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El fantasma de la prima de riesgo amenaza de nuevo a la economía con la inflación disparada

El encarecimiento de la deuda pública de España, Italia, Portugal y Grecia resucita viejos temores heredados de la crisis anterior y puede afectar no sólo al Estado, sino también a las empresas y, finalmente, al bolsillo de los ciudadanos.

Prima de riesgo
Panel del IBEX-35 a mediodía de este pasado miércoles. Vega Alonso del Val / EFE

Dicen los expertos que la economía tiene poca memoria, aunque las grandes crisis económicas siempre han dejado grandes cicatrices. El encarecimiento de la deuda pública de los cuatro países del sur de la Unión Europea (España, Italia, Portugal y Grecia) y la subida de su prima de riesgo, la mayor en dos años, ha traído al primer plano de la actualidad el recuerdo de la crisis de deuda que arrasó a las economías europeas a partir del año 2010, dos años después que la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers desatara la mayor crisis económica global en 80 años. Ahora regresa el fantasma de la prima de riesgo y con él resucitan viejos temores: que el Estado, las empresas y los bancos tengan más dificultad para financiarse y que, como ocurre siempre, los ciudadanos terminen pagando de su bolsillo la nueva factura.

La intervención del Banco Central Europeo (BCE) para mantener a raya la prima de riesgo de España, Italia, Portugal y Grecia y frenar la posibilidad de una nueva crisis de deuda ha rescatado del olvido un concepto que a cualquier ciudadano español le resulta bastante familiar. No en vano durante durante casi cuatro años, entre 2010 y 2014, los medios de comunicación informaban casi a diario de la evolución de este indicador económico que mide, dicho para dummies, la confianza de los inversores y de los mercados en la economía de un país. La de España entonces estaba por los suelos y la prima de riesgo, que indica el diferencial de rentabilidad del bono español a diez años con el alemán, se convirtió en aquellos años en el termómetro para medir la magnitud del destrozo.

La prima de riesgo es una perversa cadena, sobre todo para las arcas públicas de un país, pero también para las empresas. Si es alta, a un país le costará más endeudarse. Y si se encarece su deuda, la confianza de los que prestan el dinero a ese país baja en la misma proporción. Una deuda más cara implica menos dinero para gastar en otras partidas y entonces aparece otro viejo fantasma que copó también muchos titulares en su época: los recortes. En un escenario de alta inflación y con la subida de los tipos de interés, la prima de riesgo se dispara por aspectos relacionados con la liquidez del mercado, por la especulación o porque la incertidumbre es tan elevada que es difícil calcular el riesgo.

La anterior crisis financiera obligó a un rescate agónico de todo el sistema financiero español, pero realmente alcanzó un punto de inflexión cuando la prima de riesgo pasó de los mercados financieros a ser la comidilla de todas las conversaciones en los mercados de frutas y verduras.

La prima de riesgo española superó el umbral de los 100 puntos básicos en febrero de 2010 henchida por la incertidumbre que llegaba de Grecia, incapaz de pagar por sí sola su deuda. Desde mayo de 2010, cuando José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno, anunció unos recortes de gasto sin precedentes, el PP de Mariano Rajoy, entonces en la oposición, hizo de la prima de riesgo y de los problemas de España para financiarse en los mercados un caballo de batalla para desgastar al Gobierno socialista. "La prima de riesgo se llama José Luis Rodríguez Zapatero" llegó a decir en noviembre de 2010 Soraya Sáenz de Santamaría.

El PP vendía la idea de que la prima de riesgo bajaría nada más pisar Rajoy el palacio de La Moncloa. Nada más lejos de la realidad: fue durante el mandato del último presidente del PP cuando la prima de riesgo alcanzó su récord histórico, superando los 600 puntos básicos. Una barbaridad que obligaba a España a pagar unos 36.000 millones de euros al año sólo en intereses. Durante muchos meses de 2012 la posibilidad del rescate, no sólo de los bancos, sino de toda la economía española (como ocurrió con Grecia) fue alimentado por una prima de riesgo en llamas.

El rescate de España del BCE implicaba la llegada de los llamados hombres de negro y con ello de una colosal austeridad y de ingentes recortes sociales. Hubo austeridad, también recortes, pero finalmente no hubo rescate de país, aunque  sí de la banca española que ha acabado costando a las arcas públicas más de 70.000 millones. Una factura que la población terminó pagando en forma de recortes sociales, algunos draconianos.

La pregunta, ahora que la prima de riesgo regresa a los titulares, es cómo afecta al día a día de los ciudadanos. Es la misma pregunta que hace doce años. Las respuestas son idénticas: una subida de la prima no afecta de manera directa e inmediata al bolsillo de los ciudadanos. Lo notan antes las empresas: el coste de los bonos españoles sirve de referencia para fijar los intereses que las empresas y los bancos pagan por financiarse.

A los ciudadanos los efectos les llegan después. Si los bancos y las empresas tienen dificultades para obtener liquidez del mercado internacional por una prima de riesgo alta, tienen menos dinero para ofrecer a sus clientes o para invertir. Los créditos se encarecen, algo que ya está ocurriendo con la subida de los tipos de interés, y la inversión se resiente con lo que eso implica en la actividad económica: menos crecimiento. Y ya sabemos lo que pasa cuando la economía no crece, más con una inflación disparada. Por eso el cortafuegos aplicado por el BCE este miércoles es tan importante.

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