 275 millones de euros y daba empleo a 1.528 trabajadores en sus tres centros regionales. Solo en Sevilla, atendía a 1,1 millones de clientes, mientras que en Jerez, su mayor sede en términos de superficie, registraba 680.000. La facturación global en España en 2019, un año antes del covid, ascendía a 1.596 millones de euros y sus empleos directos rozaban los 9.200.
Córdoba lidera la industria del mueble andaluz, por delante de Sevilla. Actualmente anota más de 300 empresas, principalmente en Lucena, Villa del Río y Córdoba. Y representa el 26% del sector andaluz, frente al 20% de Sevilla. Si sumamos a Jaén en la ecuación, las tres provincias andaluzas monopolizan el 60% del negocio del mueble. Andalucía, en conjunto, roza el 17% de la industria del mueble en España, que registra un paulatino decrecimiento en términos similares a la pérdida de peso específico de la UE. Turquía es el país que está absorbiendo en los últimos años parte sustancial de la industria.
Los datos sobre empleo proporcionados por el sindicato CCOO son sensiblemente diferentes. El secretario de Hábitat, Antonio Salazar, cifra en 4.500 los trabajadores afectados por el convenio colectivo del sector del mueble cordobés. Pese a la sucesión de adversidades que ha soportado en las dos últimas décadas, la industria de la madera en Córdoba sigue ofreciendo "fortaleza".
"Es un sector que está sujeto a la renovación constante", asegura en conversación con Público. La irrupción de las grandes superficies, particularmente Ikea, tuvieron un impacto intenso sobre la industria del mueble como consecuencia de la agresiva política de bajos precios. No obstante, el responsable sindical sostiene que el sector acabó respondiendo al desafío con una mayor "mecanización de la producción" y la "internacionalización" de sus productos, principalmente a la UE.
Antonio Salazar, sin embargo, lamenta la excesiva "precariedad laboral" y el "incumplimiento habitual" de las condiciones de trabajo, sobre todo en términos de horarios e infracualificación. "Hay una amplia mayoría de trabajadores que son considerados peones cuando tienen una cualificación mayor", protesta. En su opinión, esa es una inadecuada estrategia empresarial para ganar competitividad. La otra gran superficie implantada en los últimos años, Leroy Merlin, provoca menos desconfianza en el sector. Principalmente porque muchas empresas regionales se han convertido en proveedoras de la marca.
El sector del mueble cordobés está sujeto a una constante transformación, como consecuencia de esas distintas amenazas. Ahora muchas empresas están apostando por la calidad, la internacionalización y los canales digitales.
"Han surgido empresas nuevas con modelos de negocio distinto", precisa Molinero, autor de un segundo informe sobre El sector del mueble en Andalucía, fechado en 2019 para otra empresa pública andaluza, esta vez Emprende. Y paradójicamente están empezando a faltar profesionales cualificados, según detecta el director de la consultora Rurápolis.
Única vía
El especialista cordobés cree que el fenómeno Ikea es "imparable" porque se sustenta en un "hecho sociológico" y en un nuevo hábito de compra. "Cada vez hay más población dispuesta a montarse su propio mueble. Ha tenido la habilidad de ajustar su modelo de negocio a las nuevas tendencias sociales", argumenta. Y es un sistema, agrega Molinero, que permite un abaratamiento importante de costes de producción. Otro elemento también actúa a favor de la reducción de costes: la poca renovación del catálogo. "Y eso implica una menor inversión en desarrollo e innovación".
Toda esta sucesión de amenazas sobre la industria del mueble andaluz, y particularmente cordobés, está obligando a muchas empresas a mejorar sus procesos de fabricación y comercialización. "Muchas firmas están afinando su eficacia, apuestan por la mecanización e intensifican los controles de producción", asegura. El reto que viene puede ser mayor, advierte. La guerra de Ucrania y el alza de los precios energéticos están provocando perturbaciones inquietantes, que pronto se dejarán notar también en este sector, ya largamente vapuleado por las crisis.
"Ahora es un momento de altísima incertidumbre. Estamos muy preocupados por el aumento de los costes, en algunos casos de hasta el 60%", reflexiona Miguel Ángel Molinero. Y lo que es peor: "El mercado no admite traslación de precios". Tampoco se vislumbra un repunte del consumo y la "única vía de escape" es la internacionalización del mercado y la apuesta por canales digitales. "Las empresas que no reaccionen en los próximos tres o cuatro años van a desaparecer", concluye.
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